Aunque nos maten, las voces resisten

Ni los asesinatos, ni las amenazas, ni el miedo logran que dejen de hacer su labor y levantar la voz por aquellos que no la tienen. Aman las huellas que dejan y su mayor recompensa está en dejar semilla para la transformación social.

Opina - Sociedad

2019-05-30

Aunque nos maten, las voces resisten

Son la voz del pueblo porque trabajan para él. Justo por ser la voz de aquellos que no pueden hablar los terminan amenazando y, en el peor de los casos, matando. Todas las mañanas los jóvenes líderes se preparan para empezar el día a día en la comunidad, para ayudarla, para cambiarla. No piden nada a cambio más que transformación y equidad para la sociedad, detrás de cada líder se esconde una causa: la protección del medio ambiente, la lucha por los derechos étnicos y de las minorías, entre muchos otros.

Según cifras de la Defensoría del Pueblo, entre el 1 de enero de 2016 y el 31 de diciembre de 2018 fueron asesinados 431 líderes sociales y personas defensoras de los derechos humanos, en su mayoría vinculados a Juntas de Acción Comunal, indígenas, comunitarios, campesinos y afrodescendientes.

Los departamentos con mayor número de asesinatos de líderes son Cauca, Antioquia, Norte de Santander, Valle del Cauca, Caquetá, Putumayo, Meta, Nariño, Chocó, Arauca y Córdoba. El Defensor del Pueblo, Carlos Alfonso Negret, afirmó, en el periódico El Espectador el 10 de enero, que “una alerta desatendida es una muerte no evitada; una muerte no evitada, una violación directa al deber de proteger los DD. HH., eso es lo que ha sucedido”.

 

Cimientos de un líder

El aire era fresco y las hojas bailaban con libertad absoluta en medio del canto de los pájaros, La Ladera, un sitio apacible de la ciudad, reconocido en la comuna 8 por ser centro cultural, es el lugar que marcó y enamoró a Alejandro Molina para continuar su labor de líder social. Solo hace falta escucharlo para ver la bondad, la humildad y el entusiasmo que tiene frente a su trabajo por la comunidad. Si buscamos una palabra que enmarque lo que hace y el cómo lo hace, sería su pasión.

Desde su infancia Alejandro ha sido un luchador de vida, cuando apenas era un niño corría el riesgo de no poder llegar a caminar, por un problema de salud en la espina bífida, pero aun así su madre siempre tuvo la esperanza de verlo caminar.

Líder social Alejandro Molina,  parque la Ladera-comuna 8, lugar donde inició su labor como líder. Fotografía: Cristina Rodríguez.

Él suele mirar hacia los lados, para refrescar su memoria, mientras habla sobre su infancia, su dura infancia, donde lo único que lo motivaba a levantarse era “ayudar a los pobres a tener cosas que los ricos tienen, y que no se les ofrece”.

No había nada que le impidiera ayudar a los demás, no le importaba ser regañado o meterse en problemas con tal de defender lo que consideraba justo.  Así empezó su trabajo en la comunidad El Rosario, ayudando a unos pocos vecinos como consejero y resolviendo problemáticas que afectan la integridad de los miembros del barrio, un barrio donde era difícil crecer, donde las campanas de las mañanas eran balas y las calles por donde se caminaba se sentían calientes. Alejandro es defensor en tiempos de paz, pero también de guerra.

Ha estado involucrado en varios procesos comunitarios de literatura, protección ambiental, recolecta de basuras y cátedras democráticas sobre paz. ‘‘En cada lugar que visito estoy haciendo liderazgo, uno se levanta y ya está haciendo un acto de liderazgo’’, señala. A Pesar de no acceder a la educación superior, aprendió por sus propios medios y con el apoyo de los programas que brinda la Alcaldía de Medellín para el desarrollo de las iniciativas juveniles en las comunas.

Líderes Alejandro Molina y Leydy Acosta jugando con un grupo de niños de la urbanización: Las Cometas de Robledo-comuna 7. Fotografía: Regalados.

Como buen líder, siempre se permeó de la comunidad, caminaba hasta lo más alto de una comuna para poder entender las necesidades que tenían las personas. La empatía y la solidaridad fueron sus mejores aliados a la hora de introducirse en sectores como Manrique, El Popular, Santa Cruz, Aranjuez, Villa Hermosa, Enciso y Buenos Aires.

