Trump, el imbécil

Opina - Internacionales

2017-02-24

Trump, el imbécil

Eso es lo más cómodo de creer cuando parecen ridículas las declaraciones y propuestas de Donald Trump, o tramp como he oído en boca de algunos periodistas; pero yo no creo que el presidente de Estados Unidos de América sea un imbécil a secas, tal vez es mi sesgo no querer creer que alguien llega a presidente en una secuencia de actos de imbecilidad iracunda. Una de las propuestas más vilipendiadas ha sido lo que podría llamar: el muro de los lamentos.

No quiero decir ‘El muro de los lamentos’ monumento religioso y sitio de congregación y peregrinación, eso sería un irrespeto sin propósito. Me refiero al muro que dice construir Donald Trump y que México pagaría. Toda la propuesta resulta más descabellada que su mismo autor, y eso genera en mí la sospecha de la creación del truco de magia más grande de nuestro tiempo.
Pero las intenciones de Trump son algo sobre lo cual solo puedo especular, y sin embargo hay datos que apoyan mi conjetura. Estados Unidos de América está cerca de una depresión económica. Lleva creciendo por debajo del tres por ciento durante el último lustro; y eso va a preocupar a cualquier negociante, como lo es el actual presidente de Estados Unidos de América.

La cuestión es que Estados Unidos tiene amplia experiencia en cosechar los beneficios económicos de un enfrentamiento bélico, sin sufrir los mayores problemas de un enfrentamiento en suelo propio. El exceso de mano de obra desocupada se puede enviar a la guerra, el estado tiene una explicación, o excusa, para incrementar su gasto e impulsar el consumo global de su economía, y tiene la situación perfecta para limitar algunas libertades de sus ciudadanos, si se considera conveniente; sin tener que rehacer infraestructura interna, ni gastar en controlar el pánico de la gente, ni ver cómo quienes tienen los medios huyen de las precariedades que implica vivir en un país en guerra a la primera oportunidad.

Trump ha generado un enemigo común para el grueso de los ciudadanos de su país, al menos una cantidad suficiente de personas para lograr la presidencia, y actuando en conformidad al enemigo empieza a desarrollar estratagemas ofensivas para protegerse, o eso dice. Pero levantar un muro, o pretender prohibir la entrada a ciudadanos de países con los cuales ya hay tratados diplomáticos en curso, no parece otra cosa que una justificación para ocupar, en el sentido más económico de la palabra, a sus ciudadanos.

Todo esto me parece un movimiento para hacer esas cosas que benefician económicamente a un Estado en guerra, y no los simples delirios de un maníaco iracundo. Lo que está pasando es la realización comercial de un negociante muy especulador en medio de una campaña de venta. Pero nada más campaña, porque en realidad no resulta rentable sacar a los inmigrantes, legales e ilegales, que viven en Estados Unidos.

El esfuerzo que implica sacar a los millones de inmigrantes que trabajan, o no, en Estados Unidos sería titánico, además de que la historia argumenta que nunca es eficiente; pero además, habría que encontrar una cantidad similar de norteamericanos que ocupen los lugares de trabajo que dejarían todas estas personas, y por el mismo salario.

Yo creo que Trump sabe perfectamente que no es posible ninguna de las dos cosas: ni sacar a todos, ni encontrar blancos norteamericanos que ocupen los lugares de trabajo. Lo que sí resulta plausible es crear un frente común contra un enemigo que no es tal, para que se pueda gastar dinero del gobierno en cosas inútiles, como un muro en su frontera sur, que le de trabajo a la gente que no quiere las otras condiciones.

Así la construcción del muro, y los fútiles intentos por expulsar inmigrantes, son ejercicios de gasto del gobierno de Estados Unidos para inyectar recursos en su economía; es una verdadera lástima que los más pobres serán los que sufran los efectos de un sofisma de distracción tan cruel, pero no hay que confundir un plan comercial, con estupidez pura y llana.

Claudio Mera
Lector asiduo, estudioso de la administración y la gestión, consultor, docente universitario, cocinero y ejecutivo administrativo. Las opiniones pretenden mostrar una postura lógica.