Un paso atrás del liberalismo económico

Colombia se encuentra en el puesto 49 en el índice global de libertad de comercio, según la organización The Heritage Foundation, en su estudio del 2019. Pero, ¿por qué está Colombia por encima de países como Hungría, Portugal o Eslovenia?

Opina - Economía

2019-04-20

Un paso atrás del liberalismo económico

El país que persiguió hace unos meses a los comerciantes ambulantes, está ubicado entre los primeros 50 países que tienen los mayores porcentajes en el índice de libertad de comercio, según The Heritage Foundation. ¿Bajo qué características se mide este índice a nivel global en el liberalismo económico? ¿Qué factores especiales hay para que Colombia se encuentre en un puesto tan alto en comparación con países más desarrollados?

Si bien, este índice no es directamente proporcional al avance del IDH (Índice de desarrollo humano) en un país determinado, hay aspectos por los cuales trae resultados positivos apoyar el liberalismo económico.

La libertad económica es capaz de demostrar resultados positivos en la producción nacional, ya que puede aumentar el PIB en diferentes sectores del país, impulsar la competencia de producción para las empresas, reducir las tasas de desempleo y, puede ser una solución efectiva para sacar adelante la comercialización local, poniendo a prueba las mentes emprendedoras en Colombia. De esta manera, hay una incentivación en la comercialización de recursos agropecuarios, tecnológicos e industriales en beneficio de la economía nacional.

Sin embargo, en los últimos años se ha evidenciado que la economía en Colombia ha estado regida mayormente por la intervención estatal, también conocida como economía Keynesiana, sistema que se basa en las formulaciones económicas del británico John Maynard Keynes.

El Keynesianismo postula que el Estado debe tener un rol fundamental a la hora de regular el mercado, tal cual como se ha visto en Colombia con los vendedores ambulantes y con los pequeños emprendedores. De esta manera, el Estado debe ser un ente intervencionista en la economía, controlando los negocios y regulando el balance de poder en las empresas tanto locales como internacionales.

El problema de este sistema es que muchas veces conlleva al totalitarismo y a la corrupción, ya que el Estado tiene más posibilidad de incidir en el mercadeo nacional, realizando un altar a la plutocracia y un camino al nepotismo.

Ahora bien, las características más comunes del liberalismo económico son estimular la competencia del mercadeo sin la necesidad de que el Estado intervenga en ello, reducir impuestos en el consumo de bienes y servicios de los habitantes, disminuir en lo posible el gasto de la economía fiscal o gasto público y balancear las regulaciones de la actividad comercial que puedan incentivar la diversidad de emprendimiento con base en la propiedad privada.

De esta forma, el índice global de la libertad económica toma en cuenta durante sus mediciones diferentes factores. En primer lugar, el intervencionismo de Estado, siendo inversamente proporcional a la libertad económica: es decir, entre menos intervenga el Estado en el libre comercio hay más probabilidad de estar en los puestos más altos.

En segundo lugar, la regulación de la propiedad privada por parte del Estado: entre más respete el Estado la propiedad privada, más puntos a favor habrá para escalar el ranking. En tercer lugar, está la regulación de los impuestos y el Estado de derecho que colabora con subsidios, salud y otras ayudas económicas hacia los ciudadanos, por los cuales están relacionados con el apoyo que se le brinda a la población en el diario vivir.

Hay distintas razones para entender la respuesta del porqué Colombia se encuentra en el puesto 49 en el índice de libertad económica. Las grandes empresas, los comerciantes de alta jerarquía, los grandes capitales que posee el país y la diversificación de los monopolios, son algunas razones para entender este motivo.

De la misma manera, el Estado permite que los grandes conglomerados corporativos generen una gran cantidad de ingresos a partir de los negocios financieros, imponiendo pocos límites para que estas organizaciones puedan adquirir poder económico e incluso político de forma libertaria.

Sin embargo, esto regularmente conlleva a una gran desigualdad social porque destruyen y absorben fácilmente las microempresas que quieren entrar a la competencia, incluso muchas veces se ven favorecidos por actores políticos que los financian constantemente.

A partir de lo dicho anteriormente, en mi opinión, la mejor definición para el sistema económico en Colombia es el capitalismo de Estado; así como su mismo nombre lo dice, este sistema es controlado mayormente por el Estado y las empresas estatales. Es destacable mencionar que la libertad de comercio es un factor positivo que puede impulsar la economía de un país y fortalecer el emprendimiento de los trabajadores, pero tampoco es un sistema perfecto, hasta el punto de que el mercado se autorregule por sí solo, ni tampoco es algo que pueda resolver el avance económico por completo.

