A usted, colombiano: a propósito de nuestra “identidad nacional”

¿Quién es el colombiano promedio? No es un periódico paisa, no es el “gran colombiano” nominado por los medios de comunicación, no es el artista que vende o nos venden, ni el deportista que triunfa cuando triunfa (y solo cuando eso ocurre).

Opina - Sociedad

2019-07-24

A usted, colombiano: a propósito de nuestra “identidad nacional”

DIVERTIMENTO 1
Autor: Alexander Madrigal

 

Inauguro los presentes divertimentos que, si bien no serán notas musicales armónicas, sí esperan aportar a su sana diversión con las tragedias de la política actual.

Empezaré por la casa, señalando que soy un buen colombiano, aquel buen ciudadano promedio que se suele quejar de su triste realidad nacional, pero que poco se lo toma a pecho como para intentar hacer algo más allá de la crítica.

Soy aquel colombiano que, si bien no se identifica con la camiseta del equipo de futbol, siente esta tierra como propia y sufre con pasión desmesurada los debates políticos y sociales del momento, muchas veces desde el prejuicio de una posición ideológica preconcebida, o simplemente por la necesidad de tomar partido en unas situaciones tan recurrentes y naturalizadas que, si acaso llegan a ser tema de la semana o por mucho de un par de días, pasan indiferentes en un país sin memoria.

El tema de la presente divagación es la discusión vacía de la “identidad nacional”, apropósito del llamado Bicentenario y en razón a mi mera voluntad de discutir un tema vano e irrelevante, de interés quizá en aulas o cunas de eruditos o expertos académicos que poco aportan a la sociedad, más allá de exaltar su ego levitante y sus debates vacíos sobre teorías o autores santificados, como bien lo hacen las iglesias dogmáticas o los generadores de opinión.

No me excuso por el poco aprecio que sus divagaciones me generan, ni por mi tono despectivo y burlón frente a sus sesudas reflexiones. Lo hago por mi propia incoherencia y por hacerle perder el tiempo a usted y a ellos –que no aguantarán sus ganas de meter aquí sus narices- en esta corta lectura.

La cuestión de la “identidad nacional” tiene sus raíces en la historia patria. A propósito, la historia es un relato que cuenta unas cosas y oculta otras, actúa como esa memoria olvidadiza de los hombres (género masculino) que suele no recordar aquello que no les conviene y construir una narrativa conveniente que niega cualquier trato despectivo, flaqueza o machismo en situaciones cotidianas que constituyen nuestra cultura dominante.

Pero, sin caer en las discusiones sobre el género y la sociedad patriarcal, decía que la historia tiene que ver con una identidad construida desde lugares exclusivos específicos, se impone, se impuso hasta en la gloriosa Europa y nos llegó a estas tierras latinoamericanas como parte del proceso de colonización de nuestra forma de comprender, pensar y actuar.

Por eso, me dirijo a usted colombiano promedio, con el afecto que me produce el compartir esta tierra, esos supuestos valores comunes, este Estado disfuncional, esas problemáticas sociales estructurales que a nadie importa, me dirijo para cuestionarle su propia identidad.

¿Quién es el colombiano promedio? No es un periódico paisa, no es el “gran colombiano” nominado por los medios de comunicación, no es el artista que vende o nos venden, ni el deportista que triunfa cuando triunfa (y solo cuando eso ocurre). El colombiano no es un café, una bandera, un narco, el campesino o el humilde.

El colombiano de la “identidad nacional” parece ser el producto de la tierra, y cuando digo tierra uso la metáfora de la agricultura: es el fruto de un territorio histórico que, nos dicen, creció sobre unas montañas en donde no debió nacer nada más que monte, donde resultaba inviable mantener una sociedad, donde solo comunidades aisladas, celosas las unas con las otras, se mantendrían sin un proyecto compartido (la nación).

A usted colombiano que no le duele la política o que le duele pero le duele poquito porque eso no es con usted, o es con usted pero no con los de mi bando, o es con mi bando pero no es culpa nuestra, en fin…

A usted colombiano promedio, que por lo menos decidió leer este divertimento que ni divierte, a usted que por curiosidad o error se atrevió a leer esto, invito a que piense, piénsese como colombiano y luego reflexione qué significa serlo.

Encontrará “narrativas” bellas, hermosas, cuentos heroicos, grandes manifestaciones de tenacidad y persistencia o/y también situaciones que dan asco, un individualismo extremo, una quejadera desbordante y vacía, un pesimismo inmovilizante y cómodo, comodísimos somos los colombianos (como decía mi hermano Jaime Garzón).

A usted colombiano, en este bicentenario vacío, le invito a que haga algo con su identidad nacional: por qué no se la mete en el corazón y la siente de verdad. Por qué no se empieza a interesar por lo público, por los problemas reales, por la toma de conciencia sobre la necesidad de hacer algo.

Empiece compatriota colombiano a querer hacer algo y hágalo, así sea una microacción frente a esa partida de… colombianos que no quisiéramos seguir siendo. Espero me acompañen en este propósito y en futuros divertimentos sobre la coyuntura nacional.

 

 

Foto cortesía de: Publinews

 

 

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Alexander Emilio Madrigal Garzón
Politólogo Internacionalista. Doctorando en Educación. Magister en Relaciones Internacionales. Docente, Consultor e Investigador.