¡Adiós 2020, bien ido!

Por favor, que nadie se vaya a poner a llorar el 31 de diciembre en la celebración de Año Nuevo. Y si lo hace, que sea de la emoción de despedir este 2020 que ha sido una pesadilla para todos.

Opina - Política

2020-12-19

¡Adiós 2020, bien ido!

Columnista:

        Mauricio Galindo Santofimio

 

Por favor, que nadie se vaya a poner a llorar el 31 de diciembre en la celebración de Año Nuevo. Y si lo hace, que sea de la emoción de despedir este 2020 que ha sido una pesadilla para todos.

Un año para olvidar, para tener en la libreta de los recuerdos como un año que nos cambió la vida, no sabemos si para bien o para mal.

Lo que sí es cierto, y más allá de la pandemia, es que en este país que todo lo soporta, que todo lo resiste, que todo lo aguanta, y que, también, olvida lo que no debe, las cosas que sucedieron no fueron las mejores: líderes sociales asesinados, en un número alto según cifras de Indepaz que dan escalofrío, persecución e intentos de censura a la prensa, zancadillas y entrampamientos a la paz y nombramientos de funcionarios o ratificación de algunos de ellos que dan vergüenza, son solo algunos ejemplos.

Este año en Colombia fue una tragedia en lo económico, en lo social, en lo político, en lo educativo y, por supuesto, en la salud. Hubo masacres constantes, y de acuerdo con lo reportado por El TIEMPO, el pasado 12 de diciembre fueron “80 según Indepaz… (hoy, posiblemente, serán más), (que) recuerdan esos años de terror en los que cientos fueron asesinados por paramilitares y guerrilleros durante los años más duros del conflicto. Este año, 340 personas (hoy, posiblemente, serán más) han muerto, en su mayoría a manos de los grupos ilegales que están detrás del control de las economías ilícitas en las regiones”.

Un panorama oscuro, sin contar con los pleitos políticos, los enfrentamientos permanentes entre líderes de un lado y del otro que en nada construyeron, la desvergüenza de ministros, embajadores, congresistas, diputados y concejales de todas las estirpes que no se cansaron de cometer exabruptos.

Este 2020 dejó claro las enormes falencias de un gobierno que para nada ha pensado en el grueso de población. Un desgobierno. Dejó en evidencia las enormes brechas sociales que aún persisten, mostró lo nefasto de la política que, al parecer, se hace a costa de todo.

Aquí no se salva nadie. Por el poder todo se contempla, todo se realiza sin estupor alguno. No hay líderes que unan, solo generan divisiones; no se ve una persona que aglutine y que cuente con el carisma para albergar a las mayorías, pero a las auténticas mayorías, no a esas que dicen tener unos y otros.

Ya se empezaron a ver candidatos para una prematura campaña presidencial que tienen investigaciones y cuestionamientos que poco les valen. Ya periodistas están haciendo cábalas y mirando a ver a quién apoyan. Ya el uribismo, el pretrismo, el fajardismo, y, ahora, el “nestorhumbertismo”, están en el partidor.

El primero no se sabe a quién irá a lanzar; el segundo tiene un solo líder, inamovible, incontrovertible, irrefutable; los fajardistas esperan el apoyo de Uribe al igual que los amigos del exfiscal Martínez.

Poco queda, o poco quedará en buenas manos, si es el uribismo el que pone nuevamente presidente. Ya puso a una persona que tiene más virtudes y más aptitudes para presentador de televisión, para cantante, para jugador de fútbol que para estadista. Mala recordación dejará ese ungido. Y las cosas pueden ser perores si volvemos a caer en manos uribistas.

Por el lado de Petro, ya lo he dicho varias veces en algunos de mis trinos en Twitter y en mis columnas: si logra aglutinar, si deja de creer que es otro mesías, si calma a muchos fanáticos que lo siguen, puede ser presidente, porque es un personaje valioso, inteligente, un gran orador, plantea cosas interesantes, y tiene ideas que podrían llevar a tener un país mejor, pero genera odios y eso a Colombia no le conviene. No se puede seguir en enfrentamientos continuos. En sus manos estará modificar las cosas si es que realmente quiere llegar a ocupar el solio de Bolívar.

Fue un año catastrófico por donde se le mire: más pobreza, más indignación ciudadana, muertes por COVID-19 en un alto número, desapariciones, masacres, golpes a la paz, odio, rencor, fanatismo, “mala leche” por todos lados. ¡Y hasta huracanes!

