Bien es cierto, que las redes sociales se han convertido en el lugar perfecto para hacer uso de nuestro derecho a la libertad de expresión, de la cual no gozan sólo la prensa, sino, todos los colombianos. Y es ahí donde nace el problema; nos encerramos en un mundo que se limita a una pantalla y a nuestra inagotable imaginación, las redes sociales tales como Twitter o Facebook, nos han brindado líderes virtuales increíbles, que con su forma de pensar transformarían el mundo, y harían de Colombia ese país perfecto y sin corrupción que todo soñamos.
Pero por desgracia NO, todo se limita a un ¡DÉJEME Y TUITEO!, somos tan valientes en las redes sociales que no le tenemos miedo a nada, ni siquiera a que nuestro cortés ex – presidente nos responda un Tweet. Y es que a eso nos limitamos a responder Tweets, a crear grupos donde hablaremos mal de Paloma Valencia y su poco coeficiente intelectual. Y eso es tan esperanzador como cuando Jaime Garzón en aquel Stand Up Comedy llamado Zoociedad, desenmascaraba la peor faceta de la historia de Colombia, y lo hizo con lo que mejor saben hacer los colombianos que es reír y mediante carcajadas ignorar la situación de su país.
Pero bien en claro dejó Garzón de que serían los jóvenes los que cambiaríamos este país, porque más nadie le va a interesar salvarlo. ¿Qué tan orgulloso se sentiría nuestro comediante colombiano al saber que salvamos a Colombia, pero sólo través de una pantalla, mientras en realidad se cae en pedazos?
Nuestro primer golpe, fue con un gran retraso colombiano, y el triunfo del NO en el segundo plebiscito que se ha presentado en nuestra historia nacional, o más bien que ganara el partido de “mano firme corazón grande” y su desinformación. ¿Dónde estaban todos esos jóvenes que tuiteaban y compartían a favor del paz?, Pueden ser que sean los mismos que al día siguiente de los resultados, se plantaron en Bogotá a mostrar su descontento; pero la consciencia debe ir mas allá de hacer las cosas “después de”.
Tomarnos fotos indignados y usando hashtags como “Yo amo a Colombia” “Yo defiendo a Colombia” no contribuyen mucho a la hora de la verdad. Amémosla cuando ella más nos necesita, y es a través de las urnas.
Colombia no se va a solucionar con fotografías o una disputa virtual entre el Centro Democrático y los izquierdistas, ellas nos necesita con hechos, con respuestas claras, con ideas e ideales contundentes, ellas nos necesita unidos, para acabar con más de 70 años de los mismos con los mismos.
El fin de la guerra nos permitió poner la lupa en la corrupción. ¿Pero quién le pondrá el fin a la corrupción? Detrás de los celulares todos somos capaces, todos somos orgullosamente colombianos, con esa inmensa cortina de humo, como los son los revolucionarios que se limitan a 140 caracteres, mientras siguen cayéndose las consultas populares para rebajar el sueldo a los congresistas, para mejorar el sistema de salud.
La semilla del cambio ya está en nosotros, pero verdaderamente que somos la generación de la información en sus manos, y la pereza en su cabeza. Nuestro país nos pide a gritos, que no digamos más ¡DÉJEME Y TUITEO, SINO DÉJEME Y HAGO!
Pulgar arriba para Está columna de excelente escritura. Déjeme y comparto que lo aquí narrado debe ser tomado no para postearlo y luego olvidarlo. Debemos ser capaces de entender todo cuanto pasa, lo bueno y lo malo; aún cuando estas son desproporcionadas entre sí. Debemos pararnos y hacer algo; no cambiaremos al mundo, pero si ese pequeño espacio que ocupamos en él y eso es una buena forma de empezar.
El problema es tan grande que escribirlo y empezar a debatirlo por aquí me dejaría sin pulgares, pero bueno el aporte !
muy entusiasmante es encontrar reflexiones que nos guíen a la materialización del deber de la juventud.
Muy interesante el artículo. Una necesaria discusión en época de posverdad y esceptisismo generalizado. 😀
Totalmente de acuerdo; queremos cambios pero nos quedamos esperando a que alguien mas los haga, es tiempo de despertar y reconocer el verdadero poder que tiene la juventud.