Un duelo crónico: El feminicidio en Colombia

Jhor Jhany trabajaba, no solo para el sustento de sus hijos; sino, incluso, para el de su asesino. Era una mujer generosa y llena de sueños.

Opina - Sociedad

2018-04-19

Un duelo crónico: El feminicidio en Colombia

Solo quien ha perdido a un ser amado sabe lo que es realmente el dolor: El vacío, el nudo en la garganta, la confusión, la ansiedad, sentir que uno quiere morir con quien falta.

Los poetas y las personas realmente hábiles con las letras, han intentado describirlo, pero es inútil, ese tipo de dolores solo se entienden cuando se sufren.

Tras la pérdida, comienza lo que trivialmente denominan duelo, como si esos dolores pudieran nombrarse y ya. Y se supone que los duelos tienen etapas: La negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación o resignación; todas estas atravesadas por dolores que afectan todas las dimensiones de un ser humano, dolores psicoafectivos y dolores físicos que se manifiestan especialmente en los casos en los que la pérdida es inesperada, inadvertida. Muchos de estos dolores el tiempo los aliviana, los acompaña, incluso muchas veces los espanta.

Pero hay duelos que se tornan crónicos, que prevalecen, que son constantes, que no dan tregua, como el que hoy, por cortesía de la Fiscalía General de la Nación, padecen los familiares de Jhor Jhany Esquivel Alvarán, una mujer asesinada en Cali, el pasado cuatro de abril de este año.

Jhor Jhany, que cumpliría 27 años el primero de mayo, de no ser por la negligencia y la responsabilidad por omisión del sistema que se suponía obligado a protegerla, era una mujer ejemplar a los ojos de sus seres queridos. Era una mujer alegre. Pese a las adversidades, Jhor Jhany era una de esas mujeres guerreras, trabajadora, disciplinada y enfocada en su futuro, el cual se vio frustrado por el machismo.

Jhor Jhany nació en un barrio empobrecido y violento. A los dos años, tuvo la oportunidad de ser acogida por una familia que le dio amor y mejores oportunidades. Era una mujer, era una madre. Su asesinato deja a Jhorlan, de nueve años, y a Martina, de tan solo un año y tres meses, sin su madre, su guardiana; una mujer que incluso a la corta edad de 17 años durante su primer embarazo, decidió irse de nuevo del barrio en el que vivía, pues inteligentemente buscaba un futuro mejor para ella y para su familia, lejos de la violencia.

Jhor Jhany trabajaba, no solo para el sustento de sus hijos; sino, incluso, para el de su asesino. Era una mujer generosa y llena de sueños. Trabajaba como agente comercial y ya que siempre tenía en mente el objetivo de avanzar aprendió a manejar, lo cual significó un ascenso en la empresa en la que trabajaba, su hermana me cuenta que estaba muy emocionada cuando aprendió a conducir.

Aprovechando una mejoría en sus condiciones salariales y laborales, Jhor Jhany decidió comenzar a estudiar una Tecnología en Administración de Empresas y Mercadeo, que era su área de experiencia, algo en lo que era buena. Su hermana, quien es abogada, me cuenta que era su cómplice y asesora en cuanto a las tareas de la Universidad. Se emocionaban y hablaban mucho de estudio. “Mi hermanita era una mujer muy curiosa, por lo cual me consultaba constantemente de temas jurídicos y tareas relacionadas con el derecho. A ella le gustaba estudiar”, me dice su hermana, con voz triste.

“Le gustaba bailar, sonreía constantemente, su nobleza era enorme, siempre intentaba no entrar en conflictos, no le gustaba pelear. En el chat del WhatsApp la extrañamos mucho, ella siempre nos mostraba los almuerzos deliciosos que se compraba, nos antojaba a todos. Y era una tesa, la admirábamos mucho, ella pese a ser más joven que muchos de nosotros en la familia, ya tenía casa propia y estaba pagando su carro, era muy organizada con el dinero”, cuenta su hermana Natalie, entre lágrimas.

Tal vez por esa misma actitud conciliadora y noble, Jhor Jhany había sufrido en silencio los maltratos que padecía por parte de quien era su pareja sentimental: Un hombre de 30 años que tras arrebatar su vida con cuatro tiros, se disparó cobardemente en la cabeza tras ver lo que había hecho y cumpliendo con lo que había amenazado.

