¿De qué está hecho un pedófilo? ¿Abominaciones humanas o enfermos?

Opina - Sociedad

2016-11-13

¿De qué está hecho un pedófilo? ¿Abominaciones humanas o enfermos?

En los últimos años se ha incrementado en la ciencia el afán por escrutar a fondo el cerebro del pedófilo. El gran interrogante, sobre si se nace pervertido o se hace un aberrado sexual, aún sigue siendo un debate muy intenso que parece no estar muy lejos de concluir.

Recientemente en noticia difundida por El Espectador, el mundo una vez más, se sorprendió con los avances científicos alcanzados por la neurociencia de cara a esta severa y abominada “patología”. Efectivamente, en Suecia, se está adelantando un tratamiento preventivo que busca inhibir por intermedio de un medicamento llamado Degarelix, la libido y los exacerbados apetitos del pedófilo (en potencia). Bloqueando la secreción de testosterona, neuropsiquiatras buscan neutralizar al “demonio” que el pederasta lleva adentro.

A diferencia de la “castración química”, que en palabras de Cristopher Ram, profesional en la materia, es reactiva y destinada a evitar la reincidencia, el procedimiento con Degarelix es eminentemente preventivo y proactivo, de contera. Lo cierto es que, según el artículo aludido, la caída de testosterona luego de una inyección de Degarelix es vertiginosa durante las 72 horas siguientes a su aplicación y, su efecto, bien puede durar hasta tres meses.

Otra eficiente y moderna herramienta desenfundada en la cruzada científica en contra de la pluricitada aberración sexual, es la utilización de imágenes por resonancia magnética (IRM) que “desencriptan estímulos neurológicos”, mientras al paciente se le proyectan imágenes de personas de todas las edades, ligeramente vestidas. Y, en resumidas cuentas, esta técnica busca, hallar indicadores cerebrales que susciten riesgos potenciales reprochables en el individuo, a partir de conductas mentales de individuos sanos. La consigna por parte del neuropsiquiatra es “designar regiones del cerebro activadas durante la sesión: la que controla los sentidos, la que dirige el cuerpo y, la responsable de la inhibición de los deseos”. De tal manera que, con el tratamiento simple y llanamente, se busca redirigir el comportamiento del enfermo. Enderezarlo. Me pregunto si este método también ha sido ejecutado en aquellos enfermos esclavos de la adicción. Y no solamente me refiero a los drogadictos. En todo caso, valga resaltar que estos tratamientos son meramente preventivos; herramientas de diagnóstico y prevención del riesgo como bien lo señala la nota original.

Ahora bien, de cara al nivel de eficiencia, aún en entredicho al parecer, alcanzado por la neurociencia, me pregunto si nuestra sociedad toleraría que un pederasta crónico se sometiera a tratamiento a cambio del cadalso que siempre exigimos a gritos. ¿Merece un pedófilo ser tratado como un enfermo (al igual que el adicto habitual), un psicópata o un deshecho letal del que el “Bien Común” debe deshacerse a como dé lugar?

Muchos les tenemos fobia a estas larvas exterminadoras de niños, pero, al abrigo y arraigo de nuestro pueblo, ¿optaríamos por invertir en tratamientos de la complejidad arriba descrita o nos inclinaríamos por seguir luchando por la pena capital para estas escorias (como muchos los identificamos porque “no merecen más”)?

En la Clínica Universitaria de Kiel (Alemania) jamás han cesado en su frenética búsqueda a respuestas en la actividad cerebral. El análisis de hormonas, los neurotransmisores y genes presentes en la sangre de los “enfermos” es exhaustivo. Jorge Ponseti, psicólogo y psicoterapeuta del Departamento de Medicina Sexual en Kiel, junto con sus colegas de otros cuatro centros médicos universitarios alemanes en Hanóver, Berlín, Essen y Magdeburgo, participan en un proyecto internacional para investigar los “Fundamentos Neurobiológicos de la Pedofilia y el Abuso Sexual Infantil”. Los investigadores quieren demostrar qué factores psicológicos, neuropsicológicos, endocrinos, genéticos, así como determinadas estructuras y funciones cerebrales pueden indicar si alguien tiene una predisposición a la pedofilia o no. Pero lo cierto es que, el uso de la resonancia magnética nuclear sólo puede revelar quién tiene o no una tendencia pedófila; no por qué.

James Cantor, del centro de Adicción y Salud Mental de Toronto, en Canadá, pasa la mayor parte de su tiempo explorando los cerebros de pederastas con escáneres por resonancia magnética. Y ha llegado a una conclusión llamativa y controvertida.»La pedofilia es una orientación sexual», dice. «Es algo con lo que nacemos, esencialmente; no cambia a lo largo del tiempo y es tan central para nuestro ser como cualquier otra orientación sexual». (..)

Durante mucho tiempo, la tesis dominante fue lo que Duncan Craig, de Survivors Manchester -una organización para sobrevivientes masculinos de abuso- llama «el Síndrome Vampiro». Craig lo define como «la idea de que si te ha mordido un vampiro, te convertirás en vampiro. Si has sufrido abusos, te convertirás en abusador».“El todo es, sacar el sexo de la ecuación cerebral del portador», dice Fedoroff, laureado especialista en la materia.

Cierro mi columna no sin antes agradecer a Con la Oreja Roja por el precioso espacio que me otorga, y, preguntándome entonces, una vez más: Entre tanto, ¿muchos como yo, debemos seguir “empecinados” en “sacar de circulación” a los pedófilos? Definitivamente. Creería.

Publicado el: 13 Nov 2016

Fernando Carrillo V.
Abogado del la U. Libre de Colombia, nacido en Bogotá, amante de las letras, siervo del diccionario y discípulo de la palabra bien hilvanada, coherente e impactante. Lector asiduo y explorador nato. En mi Haber literario reposan sendas publicaciones en periódicos de consagrado renombre y participaciones exitosas en concursos de micro relatos a nivel internacional. En la actualidad soy asesor jurídico independiente y consultor en materia gramatical y de redacción, en la composición de tesis, y elaboración de documentos investigativos y textos en general.