Colombia en cuidados intensivos

El pupilo de Uribe perpetúa este horrible modelo de ley 100, gira dineros a las EPS y no a la dotación de los centros de salud (como debería ser) a fin de prepararnos para este reto.

Opina - Política

2020-09-05

Colombia en cuidados intensivos

Columnista:

Luis Velasco

 

Colombia es uno de los más notorios ejemplos de lo que no se debe hacer en una pandemia, a pesar de la grotesca propaganda financiada con los recursos de los colombianos en un triste reality vespertino y aquella pautada en medios de comunicación afines al régimen. Es evidente el pésimo manejo que ha dado en todos los aspectos que afectan a la sociedad.

De igual modo, es notable el descalabro económico, las crecientes cifras de desempleo y pobreza que alcanzan históricos en la tortuosa historia de la Nación, el funesto manejo de la seguridad con la ola de violencia demostrada por el rebrote de masacres (no asesinatos colectivos) en las zonas donde la mano del Gobierno es desconocida; esa mano que dio una cachetada al Acuerdo de Paz y sus reformas que aliviarían a todo un paí, en especial aquellas zonas de las que hoy emanan ríos de sangre.

Lo mas penoso desde mi visión como médico ha sido el oscuro desempeño en materia de salud: la ley 100 ha mostrado su total ineficiencia y su desenlace fatal para la población, su modelo intermediado ha desnudado un sistema de salud moribundo con EPS con actuar delictivo, desfalcador que han llevado a la quiebra a múltiples hospitales y entidades sociales del estado durante décadas, lo que se refleja en la baja capacidad instalada en este momento de crisis. Un modelo que no ha propendido por la dotación tecnológica, la capacitación del talento humano y el necesario número de camas hospitalarias y de UCI a nivel nacional.

Ejemplos como el Choco, donde no existe un hospital público de tercer nivel para un departamento de aproximadamente 5 00 000 habitantes, sin unidades de cuidado intensivo en la red pública, las primeras se vienen a obtener en medio de la pandemia después de mas de 70 años de creación de la entidad territorial, con cientos de empleados de la salud sin sueldos durante meses como fue evidente recientemente en el municipio de Tadó; este es el reflejo de esa horrible concepción de la salud emanada de la nefasta ley 100 de Uribe y Gaviria.

El pupilo de Uribe, nuestro actual presidente perpetúa este horrible modelo, gira dineros a las EPS y no directamente a la dotación de los centros de salud de forma eficiente a fin de prepararnos para este reto.

El invento de aislamiento de Duque ha sido una falacia, un inicio tardío con aeropuertos internacionales abiertos que invitaron a un festín al novel virus, su posterior cierre (real) durante un mes aproximado lo hizo sin renta básica para los confinados, con ayudas monetarias paupérrimas a los pocos que lo lograron acceder a ellas y la evidente corrupción en el reparto de estas, tal y como se evidenció en las denuncias en redes sociales de miles de beneficiarios ficticios del reparto de las «ayudas».

¿Cuánta plata habrá cobrado el señor RRRRR o la señora Agosto Judith Lunes Martes?. Gran parte de estos recursos terminaron engordando al insaciable glotón, Sarmiento Angulo y sus amigos del sistema financiero.

La posterior pantomima del presidente sobre el aislamiento inteligente fue todo menos eso, inteligente. Con más de 40 excepciones las cuales fueron crecientes, días sin IVA o COVID-Friday como fue reseñado por medios internacionales en un país con pésima educación en salud llevo a oleadas de contagios y muertes.

Actualmente, Colombia cuenta con más de 620 000 contagios y mas de 20 000 muertes según cifras oficiales, las cuales subestiman por mucho la realidad de la pandemia, con uno de los menores números de cifras practicadas por millón de habitantes en el mundo, con retrasos de hasta 15 días o más en la emisión de los resultados de pruebas y una de la mas alta mortalidad por millón en el mundo.

