La esencia de Ubuntu comprende unas ideas que sirven como condición para la reconciliación y la vida pacífica en comunidad. Pensando en nuestro país y considerando la milagrosa utilidad de esta idea en su momento para acabar la segregación racial en Sudáfrica, rescato esta interesante historia que cruzó recientemente por la red.
Hay una tribu africana que tiene una linda costumbre. Cuando alguien hace algo errado o perjudicial para otro y que afecta los intereses o bienes colectivos, ellos llevan a la persona al centro de la aldea y toda la tribu viene y lo rodea. Durante dos días, ellos le dicen todas las cosas buenas que han visto que él (o ella) hizo. Lo hacen porque allí las tribus creen que cada ser humano viene al mundo como un ser bueno.
Cada uno de nosotros vive deseando seguridad, amor, paz y felicidad. Pero a veces, en la busca de esas cosas, las personas se equivocan y violan preceptos comunitarios. La comunidad ve aquellos errores como un grito de socorro.
Ellos se unen entonces para reconocerlo, para conectarlo con quién es realmente, hasta que se logre acordar plenamente de su verdadera esencia de la cual se alejó temporalmente:
“Yo soy bueno.”
SAWABONA, es el saludo usado en África del Sur y quiere decir: “Yo te respeto, yo te valoro. Te veo. Eres importante para mí.” En respuesta las personas contestan SIKHONA, que significa: “Entonces, yo existo para ti, estoy aquí.”
«Te veo… Estoy aquí.
“Yo soy porque tú eres.»
Pensando en la idea esquiva de reconciliarnos como colombianos, utópica para muchos, me aferro aún a la certeza de que a toda nuestra nación le conviene vivir sin el conflicto presente que sigue latente. No podemos seguirnos negando los unos a los otros. Por eso recuerdo con cariño las palabras del médico catalán Albert Figueras, escritor del libro Ubuntu, el triunfo de la Concordia. “La guerra es algo tan ilógico, que alcanzar la paz se escapa por igual a la lógica tradicional.”
No podemos abrazar la idea de la posibilidad de paz desde la lógica tradicional propia de la razón. Necesitamos contar con un entendimiento más profundo de la vida en comunidad, y es posible hacerlo con historias de cómo viven otras comunidades en lugares lejanos. Echar mano de elementos espirituales. No racionales.
Un nivel de compasión mayor para mantener el sentimiento de que vivimos dentro de la misma tribu. Allá donde se respeta y reconoce a cada individuo, con el fin de garantizar la existencia de los demás.
“Los ojos que tú miras no son ojos porque tú los veas. Son ojos porque te ven”
En la frase frase de Antonio Machado radica la filosofía de la otredad. La validación de la existencia del otro como acto necesario para concebirnos viviendo en un mismo territorio. Los colombianos nos hemos venido negando unos a otros. «Mi existencia depende de que Usted no exista. Mis ideas son válidas siempre que las suyas no lo sean. Los comunistas no deben existir y ese pensamiento debe ser extirpado. El capitalismo es la fuente de todos los males nacionales y no debería haber ricos.» Y así nos la pasamos…
Otra historia muy impactante de las tribus sudafricanas existe para el caso del asesinato de un miembro de la tribu.
El victimario es enviado a vivir durante 1 año a la casa de las víctimas, donde la familia del asesinado. Pasado ese año, el victimario es llevado a un río y lanzado al agua con una piedra pesada atada a su cuerpo. Aguas abajo, cerca de allí, las víctimas tienen la oportunidad privilegiada de dejar ahogar al asesino de su pariente o de rescatarlo y salvarle la vida.
Se dice que nunca nadie ha dejado ahogar a alguien permitiendo una muerte segura. Pues haciéndolo, además de víctimas de un acto irracional que sufrieron, serían también victimarios de otro crimen que tuvieron la oportunidad de perdonar. Nadie se ha ahogado, dicen, porque allí es sabido que es más fácil perdonar al victimario que demuestra su arrepentimiento y se le conoce en verdad como persona.
La familia sana con el perdón. La tribu también. Y el asesino lo hace muy seguramente, sabiendo que le fue perdonada su vida, habiendole sido permitido volver a nacer.
Hoy pienso que el perdón es necesario si queremos vivir otra vez en paz. Lo que es clave y hace posible el perdón es el genuino arrepentimiento del victimario.
La reconciliación es posible para Colombia. Es necesario prepararnos con una buena cuota de perdón si nos ofrecen las condiciones que lo hacen posible. Y estoy seguro que el concepto Ubuntu está presente y fresco en las diferentes etnias indígenas que habitan nuestro país porque es sabiduría milenaria y universal, orientada al bien común.
El acuerdo de Justicia realizado con las Farc contempla una oportunidad de encuentro solemne con la Verdad para las víctimas contada por su victimario. Y también implica castigo mediante restricción efectiva de su libertad en lugar especial de reclusión.
El acuerdo de la Jurisdicción Especial de Paz JEP es para todos los actores del conflicto, lo que hace que se puedan beneficiar militares condenados a penas de 35 años y más. Esta plantea una forma mucho más elevada de justicia que la de la la justicia ordinaria con penas de cárcel y ausencia de verdad y arrepentimiento. Y sobre todo, es un modelo de justicia restaurativo que permitió el desarme de miles de combatientes que no habrían caminado hacia la paz de haberse expuesto a penas de la justicia penal ordinaria. Si ello es así, podríamos hacer la siguiente reflexión:
¿Valdría acaso la pena no haber adoptado el concepto de justicia restaurativa y estar persiguiendo a las Farc armadas todavía en el monte para matarlos o encarcelarlos ceñidos a la justicia penal que hasta ahora conocíamos?
Excelente iniciativa. Espero que machas personas lo leer, entender y comprender, y así, crecer como sociedad!
Me encanta la filosofía Ubuntu, y no ve salida a nuestra situación actual de colombianos si no nos reconocemos en los demás. La falta de empatía, esa violencia que quiere impregnarlo todo nos tapa la visión de nosotros mismos. Pero espero que poco a poco podríamos abrir los ojos.