¿Y esta normalidad?

Son raras las cosas que están sucediendo. Es demasiado lo que nos golpea para que sigamos creyendo que todo está normal.

Opina - Política

2023-01-16

¿Y esta normalidad?

Columnista:

Juan Camilo Parra

 

Dice Charly García en una canción: «están pasando demasiadas cosas raras para que todo pueda seguir tan normal». Qué tan ajustada se vuelve la frase para lo que llevamos del año 2023 en Colombia. Homicidios, violaciones, atentados, burlas a la Fuerza Pública, hurtos, maltrato animal, violencia de género, falso cese al fuego entre el Gobierno y el ELN, muertos y quemados por pólvora.

Mientras todo esto pasa en nuestras caras, hacemos lo que mejor sabemos hacer los colombianos, algo que está en nuestro manual: normalizar.

Y es que no tenemos de otra. Hemos escogido al mandatario que creemos nos puede ayudar, pero el proceso, como todo, es lento y no sé si estamos para aguantar tanto. Intentamos, los que podemos, tener una vida empática, lejos de cualquier abuso hacia el otro, respetando la vida y abriendo, aunque sea nuestros brazos, para dar apoyo, sin embargo, no sé si aguantemos tanto.

Es importante que empiece el descenso necesario de la inseguridad en las diferentes ciudades del país. Algo no está funcionando señores de las alcaldías, del Gobierno. No podemos permitir que una familia que disfruta de un helado sea interceptada por dos o cuatro bandidos que sin importar golpean menores de edad y se llevan las pertenencias. No puede ser considerado normal que un hombre bote a un perro en medio de la carretera, que lo amarre a la camioneta y lo arrastre hasta morir. Ya basta con el abuso de mujeres en el transporte público. No más adolescentes usados para la guerra entre pandillas. Es importante limpiar a la Policía de la podredumbre en la que está, pero también es fundamental revindicar su función en la sociedad, el respeto necesario.

No es justo que un grupo de vecinos pasen dos o tres días de parranda y que con su desorden cívico, se lleven por delante a los demás, se burlen de las normas y se crean los reyes del miserable mundo que hay construido en su esquinita llamado hogar.

¿Cómo podemos volver a establecer una conciencia, una forma de ajustar el sentido común en las personas? Cómo explicamos o, mejor, ¿cómo nos explicamos que una bebé murió asfixiada en un carro mientras su madre estaba en un motel? Es más, ¿cómo entender que un bebé esté en un motel, en el parqueadero durmiendo en el carro mientras su madre está con un hombre jugando entre sábanas? Lo que parece más irónico, es que «[…] la madre de la bebé fallecida lleva dos años estudiando atención y orientación a la primera infancia en un instituto educativo de esa ciudad al norte del Cesar». La educación parece ya no cumplir con su función. O tal vez la educación sí cumple, tal vez nos hemos pasado el tiempo pensando en su innovación, y se nos escapó aplicarla como debe ser.

Son raras las cosas que están sucediendo. Es demasiado lo que nos golpea para que sigamos creyendo que todo está normal. ¿Qué tipo de normalidad estamos creando en nuestras cabezas? ¿Qué tipo de normalidad nos están vendiendo? Algo se debe hacer, lo más triste del caso es que no sabemos qué. No hay políticas claras —o, por lo menos, no aplicables— y, tampoco, hay formas de reorganizar a la sociedad cuando está golpeada.

No es solo el castigo, sino la regeneración, la formación. Pensamos en atrapar al criminal o al bandido, pero no pensamos en cómo trabajar con ellos y con todo un sector que fue violentado por estos.

Condenamos a la mujer que asesinó a su hija, pero ¿cómo trabajar con ella para que pueda luchar con lo que en su cabeza estuvo antes del hecho y lo que se está creando después de este? Cerrar el motel es el procedimiento, pero ¿cómo trabajar con el señor de la puerta, el administrador, las mujeres y los hombres que hacen el aseo para entender el hecho en su totalidad? Hay lecciones que deben exponerse con claridad y no darse por entendidas. Las cosas que están pasando deben trabajarse, deben ponerse en discusión, deben ser un punto de partida para construir algo en los individuos que aún pueden establecer el sentido común, el principio de todo, el orden de las situaciones.

Estamos creyéndonos mucho el cuento de «vivir ahora» de «disfrutar porque la vida es corta». «Vivir sin miedo y arriesgarlo todo» —muy influenciados por mensajes banales sobre el amor, el sexo y la juventud—. Los que son jóvenes no comprenden bien todo esto, los que son maduros lo entienden y, sin embargo, cometen los mismos errores de los que no son sus iguales. Es necesario hacer un stop, decir basta y poner los pies en el suelo. Porque a punta de primero yo, segundo yo y, tercero yo, nos vamos a terminar acabando entre todos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Juan Camilo Parra
Nació en Bogotá, en 1990, es licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad Santo Tomás, columnista y periodista freenlace. Ha escrito para varios medios de comunicación como Le monde diplomatique, periódico Desdeabajo, medio independiente La oreja roja, Revista Exclama, Revista Crónica y Culturamas en España. Su pasión entre la literatura y el periodismo lo llevó a buscar un punto central en donde la ficción y la realidad se crucen, se toquen, pero no se confundan.