Revocatoritis o perfumando bollos

Opina - Sociedad

2017-01-20

Revocatoritis o perfumando bollos

Llegamos al 2017 ansiosos de revocar el mandato a varios alcaldes, entre ellos el de Peñalosa y el del gobernador del Quindío. La vieja expresión “perfumar bollos” obedece a que “la fiebre no está en las sábanas”, el Estado es el enfermo, el que está en mora de ser revocado. Un diputado antioqueño la usó para referirse a la inutilidad, inconveniencia o despilfarro de recursos que sería invertir en el Chocó, debido a la corrupción existente en ese departamento.

La corrupción es congénita al capitalismo, sistema que empieza por legalizar el robo de la plusvalía generada por los trabajadores para enriquecerse mediante ella. A través de la libertad de empresa y de la libre competencia, así como de la imposición de precios arbitrarios a sus propiedades y mercancías, busca seguir acaparando capital.

Aunque con propiedad el término corrupción se aplica al enriquecimiento ilegal utilizando sobornos, peculados, prevaricatos, dolos, incumplimientos en los contratos, zancadillas a los competidores, omisión o violación de leyes, la base de la misma es la absurda ética aplicada: “el mundo es de los vivos”, “camarón que se duerme se lo lleva la corriente”, “medio mundo vive del otro medio”, “el Estado por ser de todos no es de nadie”, “si yo no me lo robo, otro le madruga”, etc. Y como la justicia es de clase, solo “para los de ruana”, los fallos suelen ser políticos y no jurídicos, lo ilegal pasa a ser legal. Unos pocos ejemplos: Invercolsa, Isagén, Reficar, Interbolsa, Fondo Premium, Agencia Nacional de Estupefacientes, Agro Ingreso Seguro, Odebrecht, Panama Papers, cartel de la chatarra, EPS, etc.

Hay que empezar por el principio, por revocar (no con masilla y cemento), por eliminar y sustituir el Estado, atiborrado de corruptos en sus tres poderes. El nuestro no está estructurado para garantizar los derechos humanos a toda la población sino para privilegiar única y exclusivamente a los dueños de los medios de producción, tanto locales como foráneos.

Alardeamos demasiado sobre las bondades de la Constitución de 1991, pero analizándola a fondo no sirvió mas que para entronizar legalmente el neoliberalismo, para privatizar las empresas estatales, el peor de los males actuales. En cuanto a los derechos, la trampa fue mortal: primero transcribieron en más de 80 artículos los 30 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, pero al final de cada uno abrieron la posibilidad a la privatización. Y ahí tenemos los resultados: bla, bla, bla y ningún derecho humano garantizado por el Estado. ¿No vieron lo que hizo el pícaro Palacino con los recursos de la EPS Saludcoop, la misma con que la familia Uribe Moreno aumentó su fortuna en 3 billones de pesos? Construir un condominio campestre en Granada (Meta).

Sin embargo, tampoco sirve de nada revocar el Estado si el pueblo no está capacitado para escoger entre varias alternativas socioeconómicas y políticas; si desconoce las verdaderas causas de la desigualdad social, de la pobreza, de las injusticias; si la población prefiere el sistema socioeconómico colombiano al de Noruega o de Suecia, por ejemplo. Así, nada ganamos con una revocatoria del sistema. Igual pasa con la revocatoria de un mandato: cuando se ignoran los antecedentes y los programas de los candidatos, cuando los criterios para elegir son los que recomiendan los caciques políticos o cuando el pueblo se guía sólo por los medios de comunicación o por el tamaño de la limosna para ir a votar, ¿qué cambios pueden esperarse? Seguirá la farsa, cambiarán de payaso pero la función continuará igual.

La clave de todo está en la educación. Cuando esta sea de buena calidad, enseñe a pensar y a que las personas sean autónomas, las decisiones del pueblo serán más acordes con sus sueños.

Libardo García
Docente Universitario en U. del Tolima, U. de Caldas, U. Tecnológica de Pereira y U. del Quindío. Dirigente de la Asociación de Derechos Humanos Demetrio Prieto.