Coronavirus y paz

Los tiempos de esta pandemia no frenan el odio ni la venganza, nos falta humanidad, perdón y compasión.

Opina - Política

2020-03-31

Coronavirus y paz

Columnista:

Liliana Estupiñán Achury

 

En esta fase excepcional varios temas se cruzan con la pandemia mundial y su impacto en todos los Estados y los territorios. Mujeres y coronavirus, academia y coronavirus, amor y coronavirus, etc. Todo ha sido trastocado, los planes, los proyectos, todo. Una suspensión que no dejará nada igual al momento de reiniciar la normalidad. 

Pero la paz no se puede suspender. Aún así, también ha sido vulnerada en fase de pandemia, los espíritus del odio no cesan. No han sido suficientes, los cuatro años de construcción del documento del Acuerdo Final y de elaboración de una compleja fase transicional, con todas sus consabidas dificultades, más la precaria implementación desarrollada desde finales del año 2016, tan ralentizada y bloqueada por el último Gobierno, que incluso creó una nueva narrativa de “paz con legalidad”, como si habláramos de dos modelos de paz y como si el país aún siguiera dividido sobre este tema, que hoy más que nunca debería tener unidad y ninguna duda. 

Lo cierto es que si hubiésemos avanzado con más fuerza en el cumplimiento de la agenda y del Acuerdo de Paz, los territorios que han sido sometidos a la violencia, hoy tendrían mejores condiciones para afrontar las consecuencias de esta pandemia, que aún se quiere manejar desde el Gobierno Nacional, desconociendo toda la geografía colombiana. 

Hoy, más que nunca, la paz y la autonomía se invocan. Por supuesto, bajo lógicas de coordinación, concurrencia y subsidiariedad. 

Además de territorios débiles y de autoridades territoriales severamente controladas, los líderes y lideresas sociales que no paran en construir ciudadanía y democracia local, siguen cayendo en manos de los señores de la infamia y de la guerra. Ni siquiera enterrarlos se puede. Asesinatos que llegan a sumar más de 800 líderes y lideresas sociales. Según la Misión de Apoyo al Proceso de Paz en Colombia de la OEA, durante la crisis desatada por el coronavirus han sido asesinados 5 líderes sociales. Como dice la ONU, “las personas defensoras son asesinadas y violentadas por implementar la paz, oponerse a los intereses del crimen organizado, las economías ilegales, la corrupción, la tenencia ilícita de la tierra y proteger a sus comunidades”.

También el asesinato de reincorporados de las FARC. Los tiempos de coronavirus no frenan el odio ni la venganza, nos falta humanidad, perdón y compasión. Desde el 5 de marzo, 4 de los exguerrilleros que firmaron el Acuerdo de Paz han sido asesinados en Bogotá, Caquetá y Meta.

Sin hablar de los 23 muertos en los amotinamientos de las cárceles en Colombia y más de 90 heridos, muy a tono con la crisis carcelaria y del estado de cosas inconstitucionales que acompaña el tema. ¿Qué pasó? ¿Quién explica esto? 

Varias preguntas entonces, entre paz y coronavirus: ¿Por qué no pudimos avanzar en la construcción del escenario de paz que se merecían los territorios del abandono? ¿Será que los señores del odio de todos los extremos y lados, no podrían parar, por el mínimo de humanidad que les queda, y ayudar en estos momentos de vida excepcional a sus comunidades (que algunos dicen proteger)? Suficientes las muertes que vienen por el coronavirus para que estos sigan en tremendo festín de la muerte. 

Las cosas del coronavirus se complejizan en un escenario violento y con déficit de Estado Social de Derecho como el colombiano.

Nota: celebro el cese unilateral por un mes, declarado por el grupo ELN. No comparto el tiempo (que tendrán que postergar) ni el tono, pero aún así lo celebro. Este proceso de negociación se debe reactivar. Gobierno y ELN deben avanzar en tiempos de coronavirus. Esto sería un gesto humanitario grande, en medio de tanto dolor que propiciará la pandemia mundial en nuestro territorio. En algunos temas, podemos avanzar, este es uno. Sería el mejor regalo, en medio de tanta incertidumbre. 

 

( 0 ) Comentarios

  1. Muy interesante este escrito. En Colombia no solo nos enfrentamos a una pandemia sino también a unas desigualdades sociales que no se pueden seguir siendo invisibilizadas.

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Liliana Estupiñán Achury
Doctora en Sociología Jurídica e Instituciones Políticas. Académica Derecho Constitucional de la Universidad Libre. Miembro Correspondiente de la Academia Colombiana de Jurisprudencia. Miembro de la Red de Defensores de la Paz.