En el periódico El Campesino, la organización Somos Defensores expresa que “ser líder social en Colombia es una oportunidad de construir país y no quedarse como espectador. Es remangarse las mangas y trabajar por un país mejor y hacerlo real. Es un tejedor de voluntades”.

Es lo que busca precisamente este líder, que desde entonces no ha parado de servir a los demás porque no le bastó solo con obrar en su barrio, sino que quiso llegar a otras comunas y veredas, como la Comuna 4, Villa Hermosa, Altavista, etc.

 

Pasos de valiente

En el Centro de la ciudad de Medellín, donde las calles son ruidosas y transitadas, en medio del gentío resalta la ondulada cabellera roja de Leydy Manuela Acosta, de diecisiete años de edad, una joven líder que ha dedicado la mayor parte de su corta vida al servicio de la comunidad.

Su interés siempre se ha inclinado por la política y el trabajo social, trata de entender más allá de lo superficial, de escuchar para luego aprender y actuar. Cuando era una niña siempre fue muy curiosa, le cautivaba ver a las personas. Mientras sus labios dicen “muy sonriente, era muy sonriente antes”, sus ojos se tornan cristalinos.

Líder social Leydy Acosta, CAI de San Antonio, Medellín. Fotografía: Cristina Rodríguez 

Ella recuerda que cuando era pequeña y estaba en el colegio Parroquial San Juan Bautista de La Salle había una niña que no tenía un diente y los demás niños se burlaban de su compañera, se sentía indignada ante tal situación.

Lloró cuando decidió acercarse a su compañera para escucharla, para saber qué era lo que le había sucedido, y luego de eso se levantó al frente de todos para callar las burlas, detener el matoneo y concientizar al resto de sus compañeros.

Sus ojos se volvieron firmes, su corazón latía fuerte, sus palabras las podía sentir por todo su cuerpo y en ese preciso momento supo que ella había nacido para ayudar a los que no tienen voz.

Una mujer con pujanza, con fuerza, carisma y, lo más importante, con valentía. Empezó ayudando a sus compañeros, luego a desplazados, indigentes, comunidades enteras, nunca se detuvo a pesar de que no todo fue positivo en su vida, había días duros donde sus pies no resistían ni un paso más, donde el dolor de cabeza y el cansancio físico la detuvieron, donde un hecho aterrador marcó el resto de su vida —el cual prefiere omitir por miedo al señalamiento de la sociedad— pero, aun así, Leidy no perdió la fuerza, la paciencia ni la esperanza para seguir con su labor.

A medida que fue pasando el tiempo, empezó a ser parte activa de la escuela de liderazgo de la Alcaldía de Medellín, perteneció a varios voluntariados y fundaciones tanto privadas como públicas. Ella suele caminar por La Cruz, La Honda, Bello Oriente, El Popular, Altavista, etc., y donde llega siempre cambia la vida de alguna persona.

En el periódico El Mundo se expresa que líder social es una de esas expresiones cuyo concepto no es nuevo pero que, ante sucesos sobrevinientes, toman un significado especial.

Hasta hace cerca de dos años un líder social era cualquier persona que reuniera las características del sustantivo ‘líder’ sumado al adjetivo ‘social’. Pero ahora es una expresión que toma valor para aquellos que son marginados y vulnerados.

Son individuos que reciben como pago justicia, equidad y sonrisas de los demás, sonrisas que los impulsan a seguir defendiendo, a no callar y a luchar por el bienestar de todos, no hay reconocimiento, pero sí expresiones de alegría.

Ellos son quienes dan valor a esos barrios, no importa el sol a sol, si es de noche, si es festivo o, simplemente, si es un domingo de descanso, siempre tienen tiempo para organizar y trazar las actividades que realizarán en un barrio, trazos que aunque son pequeños, tejen una comunidad feliz.

 

Líderes de Regalados jugando » el puente está quebrado» con comunidad de Robledo-comuna 7. Fotografía: Valentina Vargas (líder social). 

 

Amor para cambiar

“El problema no es que no hayan muchos líderes, el problema está en ser un buen líder por y para la gente, ser esa voz que manifieste todas esas grandes cosas que genere movilización de aquellos que no la tienen y que, seguramente, a partir del liderazgo que yo ejerza, van a querer también serlo”.