Meses antes de los hechos, en el grupo familiar de WhatsApp de la familia de crianza de Jhor Jhany, ella tomó valor para contarle a su familia de su calvario y pedir ayuda. Admitió ser víctima de violencia física, sexual y psicológica por parte de su pareja, quien era a su vez el padre de sus dos hijos y su compañero sentimental desde hacía 10 años. Un hombre violento, con antecedentes de investigaciones por homicidio, celoso e impulsivo. Ella le contó a su familia que cuando comenzó a estudiar un día le dijo: “¿Usted para qué estudia, si yo la voy a matar?”.

También confesó a su familia que durante los 10 años de la relación sufrió de violencia, pero que tras el nacimiento de su hija Martina la situación se habría tornado insufrible. Su victimario dudó de la paternidad de la niña, comenzó a insultarla y la violaba constantemente, le decía que si se negaba a tener relaciones sexuales era porque seguro le estaba siendo infiel y que en ese caso la mataba, todo esto acompañado de más de un año de golpes e insultos.

Jhor Jhany, asustada, decidió aprovechar un día que su agresor dejó su vivienda, para huir de casa. Su agresor le mentía a su hijo diciéndole que su madre era una “mala mujer”, que los había abandonado por irse con otro hombre, durante los días que, dado el alto riesgo que su vida corría, estuvo viviendo de manera preventiva en Casa Matria, uno de los espacios que la Administración Municipal de Cali tiene dispuestos para mujeres en situaciones de alto riesgo, como la que ella padecía.

El día 22 de febrero, Jhor Jhany, acompañada por el personal de Casa Matria, acudió al médico para ser evaluada. Luego, solicitó ante la Estación de Policía de Limonar, con reporte médico en mano certificando, el abuso físico y sexual del que había sido víctima, una medida de protección. Al día siguiente, el 23 de febrero, acudió a la Fiscalía e instauró una denuncia por violencia verbal, física y sexual.

En el relato desgarrador que ella hizo a la Fiscalía narra cómo, tras una discusión, su victimario le pegó un puño en la cara, luego uno en las costillas, después, procedió a amenazarla diciéndole que si la veía con otro hombre la iba a matar, le pegó de nuevo en la cara, la obligó a quitarse la ropa y procedió a violarla como en otras ocasiones.

Jhor Jhany manifestó: “Lo único que yo busco con esta denuncia es que él se aleje de mí, que no se vuelva a acercar en mi vida y que responda por los niños como debe ser”.

El día 26 de febrero Jhor Jhany continuó tomando medidas. Al salir de Casa Matria fue trasladada donde una tía, donde se quedaría temporalmente hasta resolver su situación y poder estar junto a sus hijos en un lugar donde encontrara suficiente espacio para los tres. Cambió de número celular y en un intento por evitar situaciones más violentas en las que tal vez también serían víctimas sus hijos, decidió que hasta que la situación se resolviera, ella sería quien los visitaría en su casa.

Muchas personas, incluyéndome, hemos sido víctimas del sistema judicial de Colombia. Es lento, negligente, no da a basto. Y en situaciones de tanta tensión, como la que Jhor Jhany estaba sufriendo, ese panorama es desolador, la tranquilidad no da espera. Razón por la cual, tras las súplicas por parte de la hermana y madre del victimario, ella accedió a ir a una audiencia de conciliación para finalizar el proceso y que el hombre pudiera salir del país rumbo a España donde, según su familia, pretendía migrar en busca de oportunidades.

Al día siguiente, tras la conciliación en la que el asesino se había mostrado calmado y dispuesto a colaborar, en la noche, luego de la visita que Jhor Jhany hacía a sus hijos, como era ya rutina por esos días, al salir de la casa, la siguió hasta el auto de la compañía en el que ella trabajaba y le propinó cuatro tiros que acabaron con su vida. Luego el asesino se metió un tiro en la cabeza, el cual le provocaría la muerte al día siguiente de los hechos.

El asesinato de Jhor Jhany pudo evitarse, pero, como lo dicen sus seres queridos, ya nada va a devolverles la vida de “Jhorjhy”, como le decían con cariño. Sin embargo, que los mismos entes a los que se acudió por ayuda, sigan generando dolor y violentando a la víctima, es lo que convierte el duelo de esta familia en un duelo crónico.

