Todos los caminos conducen a Vargas Lleras

Todos los caminos conducen a Germán Vargas Lleras, sobre todo los de la corrupción, la parapolítica y la cárcel. Un camino pavimentado por el ex presidente Álvaro Uribe Vélez, quien durante su Presidencia, y al parecer a sus espaldas, designó funcionarios que hoy en día están en problemas con la justicia y hasta prófugos.

Para citar solo un caso de los esbirros del ex presidente, Andrés Felipe Arias, ex ministro de agricultura, se encuentra prófugo de la justicia luego de que la Corte Suprema de Justicia lo declarara culpable por el delito de peculado por apropiación en favor de terceros. Un delito con el que se desangró al erario por un monto de 17 mil millones de pesos, pero que aún no es el universo total del abanico de investigaciones por los que tiene pendientes en el país. Aún le queda pendiente explicar su relación con Odebrecht, por ejemplo.

Luego, como si el prontuario de amigos de Uribe no fuera suficiente, el ex presidente dijo que votaran por Santos y aquí estamos, en un nido de corrupción fraguado por “ñoños” y uno que otro Malo. Una vez Santos en el poder, el ex vicepresidente Germán Vargas Lleras, también rodeado del “dream team” de la corrupción, hizo lo suyo. Con los impuestos de los colombianos hizo campaña con la entrega de viviendas “gratis”, que de gratis no tienen nada porque es obligación del Gobierno nacional hacer este tipo de proyectos.

Y como si esto no fuera poco, la parapolítica y los presos también rodean a Uribe, a Santos y Vargas Lleras. Al parecer, las balas en Colombia consiguen más votos que las tejas y el tamal, y la estrategia de Vargas Lleras desde hace una década fue la de engranar una maquinaria política mafiosa llena de funcionarios investigados o presos por parapolítica y corrupción, así como lo desnudaron los senadores Claudia López y Jorge Enrique Robledo el pasado 17 de octubre.

El partido Cambio Radical, del cual es jefe natural Vargas Lleras, a pesar de que este último haya salido a recoger firmas para las elecciones presidenciales, es un partido que conjuga la diversificación del mercado para obtener una mayor cantidad de votos. Ocupa el deshonroso primer lugar dentro de los partidos con más congresistas presos por vínculos con grupos paramilitares: 19. Además, 11 alcaldes de Cambio Radical están siendo investigados por presuntos hechos de corrupción, y los gobernadores no se quedan atrás: la cifra llega a 8, entre investigados y condenados. Para profundizar sobre este asunto solo hay que revisar las cifras y estadísticas realizadas por el portal Verdadabierta.

Ahora bien, todos los caminos conducen a Vargas Lleras no solo por los senderos del crimen, también hay otros caminos que se están pavimentando a punta de mermelada y obras de infraestructura con las cuales hizo política desde la vicepresidencia. Una estrategia que le ha servido para aparecer en eventos públicos cobrando réditos políticos de su gestión con miras a las presidenciales del 2018 con alcaldes y gobernadores de huestes políticas cuestionables. Algo que se vaticinaba desde las elecciones locales del 2015.

El meollo del asunto radica en que Vargas Lleras ha decidido entrar en una disputa con el Gobierno nacional luego de haber usufructuado el erario a favor de su aspiración presidencial. Prueba de lo anterior, son las pullas que se están dando desde el Ministerio del Interior hacia la Presidencia de la Cámara de Representantes, en función de la aprobación de la normatividad relacionada con el Acuerdo de Paz. Luego de 8 años de haber participado en el Gobierno, ahora el partido Cambio Radical ha manifestado retirarse de la Unidad Nacional, que apoyaba los Acuerdos de Paz, y dar un giro para acercarse a la oposición.

Pero haciendo un análisis a profundidad, lo que se puede entrever es que en las alianzas que se están forjando, la pobreza política, en su sentido más puro; en la lógica de las estructuras programáticas, la ideología y el proyecto de un porvenir compartido, brillan por su ausencia.

Aquí no hay absolutamente nada de politología, lo que hay es una maquinaria electoral que busca dominar un mercado de votos, bajo la lógica económica depredadora, a cualquier precio, con criminales o con lo que toque.

Y respecto a esta maquinaria política, lo que también hay es una serie de congresistas y élites subnacionales que quieren, sin importar si pasan de una bandera roja a una azul, o de un partido a otro, llegar al poder. De ahí, que muchas alianzas y muchos caminos, sobre todo los más torcidos, conduzcan a Vargas Lleras, no importa el color, el prontuario, o el partido.