Trabajar sí, pero no a los coscorrones

Opina - Economía

2017-05-23

Trabajar sí, pero no a los coscorrones

Las cifras de acoso laboral, o mobbing como es conocido a nivel mundial, no son claras. En Colombia, el Ministerio de Trabajo contabiliza algunas miles de denuncias al año pero, lo cierto, es que el miedo y la intimidación que giran en torno al tema hacen que la mayoría de las víctimas prefieran guardar silencio.

De hecho, son muchos los que confunden las dinámicas abusivas con la “exigencia”, que se expone siempre como una gran virtud, propia de los “líderes” que guían los equipos de trabajo. De hecho, no son pocos los que, en medio de un ambiente laboral hostil, terminan convencidos de que no son buenos en lo que hacen, justifican las agresiones de quien los dirige y terminan dudando de sus propias capacidades y profesionalismo. Eso hace el acoso laboral. Eso y más.

Hace un par de años fue sonado el caso del texano Philip Perea, un exempleado de Fox News que se quitó la vida frente a la oficina principal de esta cadena, en Nueva York, luego de denunciar el maltrato al que estuvo expuesto en su trabajo, en Austin.

Insomnio, náuseas, dolores de cabeza, problemas digestivos, dolores musculares, temblores, sequedad de garganta, cambios en el peso corporal, cansancio, baja concentración, hipervigilancia, dolor lumbar y de espalda, mareos y taquicardia, hacen parte de los síntomas que puede evidenciar alguien que sufre de acoso laboral. Eso, sumado al hecho de que en la víctima se exacerba la irritabilidad, lo que hace que estas personas tenga serios problemas en su entorno familiar y social. Varios se han separado porque llevan su calvario diario del trabajo a la casa, pero de eso tampoco hay cifras.

Quedarse sin empleo está asociado al padecimiento de una pérdida, es decir, se considera un duelo más, como cuando muere alguien que queremos mucho. De hecho, en un estudio sobre el dolor, quedarse sin trabajo figuraba en el segundo lugar de las situaciones negativas más intensas para un ser humano, luego solo del de la pérdida de un hijo. Cuando uno queda cesante son varias las preocupaciones y los miedos que atacan, por eso no es tan fácil tomar decisiones en ese sentido, no es tan fácil “patear la lonchera”.

No cabe duda que el del jefe es un rol complejo. Sobre ellos recae una responsabilidad distinta cuando se trata del éxito o el fracaso de las tareas, y las tan criminales mediciones que cada vez son más, y más detalladas, en las diferentes empresas. Sin embargo, la cosa puede hacerse decentemente, o no.

Quienes tienen el poder pueden ejercerlo siendo conscientes de que su interlocutor es un ser humano o pueden, por el contrario, descargar sobre ellos todo su vacío existencial intentando, a cada paso, hacer la vida de sus empleados casi tan miserable como la propia.

En un pequeño sondeo –que no cuenta claro con la rigurosidad de las estadísticas del DANE, para el que en este país la pobreza prácticamente no existe, o las encuestas de algunos medios, que ya dan por hecho que lo peor que nos podría pasar, nos va a pasar-, cuatro de cada cinco amigos, familiares y conocidos han sufrido de acoso laboral alguna vez en su vida. La cosa es preocupante y los casos no discriminan hombres ni mujeres, ricos o pobres.

Ahora, usted que lee estas líneas, imagínese al peor de sus jefes. Al que haya vulnerado su humanidad, o la de alguno de sus compañeros, al límite. Imagínese ese ser despreciable que se fastidiaba con la alegría ajena y en ese sentido tomaba medidas –yo una vez tuve uno que me decía que no me podía reír en la oficina porque eso bajaba los índices de mi productividad, por ejemplo-. Bueno, ese es Germán Vargas Lleras.

Imagen cortesía de: El Horizonte

El ministro que recorrió a lo largo y ancho Colombia, “regalando” a su nombre casas que pagamos todos con nuestros impuestos –ese es su talante-, no tuvo el más mínimo asomo de pudor, vergüenza o humanidad, al pegarle un coscorrón a uno de sus subalternos en plena vía pública, haciendo alarde de su posición de “superioridad” –ese es su talante-.

Vargas Lleras, además de ser una tristeza profunda para este país de surcos de dolores en los que el bien no germina todavía, es un peligro inminente, así algunos anhelen, casi tanto como él, verlo lucir la banda presidencial. Yo por mi parte, me imagino al jefe ese que nos trataba tan mal y nos hacía sentir mareos y taquicardias, entre muchas otras cosas; me lo imagino tomando las decisiones de un país entero y me provoca eso de, “apague y vámonos”. Opciones no tenemos muchas, todos los políticos de este país son una completa náusea pero, aún entre ellos digamos que hay niveles y, Vargas Lleras es lo más bajo a lo que podríamos llegar, incluso más que la mano firme de la que ya tuvimos bastante, y que nos quedó debiendo el corazón grande.

Si usted siente que está siendo víctima de acoso laboral háblelo con alguien. Quedarse callado solo empeora su situación en tanto que estos abusos traen fuertes consecuencias para su salud física y mental. Asesórese bien, reúna pruebas y denuncie. La ley 1010 de 2006 tiene por objeto “definir, prevenir, corregir y sancionar las diversas formas de agresión, maltrato, vejámenes, trato desconsiderado y ofensivo y en general todo ultraje a la dignidad humana que se ejercen sobre quienes realizan sus actividades en el contexto de una relación laboral privada o pública”. Varios han ganado la pelea, no es fácil pero tampoco imposible.

 

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Mónica Vargas León
Mujer. Periodista. Treintañera. Tercermundista.