Vladdo tenía razón: Vicky Dávila acabó con el buen periodismo de Revista Semana

Atrás quedaron los días en los que Revista Semana se dedicaba al periodismo de contrapoder y a ejercer la labor que muchos aplaudimos en más de una ocasión. Ya no existe el rigor y la minucia investigativa de un Daniel Coronell con sus columnas llenas de evidencias contra los corruptos y aquellos hechos de importancia nacional.

Opina - Política

2021-05-24

Vladdo tenía razón: Vicky Dávila acabó con el buen periodismo de Revista Semana

Columnista:

Nelson Villarreal

 

«El estilo de periodismo que hace Vicky es amarillista, escandaloso, ruidoso».

– Vladdo, caricaturista de revista Semana, en declaraciones tras su renuncia.

Con la llegada de Vicky Dávila a la otrora prestigiosa Revista Semana se puso fin a una era de periodismo centrado en la rigurosidad de la información, investigaciones y análisis, para darle paso a «la tiranía de los like», esto es, sacrificar el profesionalismo y la imparcialidad a cambio de posicionar tendencias en redes sociales, lo que no necesariamente es rentable ni genera un buen impacto reputacional a la imagen del medio periodístico, como en efecto ha ocurrido desde el momento en que empezó dicho viraje hacia la derecha.

El escándalo inició el mismo día que se conoció que los dueños de Semana, el grupo Gilinski, nombraron como directora a Vicky Dávila, esto trajo consigo una desbandada de renuncias empezando por Alejandro Santos presidente del grupo editorial, Ricardo Calderón, quien cuenta en su carrera con los más importantes premios de periodismo como el Rey de España, el premio de la Universidad de Columbia María Moors Cabot y un sinnúmero de reconocimientos a su labor periodística. Recordemos que Calderón debió recurrir a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) quien le otorgó medidas cautelares a fin de proteger su vida luego de ser publicada la investigación «Operación silencio», donde reveló las amenazas y presiones sufridas por los militares que denunciaban los mal llamados «falsos positivos» y todo el entramado criminal que se escondía tras esas conductas de otros militares implicados en esos hechos. Ese es el puesto que hoy ocupa Vicky Dávila, nada comparable.

A ellos se sumó la renuncia de la prestigiosa periodista María Jimena Duzán, quien justo por esos días lanzaba la serie investigativa Mafialand, donde exponía los entramados de la corrupción que llegaban hasta el destape de ollas podridas de clanes políticos como los Char y los Gnecco. Era muy difícil para María Jimena seguir en un medio donde la nueva directora es nuera del exgobernador Lucas Gnecco quien acaba de ser condenado a 6 años de prisión por la Corte Suprema de Justicia por corrupción. De igual forma, también renunciaron Rodrigo Pardo y el editor de toda la vida Mauricio Sáenz, y con ellos se fueron también una decena de periodistas y colaboradores que constituían la columna vertebral del medio.

Atrás quedaron los días en los que Revista Semana se dedicaba al periodismo de contrapoder y a ejercer la labor que muchos aplaudimos en más de una ocasión. Ya no existe el rigor y la minucia investigativa de un Daniel Coronell con sus columnas llenas de evidencias contra los corruptos y aquellos hechos de importancia nacional, incluidos los episodios en los que se ha visto enfrentado a Álvaro Uribe precisamente por ejercer con rigurosidad su profesión, y en cambio ahora Semana es un medio servil al Centro Democrático y a su jefe político, parece que actuara en contubernio con lo más nefasto de la política uribista.

Ahora, las bodegas uribistas se encargan de mover las tendencias de la revista y las entrevistas que hace Vicky Dávila son una oda al endiosamiento de Uribe, sin preguntas incómodas, sin contrapunteos, sin nada de nada, cual tertulia de media tarde. Mientras por otro lado enciende el fuego de las masas contra los sectores de oposición al gobierno de Iván Duque, tal como lo hace en su editoriales y columnas contra el senador Gustavo Petro al que no bajan de «castrochavista y hampón».

Ahora, enardecidamente, lanzan sus ataques sin detenerse a pensar que en el estado de agitación que atraviesa el país esos señalamientos ponen una lápida sobre los hombros del candidato presidencial. Aunque la audiencia tiene clara que esta es la estrategia utilizada por la ultraderecha colombiana para impedir que el senador avance en su carrera por la presidencia, mientras Semana enfila sus armas mediáticas con dureza, sobre todo porque Petro está disparado en las encuestas, pero no solo por eso, sino porque el desastre en el que se convirtió el Gobierno actual le da la razón cada día.

Para infortunio del periodismo colombiano Revista Semana se convirtió en una cloaca, un medio de desinformación, parcializado y sin escrúpulos, desde allí atacan a otros colegas, difuminan campañas de odio y generan tendencias alrededor del amarillismo. Y ni qué decir de la violación del derecho a la protección de datos personales con publicidad y columnas que llegan a correos de miles de personas que nunca han dado autorización para recibir editoriales sesgados con fines políticos e ideológicos.

Todo esto refleja el talante de su directora, quien se ha visto enfrentada en reiteradas ocasiones a la justicia por pasar el límite de lo ético y profesional, como cuando el Tribunal de Bogotá la condenó a reparar económicamente al coronel retirado de la Policía Jorge Hilario Estupiñán por daño al buen nombre cuando lo señaló sin pruebas de estar inmerso en hechos de corrupción, pues luego de la investigación el coronel fue hallado inocente e interpuso la demanda que perdió la perspicaz, ligera e inexacta comunicadora.

Asimismo, Dávila ha sido condenada por la violación a la intimidad de otras personas como el caso recordado de la «comunidad del anillo», donde sin pudor alguno reprodujo videos de Carlos Ferro, lo que a todas luces el país vio como un acto burdo de amarillismo, que le costó a la periodista 300 millones de pesos.

Ese es el «periodismo» que hoy representa Semana, un ejercicio visceral en el que prima el tráfico digital por encima de la cordura, el que prefiere hacerse el de la vista gorda cuando senadores se van a Miami en busca de vacunarse inventándose una sesión del Congreso que nada tiene que ver, pero critica fuertemente al senador Gustavo Bolívar sembrando cizaña cuando este fue a reunirse con representantes del Gobierno americano, para denunciar los abusos que Iván Duque y su Gobierno cometen contra los manifestantes en el paro que ya va para un mes sin que la represión del Estado cese, y por el contrario, recrudezca dejando más de 40 muertos, mientras Álvaro Uribe desde el Ubérrimo sigue dando las órdenes que Duque aplica sin chistar.

Tenía toda la razón Vladdo en aquella entrevista el día en que presentó su renuncia, al decir que en Semana desde la llegada de Vicky Dávila se estaba viviendo esa pelea entre el «Dr. Jekyll y Mr. Hyde», apelando al símil de la obra literaria donde en un solo cuerpo habitaban dos seres: un hombre común y corriente, apegado a la moral y que gozaba del respeto de la sociedad, y al mismo tiempo un monstruo despiadado, sin valores ni principios, mentiroso y ruin que quería alcanzar sus objetivos a costa de lo que fuera. De acuerdo con lo expresado por el caricaturista, en semana venció Mr. Hyde y Revista Semana se convirtió en el fortín de la ultraderecha, pero a la postre todo se cae por su propio peso.

Así es, Vladdo tenía razón.

 

https://www.youtube.com/watch?v=aIZxAo2oP0o

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Nelson Villarreal
Administrador Financiero. Lector apasionado. Escritor aficionado. Trabajador social por convicción y soñador por vocación.