Limpiar la Alcaldía de Medellín

Opina - Política

2017-07-08

Limpiar la Alcaldía de Medellín

El viernes 7 de Julio, se acercaron al edificio principal de la Alcaldía de Medellín en la Alpujarra, un puñado de jóvenes con el fin de realizar una acción de protesta. El objetivo era, literal y simbólicamente, limpiar la alcaldía de Medellín y mandar un mensaje que no es menor: “la ciudadanía está empoderada, los jóvenes estamos empoderados y queremos un nuevo diálogo de ciudad”. Para este acto, los insurrectos se armaron con escobas, estropajos y baldes con jabón.

Después de conocer el modus operandi de Gustavo Villegas para pactar con bandas criminales de Medellín capturas hechas circo mediático por Federico Gutiérrez, una parte de la ciudadanía de Medellín, que no había comprado el cuento de la supuesta candidatura independiente y de calle de Federico, ha reaccionado.

Este acto en la Alpujarra representa el sentir de muchos paisas que, ante la calamidad institucional, han decidido no seguir incautos por un alcalde que frente a las cámaras reta a la criminalidad, mientras su mano derecha negocia con ella. La mafia criminal en Medellín no es un asunto fácil de digerir.

La mal llamada desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), específicamente del bloque Cacique Nutibara, sigue dejando secuelas y rastros de la penosa relación entre legalidad y criminalidad en Medellín. Digo mal llamada porque no fue una desmovilización total; fue parcial y opaca en todo sentido; los altos mandos (que tenían nexos con políticos) se entregaron dejando a mandos medios operando el narcotráfico y transmutando a nuevos grupos delincuenciales que siguen operando con toda impunidad en el Valle de Aburrá, como lo afirma la Comisión Nacional de Reparación en su texto Disidentes, rearmados y emergentes ¿bandas criminales o tercera generación paramilitar?

Y es que todos los paisas sabemos que no ha existido un proceso de paz tan catastrófico y lleno de calamidades jurídicas y sociales como aquel con el bloque Cacique Nutibara, pese a que, paradógicamente, su protagonista y negociador estrella es ahora un personaje antagónico al Proceso de Paz con las FARC y un adalid para muchos en Medellín.

Ante este panorama, las acusaciones al ex Secretario de Seguridad son muy graves y dan cuenta que la institucionalidad de la Alcaldía en nuestra ciudad es sólo una careta, una pose, una ficción de internet y televisión que infringe la ley para negociar con asesinos y delincuentes.

Limpiar la Alcaldía de Medellín de las bandas criminales es necesario e imprescindible, y la ciudadanía debe jugar un rol protagónico.

El lema de Federico para la seguridad había sido “la seguridad cuenta con vos”, pero ¿por qué hacer un llamado al empoderamiento ciudadano si todas las cuestiones de seguridad de la ciudad se pactaban con los criminales? ¿A qué ciudadanos se refiere Federico? y ¿A cuáles podrá ver a la cara después? ¿Qué pensará ahora cuando diga “la seguridad cuenta con vos”?

Ya lo sabía Federico al poner en ese cargo a una persona de tan dudosa reputación, él sabía que esa jugada le podía salir mal; puso en la cabeza de la Secretaría de Seguridad a alguien que tenía la consciencia y el prontuario para negociar con la criminalidad, puso a alguien que tenía entre sus contactos cercanos a los delincuentes más poderosos de Medellín.

Es esperanzador que parte de la ciudad entienda que no tiene un alcalde ejemplar; la verdadera ciudadanía, organizada, pacífica y propositiva está representada por ese grupo de jóvenes que con mucho ímpetu limpiaron los símbolos de la Alcaldía, y esta acción debe dar pie a la continuidad de procesos colectivos, políticos y participativos que cambien el rumbo de la institucionalidad en Medellín. El desafío es muy claro: no hay nadie en las instituciones -no hay- que pueda cambiar el destino de Medellín; le toca a los jóvenes sentarse y hacer ciudad, reunirse y hacer ciudad, porque no hay nadie más que lo pueda cambiar.

El mensaje de los jóvenes en la Alpujarra era contundente: “No sólo el aire está contaminado aquí”, porque la realidad muestra que, por mucho discurso, por mucha campaña de marketing político, por mucho bla bla bla y cámaras de televisión, Federico no podrá salir impune de esta coyuntura; su mutismo en las redes sociales demuestra que la captura de Gustavo Villegas es un golpe profundo que no pueden soportar ni su frágil propuesta de gobierno, ni su inflado liderazgo.

No queda más que seguir desde abajo haciendo ciudad, no queda más que organizarse y exigir y actuar como comunidad porque la ciudad que conciben los de arriba en sus oficinas de la Alpujarra es una ciudad impune para la delincuencia que perpetúa la inseguridad para los que vamos a pie; porque, como lo reconoció el mismo Federico, los delitos de alto impacto en Medellín siguen subiendo, aunque en su lectura oportunista es que “son, en parte, producto de la reacción que tienen las bandas delincuenciales contra los operativos que las autoridades están realizando en su contra” (Entrevista el Colombiano, 2016).

La conclusión es que debemos limpiar la Alcaldía de Medellín, debemos limpiar la ciudad que está ennegrecida por las mafias delincuenciales y sus secuaces que, desde la instituciones, las solapan y las cubren mientras se hacen ver como caudillos de la seguridad.

 

Juan Pablo Duque
Soy un migrante empedernido. Colombiano. Joven (1992) psicólogo social de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), magíster en Investigación Psicosocial de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y estudiante de la especialidad en Políticas Públicas para la Igualdad de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso Brasil).