Así lo expresó Valentina Vargas Muñoz, una mujer de veinte años, servicial, espiritual y disciplinada, a la cual no le interesa el reconocimiento por lo que hace, sino que entrega lo necesario para ayudar, además le da un valor especial a las personas con el fin de que se sientan parte esencial para la transformación social.

Líder social Valentina Vargas, Universidad Pontificia Bolivariana sede de Antioquia. Fotografía: Cristina Rodríguez.

Cuando era pequeña su abuela le inculcó que tenía que hacer lo que le apasionara así no recibiera riquezas monetarias a cambio, “cada cosa que hago debo sentir que realmente amo hacerla, si no es así no vale la pena hacerla”.

Aprendizaje que ha tenido en cuenta toda su vida, por ende, se mantiene todo el día realizando actividades que la apasionan, demandando gran parte de su tiempo necesario para construirse y reconstruirse como persona.

Ha hecho parte de varios voluntariados como Techo, MCP, Jóvenes líderes, Medellín con principios, y fue personera en el colegio San Francisco Javier. Valentina es estudiante de Trabajo Social en la Universidad Pontificia Bolivariana.

Asimismo está involucrada en el área cultural y artística, donde realiza teatro, baile y música (toca el violín): “Logro aprender por medio de los colores e imágenes y ha sido una herramienta esencial para llegarle a las personas”, afirma.

Su sonrisa, en cada palabra, es sutil y contagiosa como la de los niños cuando reciben un regalo inesperado, esto se debe a su forma de ser, mientras comienza a decir que, a corto plazo, desea seguir con el voluntariado MCP (Regalados) para que tome fuerza, con el objetivo de llegar a generar cambio en la nueva generación de jóvenes para que esta actúe y se empodere de su territorio.

A largo plazo, va a continuar con sus proyectos de liderazgo para seguir aprendiendo y especializarse en familia, “creo que cuando uno aprende por qué ama aprender y lo lleva a la gente con el mismo amor, la gente va a amar aprender”, por ello quiere crear una organización cultural juvenil que potencie las habilidades artísticas de los jóvenes.

En el periódico virtual de La República, Aldo Civico expresa que “como lo afirma el científico y monje budista Matthieu Ricard, la compasión «nos induce a remediar el sufrimiento y sus causas»’’.

Los artistas y los líderes conscientes no cierran los ojos porque es la compasión la que los mantiene abiertos. Es también la compasión y la capacidad de generarla lo que permite conectar e inspirar, debido a que los artistas y líderes no solo se enfocan en el “qué” y el “cómo” de la realidad, sino que también imaginan lo que es posible, miran la realidad sin dejarse atrapar por ella y saben cómo trascenderla a través de un acto creativo que inspire.

 

Líderes de Regalados bajo el liderazgo de la voz de Valentina Vargas, Manrique-comuna 3. Proyecto «Manrique limpia, tú haces el cambio» el 6 de marzo del 2019. Fotografía: Cristina Rodríguez.

 

Regalados

¿Qué tienen en común estos tres líderes sociales? Los tres pertenecen a MCP, Regalados, un voluntariado sin ánimo de lucro que nace desde noviembre del 2018 de una fundación (Medellín con principios), con el interés de, como lo expresó Alejandro: “llegar a aquellos lugares a los que la Alcaldía no llega”.

Un grupo de jóvenes caminantes, con la idea de cambiar una realidad que necesita ser cambiada, “junta personas que les nace de corazón ser parte del voluntariado”, según Valentina. Ellos recorren comunas de Medellín y veredas del Valle de Aburrá que, de cierto modo, han sido olvidadas por el Gobierno: “Nos parchamos en diferentes lugares a repartir regalos, sin embargo no solo entregar regalos es dejar un mensaje de paz y amor”, dice Leydy.

Estos jóvenes recogen los fondos monetarios por medio de donaciones (dinero, juguetes, comida, útiles) que les da la gente y algunas entidades, pero también van de puerta en puerta, hacen actividades recreativas, bazares, puestas en escena y, por medio de trueques, buscan sostener el voluntariado.

