En sí, la violencia sexual no es un fenómeno nuevo en Colombia. Este acto ha sido una constante característica del conflicto, en el que las fuerzas armadas y grupos paramilitares se enfrentaban para disputarse el control de los territorios y los recursos económicos provenientes del narcotráfico y la guerra. La violación siempre se utilizó como un método de tortura para lesionar el honor del enemigo. La mujer era vista como un botín de guerra en el marco del conflicto armado.
Aún no existe un registro total y definitivo que recopile datos específicos sobre el número de mujeres, niños y niñas que han sido víctimas de violencia dentro del conflicto. Sin embargo, a lo largo de los impasibles años de guerra vividos en el país, aproximadamente durante los años 1985 y el 2016, el registro único de la unidad de victimas del país ha inscrito más de 18.867 mil víctimas por delitos contra la integridad sexual, entre ellas, más de 15.940 son mujeres entre los 16 y 60 años de edad. Además, archivos de medicina legal, informes de ONU Mujeres y de la Fiscalía, revelan que todos los actores armados han estado involucrados en estos crímenes de violencia sexual contra las mujeres.
Es decir, casi el 80% de la población femenina se convirtió en principal víctima de los actos atroces cometidos en medio de la guerra. Principalmente, según recopilaciones de organizaciones como Sisma Mujer y el Comité Internacional de la Cruz Roja, se reveló que las finalidades de dichos actos en el marco del conflicto armado eran callar, dominar, castigar o incluso obtener falazmente información del enemigo. No obstante, y como si no fuera suficiente, mujeres indígenas, campesinas, afrodescendientes o pertenecientes a las mismas tropas guerrilleras, sufrían de violencias como prostitución forzada, aborto forzado y esclavitud sexual.
Así mismo y vergonzosamente, cuando se indaga sobre denuncias o archivos de casos de violación sexual a mujeres en el conflicto colombiano, no solo se encuentra con el alto número de cifras, sino con la ingrata sorpresa que el mayor dígito de víctimas de este delito registran como principal culpable a los miembros de las fuerzas armadas y policiales del país.
Por ejemplo, en los años 2000 y 2006, la Fiscalía General de la Nación reportó las denuncias sobre violencia sexual a manos de los diferentes grupos armados. El Ejército Nacional registró el mayor número de víctimas con un 40,2 % de delitos cometidos. En el año 2010, el Instituto Nacional de Medicina Legal realizó valoraciones médico legales por probables delitos sexuales a 18.129 personas, de las cuales 15.191 (83,8 %) eran mujeres. Entre ellas, la mayoría refirieron como presunto agresor a las fuerzas de policía, con 30 casos de violencia directa y 4 de violencia indirecta, mientras que otros grupos armados como narcotraficantes, guerrilleros o paramilitares, registraron entre 8 a 12 casos.
Entonces ¿Qué va pasar con cada una de estas víctimas? ¿Quién va a responder verdaderamente por los delitos cometidos? ¿Hasta cuándo las mujeres seguirán siendo objeto de violencia y misoginia?
Probablemente logramos finalizar más de 50 años de guerra, pero mujeres víctimas y cientos de organizaciones en favor de los Derechos Humanos, seguirán luchando firmemente por siempre revivir la memoria de las miles de niñas y mujeres víctimas de este delito en el país. Además, también esperan garantías y apoyo del Estado colombiano y que las promesas firmadas en el Acuerdo Final de paz se hagan realidad.
Por favor no nos olvidemos de estas sobrevivientes. Hoy las mujeres víctimas del conflicto armado esperan que la paz y la no repetición sean más baratas que las balas en medio de una guerra.