De manera, pues, que el 31de diciembre lo que toca es alegrarse porque muere, porque se va, porque, por fortuna, será uno que se debe enterrar con el anhelo de que no se vuelva a repetir, de que no resucite con otro número.

El 2021, por su parte, no pinta mejor. Será otro año lleno de incertidumbre por la pandemia, por la vacuna, por las condiciones labores y por el sustento de muchos hogares. En lo político no se vislumbra paz, lo que se ve venir son pleitos, improperios e insultos.

En lo social, con este Gobierno, no hay esperanza. Como no la hay en lo económico ni mucho menos en la reconciliación, que debe pasar por el perdón, ese que algunos no están dispuestos a dar.

Pero hay que seguir dando la batalla. Desde el periodismo, desde las organizaciones sociales, desde la academia, en el sector de la salud, en los diferentes lugares donde se piense en la recuperación de la vida digna.

El periodismo les debe mucho a sus audiencias. Periodistas militantes no convienen y es hora de que lo entiendan. Organizaciones sociales no son buenas si se politizan y olvidan sus metas para entregarse a un político u otro. La academia pierde su rumbo si deja a un lado el pluralismo, la diversidad de opiniones, el respeto a las diferencias y se centra en el adoctrinamiento.

Médicos, enfermeras, auxiliares y todos aquellos que trabajen en el sector de la salud deben preocuparse por salvar vidas, por defender su juramento hipocrático y por continuar en esa loable, altruista y encomiable labor sin que medien intereses partidistas o sesgos políticos. La vida no es liberal, conservadora, verde, uribista, petrista o comunista, es vida.

Bien ido este 2020 nacido para matar. Bien ido este año sacado de las entrañas del Belcebú. Adiós 2020, ojalá solo sea recordado para no hacer lo que se hizo, para aprender y recapacitar sobre todo lo que pasó, que no fue más que una etapa para el rencor.

Adiós a todo lo malo. Que vengan cosas mejores, si es que el ser humano algún día puede cambiar un poco. Que venga una virtualidad bien hecha, tanto para empresas como para centros educativos de toda índole; que llegue un teletrabajo digno y no en condiciones de esclavitud como las que se vieron en este año con número gemelo. Que aparezcan las soluciones a los grandes líos sociales y se den condiciones económicas más boyantes para todos.

No vayamos a llorar por él. No vale la pena. No vayamos a repetir los malos ejemplos que nos dejó ni vayamos a evocarlo con cariño. Se va, quizás, el peor año que hayamos vivido muchas generaciones, el peor de todos, pese a que muchos afortunados vivimos confinados, pero sin carencias y, por fortuna, con salud, pero no somos el grueso de la población, esa que los poderosos olvidan: la del Chocó, la de La Guajira, la del Cauca y muchas más a las que no voltean a mirar, sino para los votos.

Adiós, año que se dedicó a discusiones caducas sobre la izquierda, el centro y la derecha. Váyase bien lejos, a ver si podemos hablar de otras cosas más constructivas y productivas.

Adenda. En enero nos volvemos a ver, queridos lectores. Gracias siempre por leerme. Pese a todo, que tengan una feliz Navidad, y que el 2021 nos traiga algo mejor. 

 

( 2 ) Comentarios

  1. ReplyOSCAR OMAR MOROS FERNANDEZ

    Interesante, el 2020 desnuda la TORPEZA & CORRUPCION de nuestros gobernantes. El problema sigue, porque para los corruptos no hay VACUNA en estudio, actualmente en el orbe.

  2. ReplyLuis Fernando García Núñez

    Muy bien. Estoy de acuerdo. ¡Qué vamos a llorar por este año! Pero también creo que debemos llorar por la forma como tantos funcionarios de alto nivel se aprovecharon de la pandemia y nos dejaron, además, una tragedia de la cual va a ser difícil recuperarnos. Alcaldes, gobernadores, ministros, asesores que hicieron negocio con el mal ajeno… Y nosotros acá, tratando de recomponer la historia, para que se cuente de otra forma. Por eso gracias por los artículos y por las otras visiones…

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Mauricio Galindo Santofimio
Comun. Social-Periodista. Asesor editorial y columnista revista #MásQVer. Docente universitario. Columnista de LaOrejaRoja.