Tras el feminicidio, la Fiscalía indicó en su reporte que Jhor Jhany había manifestado su deseo de volver con su agresor, que había sido acompañada por parte del personal de Casa Matria de nuevo a la casa donde vivía el hombre y sus dos hijos y que en entrevista con los funcionarios, ella habría manifestado que “no iba a decir nada malo del padre de sus hijos”, lo cual es completamente falso. No solo mienten al decir que Casa Matria la condujo de nuevo a su antigua residencia, sino que mienten respecto a la entrevista que consta en el reporte.

Como si fuera poco, al dolor de la familia de una mujer asesinada, en este país hay que sumarle una revictimización constante, casi que una justificación por parte de los medios de comunicación a los hechos perpetrados por los agresores. Por ejemplo:

¿Por qué en vez de cuestionar el actuar de la víctima, no se está cuestionando el proceder de las autoridades?

A todos los lectores, antes de juzgar, como lo han hecho ya muchas personas en las redes sociales, y de revictimizarla como los periodistas que reportaron los hechos en Caracol, El Tiempo, RCN y “diarios” locales de Cali (nótese las comillas, ustedes dan vergüenza) y a los funcionarios de la Fiscalía, les pido que entiendan y se pregunten: ¿Qué habría hecho usted? ¿No sonaba eso como la mejor opción? ¿No cree usted que lo mejor es tener su agresor lo más lejos posible? ¿No habría cooperado usted sintiendo el caso como la mejor opción para su paz y la de sus hijos? Jhor Jhany, estaba vulnerable, preocupada, lloraba constantemente y, como ella misma expresó en el reporte médico, llevaba varios días sin dormir adecuadamente. Entender su situación y alzar una voz de indignación por los hechos es lo mínimo que un ser humano decente puede hacer.

También quiero hacerle un llamado a los medios: No fueron “supuestas fallas”, fue negligencia de las autoridades. Jhor Jhany no tenía 28 años, tenía 26. Tampoco lo llamen “crimen pasional”, esto es un feminicidio.

¿Contra la voluntad del hombre? ¿Necesitamos la aprobación de nuestros agresores para dejarlos? ¿Se suma? ¿Uno se suma a las cifras de feminicidios? ¿Ella se sumó? Respeten a las mujeres, respeten la memoria de Jhor Jhany y a su familia, edúquense en temas de género y aprendan a hablar. Es lo mínimo en lo que dicen ser su profesión.

Para continuar con la cadena de horror, negligencia, irrespeto y dolor de la familia y los seres queridos que aún lloran a Jhor Jhany, la Fiscalía General de la Nación, específicamente la funcionaria Luz Estella Álvarez Gutierrez, secretaria de la fiscal, citó este 16 de abril a Jhor Jhany a comparecer a entrevista “de forma inmediata”, 13 días después de haber sido asesinada.

En dicha citación, consta la misma dirección de la tía que acogió a Jhor Jhany días antes de ser asesinada, la cual es la misma dirección en la que los funcionarios de Casa Matria la dejaron, ya que los protocolos establecen que las mujeres al salir de la institución, deben ser guiadas por los funcionarios a una dirección de la red familiar de apoyo, nunca a su antiguo domicilio con su victimario.

Lo cual prueba que incluso la Fiscalía conocía la nueva dirección de Jhor Jhany, y que miente en su reporte al indicar que ella había decidido volver a vivir con su asesino, para así no solo revictimizarla y culpabilizarla del desenlace trágico de los hechos, sino que a su vez pretende desligarse de su evidente responsabilidad al haber desamparado y desatendido la ayuda que desesperadamente ella les solicitó.

El día de los hechos ella decidió ir a visitar a sus hijos, razón por la cual muchas personas escudadas en su machismo y en la naturalización de la violencia, incluyendo la Fiscalía, quieren responsabilizarla de su asesinato por haber ido a la casa.

Por otro lado, la familia de la víctima y quienes gritamos “ni una menos”, tenemos claro que la culpa jamás va a ser de la víctima. Y no vemos nada distinto a una madre extrañando a sus hijos, queriendo ver sus rostros, saber de su salud y de su día.

Natalie, la hermana de Jhor Jhany, la describe en una palabra: Resiliencia. Cualidad que ahora sus familiares deberán tomar de su ejemplo, para afrontar que la madre, la hermana, la mujer valiosa, la trabajadora, la estudiante, ya no está. Jhor Jhany ya no está. Y la Fiscalía es tan responsable, como el feminicida, el uno por omisión y el otro por acción, respectivamente.

