La Guatemala de hoy sigue siendo la Guatemala de hace 500 años. Esa que aún lleva acuestas el conservadurismo, la sumisión, el silencio y una severa ceguera por creencias hereditarias.
Se lee en los principales medios de comunicación del país la condena al aborto. Y no es para menos, esta sociedad pide a gritos en manifestaciones vestidos de blanco la activación a la pena de muerte, pero arriba al país un barco pro aborto y se les cae el mundito en el que viven.
Y para ilustrarles el tema, el ejército de Guatemala que cometió el 98% de violaciones contra la mujer, personas civiles, crímenes de lesa humanidad y genocidio, ayer se lavó la cara y condenó la presencia del barco en aguas guatemaltecas. Llenos de orgullo se “les olvidó” que fueron ellos quienes les sacaban los fetos a las mujeres durante el conflicto armado interno. Se “les olvidó” también, que violaron a cuanta mujer tuvieron a su alcance para desahogar su estrés de la guerra. Pero hoy hinchan el pecho y “nos defienden” del barco asesino que viene a proporcionar un servicio médico profesional a aquellas mujeres que deseen interrumpir un embarazo. (Lea aquí el comunicado de prensa del glorioso ejército de Guatemala)
Ahora bien, ¿qué hace este barco alborotando el statu quo moral?
La organización no gubernamental Women on Waves de origen holandés tiene como objetivos poner el aborto en la agenda política, en este caso en Guatemala con su visita coincidiendo con una sesión plenaria en el Congreso de la República, el diputado Rodrigo Valladares apoyado por otros legisladores conservadores, pedían aprobar el rechazo a la llegada del barco y pedían al poder Ejecutivo ordenar el retiro de aguas nacionales (nota de El periódico). el cual no fue aprobado, sin embargo, si hubo denuncias ante el ministerio público.
Y lejos de las posturas antagónicas al tema, de lo más importante y poco se habla es que la campaña pretende informar a las mujeres sobre el aborto médico de modo que puedan tener abortos seguros y crear su acceso. En el país, la legislación guatemalteca permite el aborto inducido solo para salvar la vida de la mujer. Casi 65 mil abortos inducidos se realizan anualmente en el país y cerca de 21 mil 600 mujeres son hospitalizadas por presentar complicaciones (International Family Planning Perspectives, 2006, 32(3):136-145). Así, los datos son solo indicadores de una realidad cotidiana para muchas mujeres.
Ante la polarización que ha causado el tema, y los mil y un comentarios que he leído en torno al aborto, uno en particular me hizo mucho ruido. Un fulano en una nota de Prensa Libre escribió que las mujeres que fuesen violadas y quedarán embarazadas dieran a sus bebés en adopción.
Desde mi experiencia, que tuve un embarazo tranquilo y sin complicaciones sostengo que: hay que ser muy miserables para pretender que una mujer violada viva los altibajos de un embarazo, los controles de cajón que se deben cumplir, sobrevivir a las hormonas desordenadas, lidiar con el recuerdo ruin de haber sido sometida al placer enfermo del otro, llegar así, a la cesárea o en el mejor de los casos, al parto natural con todos los sentimientos encontrados, ver al bebé, escucharle su primer llanto, recordarlo por siempre, darlo en adopción y sobrevivir a la depresión postparto que de no ser atendida podría enloquecer. Y ser sin duda, una mujer condenada socialmente.
Es una de las peores formas de violencia psicológica que se le puede desear a una mujer. Valemos lo peor para una inmensa mayoría de hombres y de mujeres.
Abogo por los derechos individuales de todos, hombres y mujeres, no somos nadie para siquiera opinar por las decisiones de otra persona y su cuerpo y menos para condenarlas por ello. Sueño con el acceso a la educación sexual integral para niños y niñas. Para que puedan en su momento, decidir con plena formación, instrucción y conocimiento el tener o no hijos.
Porque no se vale que hoy en pleno siglo 21, condenemos a una mujer y la denigremos y se eludan los temas de paternidad responsable, de violaciones en el seno del sagrado matrimonio, de abortos clandestinos, de nacimientos seguros con futuro incierto. ¡No jodan!