Valentina menciona una de sus experiencias con Regalados:

“Si era una cuadra, era mucho, subimos con toda la actitud por Altavista, cuando llegamos vimos a todos los niños mirándonos —estábamos nerviosos porque todos llevamos esa expectativa de qué haríamos— nos recibieron con mucho amor; ese día hablamos sobre la paz, los niños nos decían que no querían más violencia y no querían más daño. Recuerdo que una de las niñas decía: ‘yo quiero jugar fútbol tranquila’, cosas pequeñas, que nos removieron el alma, tenía ganas de llorar, pero lo supe controlar”.

Luego, hicieron una actividad de recreación, una pista jabonosa, donde lograron integrar a toda la comunidad:

“Todos se tiraron, incluso hubo un bebé. La unión y la plenitud de haber logrado tu objetivo no tiene comparación, también se logró proyectar a los niños a hacer un cambio por su comunidad, a apropiarse de su territorio, aunque lo más destacable fue que sacamos a los niños, jóvenes y adultos de la rutina”, así lo explicó Leydy.

 

Niño de Altavista-corregimiento de Medellín en pista jabonosa, Actividad de apropiación y unión del territorio realizado por Regalados. Fotografía cortesía de: Regalados, 28 de enero del 2019.

 

Por otra parte, como hay personas que aceptan con gratitud su ayuda, hay otras que los ignoran, pero eso no los ha detenido a seguir con la meta inicial. Estuvieron en la comuna 13, repartiendo útiles escolares; en Robledo, recogiendo basura; en San Cristóbal, haciendo recreaciones y bazares; en Manrique, regalando ropa; y en Altavista, haciendo campañas para promover el amor, el respeto y la paz.

 

Nos están matando

En sus inicios el proyecto Regalados se encontraba en Bello pero, por las constantes amenazas, se tuvieron que desplazar a Medellín.

Sin embargo, esto permitió que se involucraran más de 30 líderes sociales de toda el área limítrofe. En otro orden de ideas, también se han sentido agredidos con expresiones y bromas como «no nos importa quién es usted o qué hace”, esto le pasó al líder Alejandro, mientras se encontraba realizando una gestión en un barrio del sur.

Por otra parte, Valentina expresó que “si amenazan a uno o le dicen váyase, el problema es de todo el voluntariado porque somos una familia y no están amenazando la persona, están amenazando nuestra labor, el cambio y la transformación social”.                  

Este tipo de “advertencias” ocurren constantemente, incluso algunos mueren a causa de estas. En el periódico El Espectador se menciona esto a través de la historia de un líder:

“A Gilberto Valencia las balas no le permitieron terminar de celebrar la llegada del nuevo año junto a su familia. Un hombre que, según las primeras versiones, era conocido de Valencia llegó hasta el lugar en el que departía con amigos y familiares y le disparó con un arma hechiza. Así, Valencia se convirtió en el primer líder social asesinado este año”.

Desde otra perspectiva, según el periódico El Colombiano, lo único que no descansó en el receso de año nuevo fue el asesinato de líderes sociales.

Las cifras son contundentes y aterradoras: en los primeros seis días del 2019 les quitaron la vida a seis líderes sociales en el territorio nacional, reafirmando que la violencia no tiene previsto abandonar un solo centímetro.

A esto se suma que la DIAN (Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales) dice que la información sobre los líderes asesinados en Medellín es reservada, sabiendo que es información pública.

 

Líder social Valentina Vargas repartiendo regalos en Altavista-corregimiento de Medellín. Fotografía: Cristina Rodríguez.

 

Ni los asesinatos, ni las amenazas, ni el miedo hacen que dejen de hacer su labor y levantar la voz por aquellos que no la tienen. Aman las huellas que dejan y su mayor recompensa está en dejar semilla para la transformación social.

Se han convertido en líderes tejedores de sueños, de voces y de luchas porque las comunidades se convierten en constructoras de país debido a que empiezan a trabajar en conjunto y en pro del pueblo. Para ellos, sembrar liderazgo y pasión en los niños es formar una generación de transformación social.

 

 

Foto cortesía de: El Espectador

 

 

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Cristina Isabel Rodriguez Rodriguez
Comunicadora Social-Periodista, apasionada por la investigación, fotografía documental, y arte.
Yesenia Jaramillo López
Estudiante de Comunicación Social, amor por la investigación y la fotografía.