Hola ciudadanos de Medellín. Caluroso saludo. Recibo con total agrado las réplicas que hace unos meses me llegaron sobre el artículo publicado en el Periódico El Colombiano «Medellín, una ciudad sin carros». Contrastar la opinión siempre será propio de un buen lector y más cuando lo hacen con los argumentos que ustedes exponen. Coincido en la necesidad de resolver asuntos de fondo como seguridad, salud y educación. En eso estamos de acuerdo.
De igual forma, recibo con tristeza los resultados de varios estudios como el realizado por Waze a través del Índice Global de Satisfacción del conductor, que afirma que Colombia es uno de los peores países de Latinoamérica para conducir. También los estudios sobre calidad del aire. Ahora, el lugar en que vivimos se está convirtiendo en el lugar en que nadie quiere vivir.
Las razones son claras: Medellín es la novena ciudad más contaminada de Latinoamérica y la de mayor polución en toda Colombia por encima de Bogotá. El Valle de Aburrá presenta además, un panorama preocupante en cuanto al aumento del parque automotor; la tasa de motorización crece al 190% según el Área, esto se traduce en 200 nuevos vehículos que ingresan diariamente a Medellín. Para albergar este número de carros la ciudad tendría que construir 1 kilómetro de vía diaria. Nos quedaríamos sin capacidad de soporte.
En lo que respecta al tema de la movilidad de nuestra ciudad, pienso que es necesario desestimular la cultura del auto. No en vano, contamos con uno de los mejores sistemas de transporte integrado masivo a nivel mundial. No es una utopía soñar con una Medellín descongestionada. Es más, creo que es posible porque los esfuerzos que hemos venido haciendo en materia de movilidad son valiosos: ahora, 10.000 personas aproximadamente utilizan el sistema de bicicletas públicas EnCicla diariamente, los sistemas de rutas urbanas siguen aumentando su demanda, hemos creado carriles preferenciales para buses con el fin de optimizar los tiempos de desplazamiento (entiendo que ahora nos atasquemos en ellos pero créanme que una vez la operación esté automatizada, Medellín empezará a bajar sus niveles de traumatismos por embotellamientos en vías arterias como Colombia).
Tenemos un nuevo cable hacía la Sierra capaz de movilizar a 1800 personas hora/sentido y que beneficia aproximadamente 360 mil habitantes de esos barrios empinados y populosos donde llegar es difícil por razones apenas lógicas en materia de topografía.
Bellanita de Transportes quiso darme la razón alguna vez. Instaló en su parte delantera un rack para llevar bicicletas en los buses y así facilitar la movilidad de los usuarios que bajaban de las periferias y que por razones económicas no tenían el dinero para abordar dos buses. La medida fue exitosa como propuesta intermodal. El problema era que la Secretaría de Movilidad de Medellín – la misma que promueve el uso de la bici como sistema alternativo- imponía comparendos a estos buses con el argumento de que los racks instalados no eran originales del chasis.
Al final, la empresa en un comunicado dijo que no pelearía más con la autoridad de transito de Medellín y se disponía a desinstalar dichas plataformas. Le dieron la razón a los que todo lo critican… seguimos con problemas de accesos a los barrios más altos. Todo por falta de comunicación. Por egos administrativos, por debilidades institucionales. Seguimos con secretarías sin capacidad técnica, secretarías politizadas donde no hay regulación.
Es un trabajo paulatino. Entiendo los descontentos por mi visión quizá sesgada, visionaria o como ustedes mismos califican ÚTOPICA. Insisto en que sigue siendo posible soñar una Medellín sin carros. La propuesta no busca eliminar el vehículo en su totalidad sino desestimular su uso. Yo, particularmente tengo moto y dispongo de un auto. Le cuento que todos los días voy al trabajo en el bus, y regreso a casa en el tren. Llevo un año así y no he visto la necesidad de usar mi vehículo.
Que se utilice para cuestiones estrictamente necesarias como salir de paseo, para movilizarse en las noches, para llevar a los hijos y la esposa al trabajo. Que lo utilicen personas mayores que por razones físicas se les dificulte abordar los sistemas de transporte, que lo utilicen los mensajeros como medio de trabajo, o los que por cuestiones ya de supervivencia deben hacerlo. Podemos usar el coche para ir al trabajo en compañía de otras personas que allí mismo laboren (consumo energético optimo).
Algunos datos complementarios del auto: el crecimiento de la tasa de motorización del carro crece al 190% y el 58% del parque automotor que circula en el Valle lo tiene apenas el 18% de la población que habita las zonas de El Poblado, Envigado y Laureles). Eso quizá explique el porqué de los tacos en el sur. A esto, súmele un dato apocalíptico: 80 mil vehículos ingresan anualmente al Valle de Aburrá. Dígame en que vías metemos 80 mil carros cada año. Estos datos los pueden corroborar con el Área Metropolitana.
Y claro que conozco la periferia, conozco mi ciudad casi en su totalidad y créame que vivo enamorada de ella. Es más, nada mejor que verla desde sus cables. Se ve linda, radiante, coqueta. Pareciera que volásemos por encima de nuestras montañas. Le reitero el anuncio del Metro: se viene el cable el Picacho (supliremos la demanda de movilidad de la zona norte-occidente de la ciudad), se viene el tranvía de la 80 (resolvemos problemas de movilidad de la carrera 80, Robledo), y suplimos la demanda de movilidad de una jugosa zona académica que integra la Facultad de Minas, Pascual Bravo, ITM, Tecnológico de Antioquia, y demás). Se benefician las personas de los barrios altos que por cuestiones económicas no tienen para bajar de sus casas en coche o moto.
La telaraña de la movilidad (Metro, Tranvía, Cables, Metroplús, rutas urbanas, rutas integradas, buses, alimentadores y bicicletas), se convierten en el abanico del desarrollo de la movilidad sostenible en el Valle. Imaginar a Medellín sin estos sistemas sería imaginar una ciudad colapsada.
En lo que respecta al Maestro Pedro Nel Gómez, la misma discusión se abrió con la propuesta del proyecto Parques del Río. Muchos decían para qué nuevos estudios de estos «Parques con arbolitos y deprimidos”, si el maestro Gómez ya había sentado las bases de planeación urbana de Medellín hace muchos años. Al final, Parques del Río siguió su curso y se proyecta la construcción de nuevos kilómetros de espacio público por la zona de injerencia al Río. Cerca de la malla vial del Metro. Creo que el problema es que llevamos años con paradigmas ajenos y que la forma en que nos movemos y habitamos el Valle debe evolucionar conforme a la vida del hombre y la realidad que acontece.
Cuál es la realidad ahora. Diría yo, que el uso del suelo es escaso y que las zonas paralelas al río son zonas que se pueden explotar para la construcción en altura. Pero ojo, no aseguro de manera vehemente solo la construcción de vivienda, sino la vivienda con compensación en espacio público. Tal cual lo dictamina el POT.
Creo que podemos seguir debatiendo. Quizá con un café en Versalles o una cerveza fría en el Malaga. La invitación queda abierta porque para mí sus razones son tan valiosas y oportunas como las letras que sobre esta hoja reposan.
Reciban un caluroso saludo en unión de sus familias.
Andrés Duque Gutiérrez.
Que analis tan bueno. Conciencia es lo que debemos adquirir todos los que habitamos en este valle, el valle de aburrá de todos y pata todos.