Hay países como Eslovenia (58), Portugal (puesto 62), Hungría (puesto 64), y Eslovaquia (puesto 65), que se encuentran más abajo que Colombia en el Índice Global de Libertad Económica. Aun así, viven en mejores condiciones que un habitante promedio en nuestro país, según recientes estudios del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

El PNUD realiza la estadística del Índice de Desarrollo Humano (IDH), en el cual los países de los puestos más altos son paraísos fiscales donde los ciudadanos viven en buenas condiciones económicas. Esto se debe a que el Estado responde por las garantías de sus habitantes, con el fin de vivir en condiciones dignas y seguras, puesto que es un incentivo de eficientes índices de producción para la economía local y tener buenas condiciones para trabajar.

En el caso de Colombia, es una buena solución una economía mixta que genere un balance de contrapesos en la libertad económica y en el intervencionismo de Estado, donde fomente el libertarismo de comercialización local. Pero que, al mismo tiempo, responda por un excelente gasto público y tome las bases de un Estado social de derecho que fomente un buen resultado en la calidad de vida de los ciudadanos.

 

Foto cortesía de: Fuego en ruta

( 3 ) Comentarios

  1. su opinión sobre el «capitalismo de Estado» es una falacia tanto en términos conceptuales como empíricos . LE recomiendo leer un poco mas de economía política, para comprender que contrario a su opinión, en América Latina lo que principalmente sufren los Estados es debilidad e incluso ausencia institucional, y ante esa ausencia es que grupos al margen de la ley se toman la justicia y asumen como «autoridades publicas» auto-proclamadas en distintos territorios…. en su columna se nota falta de conocimiento de historia económica, pues presupone lo benévolo del liberalismo económico para países no industrializados como Colombia, cuando existe mucha evidencia científica demostrada que este modelo es solo servil a las corporaciones multinacionales, y en países como los nuestros solo crea mas explotación, mas desigualdad, mas pobreza, mas exclusión social, primarización, pauperización, dependencia y subordinación ante las economías poderosas… entre otro conjunto de males que van desde la mercantilización de la salud, la educación y la vida humana, hasta el problema de los monocultivos, los agro-combustibles, la inseguridad alimentaria, la profundización del cambio climático etc. etc.

    por favor revisar mas referencias academias y ser cuidadoso en el tipeo, pues hay errores reiterativos como escribir estado y Estado indistintamente, entre otros…

    • ReplyAlejandro Bonet González

      Gracias por leer la columna y dar su punto de vista, pero creo que hay algunos mal entendidos y hay que tener en cuenta lo siguiente:
      1.El extremismo del liberalismo y el Keynesianismo económico para América Latina han sufrido de fuertes consecuencias por parte de ambos bandos, por ejemplo la crisis que tuvo Chile en el mandato de Augusto Pinochet en los años 80 con las políticas neoliberales y la crisis que está sufriendo Venezuela respectivamente. Los factores negativos que mencionó del liberalismo económico son correctos, pero teniendo en cuenta que suceden cuando esta corriente se lleva a tal punto de que el mercado se trata de autorregular por si solo, tal y como decía el economista Adam Smith en su obra «La riqueza de las naciones» con la mano invisible del mercado. De esta manera, es como el modelo se vuelve un golpe bajo para los pequeños comerciantes, beneficiando a las corporaciones multinacionales y a la creación de una gran desigualdad entre los ciudadanos.
      Sin embargo, yo no estoy defendiendo eso, mi punto a defender en la columna es que el Estado debe tener una economía equilibrada (lo que puse en el último párrafo). La defensa que postulé de la libertad económica va relacionado con el apoyo del balance de una economía mixta que no perjudique a los estratos subalternos, pero no con la idea de abolir el intervencionismo de Estado completamente como si estuviéramos hablando del anarcocapitalismo.
      2. Escribir «Estado» con inicial mayúscula es cuando se hace referencia al organismo político de un país soberano. En toda la columna siempre usé el termino haciendo referencia al organismo político.

  2. ReplyDiego Cruz Cortes

    Está demostrado que el capitalismo por sí solo contribuye al crecimiento económico de los países pero no es garantía de reducción de brechas sociales. Está demostrado que falta acentuar el enfoque social de este modelo y como los empresarios ven como suficiente el solo generar empleo, estoy de acuerdo con el columnista que el estado debe intervenir para lograr ese equilibrio. Muy buen documentado el texto.

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Alejandro Bonet González
Soy egresado de comunicación social y periodismo en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, con prácticas profesionales en el Diario La República. Tengo 22 años y mi orientación política es en defensa del ordoliberalismo alemán de la Escuela de Friburgo, fiel creyente de la economía mixta. Mi enfoque está centralizado en el periodismo económico. Mis aficiones están entre jugar fútbol, practicar piano, escuchar teorías de conspiración, ver series y leer novelas de thriller psicológico.