En cifras redondas nuestro país está en el puesto 11 a nivel mundial. Además, se situa, según Woldometer al 2 de septiembre en el séptimo puesto a nivel mundial en casos de COVID-19 en medio de mega potencias demográficas como EE. UU., Brasil, India, México y Rusia, lo cual muestra la devastadora magnitud del contagio por millón de habitantes.

Estos son los resultados de nuestro actual sistema de salud, incapaz de realizar la debida prevención al ser un modelo enfocado en el tratamiento de la enfermedad estructurado de forma mercantilista.

La olla podrida en la salud se destapa, el personal de la salud se encuentra mal pagado con deficiente apoyo de sus instituciones con pobre acceso a la adecuada bioseguridad, los usuarios del sistema no cuentan con los recursos adecuados para ser detectados a tiempo y acceder en los casos graves a una eficaz atención en salud, muchos mueren en casa por deficiencia en el acceso a la atención, o por evitar ir a instituciones de salud aglomeradas, por temor a contagiarse en estos medios, aunque ya pueden estar contaminados por el virus, fallecen ciudadanos por otras causas (no solo el COVID-19 mata) por no poder acceder al servicio, por UCI ocupadas por pacientes COVID.

Otros, empeoran su salud por condiciones preexistentes al no poder ir a consultas regulares en centros de atención o no reciben oportunamente sus medicaciones por sistemas de farmacia ineficientes, congestionados y pésimo sistema de entrega en los domicilios, como es el caso de muchos de mis pacientes adultos mayores a quienes no les llega el medicamento a tiempo a casa o les llega incompleto.

Sumado a lo anterior, el comportamiento de nuestros dirigentes ha sido vergonzoso con salidas en falso, recomendando tratamientos a lo Trump sin el sustento científico, haciendo gala de su dependencia del Gobierno nacional al evitar tomar acciones propias en sus territorios. Los organismos de control han brillado por su ausencia en la adopción de medidas que protejan el bien común y la salud pública. No hay resultados contundentes en el manejo corrupto de los dineros destinados para el manejo inicial de la pandemia, no han tenido impacto en informar a la comunidad.

El Invima se ha quedado corto en evitar la venta indiscriminada de curas milagrosas como el dióxido de cloro y otros compuestos tóxicos, así como la venta controlada de medicamentos como la ivermectina, la cual se agotó en Cali en dos días posterior a los anuncios poco adecuados del alcalde de la ciudad con respecto a esta medicina.

El lucha contra este nuevo enemigo, la COVID-19, ha sido perdida lentamente por el incapaz Gobierno actual, su «pseudocuarentena» fue inane, no se logro el objetivo de esta que era dotar y fortalecer al sistema de salud con miras al pico de contagios y muertes, no se dotó en su totalidad el numero de camas UCI en el país, no se capacitó masivamente y activamente al personal de salud desde el ministerio (por ejemplo, las UCI no se manejan solas).

Tampoco, se invirtió en brigadas de salud comunitaria preventiva a nivel nacional lo que hubiese reducido notablemente la cifra actual de contagios y fallecimientos; y de colofón los dineros colectados para el Fondo de Mitigación de Emergencias terminan en gran proporción en los bancos y en un estúpido salvamento a Avianca una aerolínea no estatal  que debe mas de lo que cuesta en bolsa, lo cual en nada impacta en la actual crisis de salud. 

Como médico, ciudadano y columnista mi indignación e impotencia no alcanzan a ser plasmadas en su inmensidad en este escrito. El virus ha sido incubado, sus efectos nocivos no son contrarrestados por un sistema inmune débil —el sistema de salud y su Gobierno falaz—, se expande vorazmente y nuestro país ya esta en cuidados intensivos, ¿falleceremos?  

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Luis Velasco
Médico y cirujano egresado de U. De Caldas. Chocoano, apasionado de la buena música, la justicia social y la naturaleza. Librepensador. @luisveres