Finalmente, quiero invitar a todas las personas que lean esta columna a sumarse a la indignación de la familia, a acompañarlos en su dolor, a compartir estos sucesos, a reclamarle a la Fiscalía por su responsabilidad en los hechos.

Otra cosa, amigo pseudoperiodista, a ella acá la nombré 26 veces, una por cada año de su vida. Si yo que no soy periodista pude, ustedes también.

No es una cifra, no es la número doce en lo que va del año en Cali. Era una mujer amada y viva la queríamos. Vivas nos queremos.

 

( 10 ) Comentarios

  1. Me da mucha tristeza la muerte injusta de esta joven y madre, ya nada la va a devolver a la vida, pero hago mi rechazo a una muerte que se pudo evitar por parte de las autoridades su negligencia y el poco apoyo que tenemos la mujeres por parte del estado. Fortaleza a la familia. Ni Una Mas

  2. ReplyWanda Patricia Quijano Hurtado

    Andrea aunque el dolor me embarga por la pérdida de mi prima, quiero agradecer este texto. Desde que ella instauró la denuncia empezamos a temer por su vida, nuestros presagios infortunadamente se cumplieron y para agravar la situación ahora debemos luchar no solo contra la cruel realidad, sino con la revictimización que a diario se hace de este trágico hecho. Gracias infinitas por mostrar a todos el maravilloso ser humano que era Jhor Jhany, pero ante todo por no culparla de su propia muerte. Ella no fue ni será una cifra, ella era nuestra niña. Un abrazo fraterno.
    Wanda Patricia

  3. Gracias por contar las cosas como realmente pasaron y gracias también por ponerle el corazón a esta nota.

  4. Es muy duro todo lo q paso. Y el amarillismo de los periodistas y todo medio q divulga una noticia destruye un nombre y una familia entera, la lucha ahora son los niñ@s mas q todo del mayor q ya esta grandesito mucho apoyo psicologico para q sea un gran hombre al futuro. Solo me qda mandarles mi mas sentido pesame, ya q siento ese dolor d ustedes, yo tambien perdi mi hijo y no supero sigo en la etapa d depresion. Y si. Ganas d nada, la vida se le acaba a uno se pierde la felicidad y todo al rededor. Se vive , pero muerta en vida. Bendiciones y a seguir en la lucha por ese par d angelitos.

  5. Es educación y cambios en los valores, lo que nos ha llevado a este estado de cosas. Se puede dictar clase en colegios, se puede educar en conocimientos. Es en el hogar donde se aprenden valores: Tolerancia, respeto, honestidad, comprensión, equilibrio emocional, etc. Se nos perdieron por la cultura del «todo vale», que nuestros dirigentes sin quererlo han usado para mandar mensajes de una doble moral desfachatada, en la cual los principios se dejan atrás y en busca de una cultura hedonista y machista, suceden estos crímenes totalmente reprochables e inaceptables para la sociedad. Las autoridades dicen tener demasiadas tareas y problemas que resolver y son excusa para las negligencias como esta, donde no se actuó como era debido. Sabían una cosa: Brasil tiene 527.000 efectivos en as fuerzas militares para proteger un territorio de 4 veces el tamaño de Colombia, aquí tenemos 450.000 efectivos. Son eficientes nuestras fuerzas??.. Ahí les dejo el datico y la reflexión.

  6. He llorado, se me ha erizado la piel, me he puesto en el lugar de ella como madre y me imagino lo que podía padecer al tener que estar lejos de sus hijos… por culpa de aquel individuo, que bien ha hecho en quitarse la vida para no causar más maldad. Lastimosamente llevandose por delante a la mujer.
    Ojalá algún día llegue la justicia verdadera a Colombia.
    Comparto mi indignación.
    Un saludo para todos sus familiares.

  7. Es evidente la negligencia de la fiscalía. Será que hay alguna forma para que está gente cumpla con su trabajo?Se tiene que aclarar esto y que se castigue al responsable por omisión.No puede haber más víctimas solo por la negligencia y desatención de estos entes que están en la obligación de proteger al ciudadano. Que cumplan con su trabajo!

  8. Sin más palabras…Desgarrador…

  9. Hasta cuando????

  10. Si la justicia funcionará ella estaria con sus hijos, está tragedia se habría evitado y el dolor y la ausencia que hoy viven especialmente estos angelitos no existiera pero en cambio siguen cada día más familias viviendo este drama porque estamos sin protección porque la justicia no existe

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Andrea Olaya
Escribo por convicción y por placer. Feminista. Politóloga en formación.