Sociedad Indiferente

Esta es una realidad mundial indiscutible, pero en nosotros, ha penetrado visceralmente hasta convertirse en cultura. El sinsentido se ha convertido en nuestro sentido.

Opina - Sociedad

2018-09-08

Sociedad Indiferente

Si hay una basura en el suelo, no la recojo porque no la tiré. Si están golpeando a una persona, no me meto ni llamo a la policía porque no la conozco. Si una tubería se rompe, no llamo ni alerto a la institución competente porque no afecta mi cuenta de servicios. Si hay un niño pasando hambre sentado en el andén, es mejor pasar de largo. Si veo que alguien está arrojando basura en la calle, no le digo nada porque no es mi calle.

Si hay un animalito abandonado, me da pesar, pero que Dios lo ampare y juzgue a quienes lo abandonaron. Si noto que alguien está incumpliendo la ley, es mejor hacerse el de la vista gorda para no ganarse problemas. Si alguien le está enseñando cosas indebidas a un niño, es su rollo, cada quien educa a sus hijos como quiera.

Si me entregan de más en una devuelta, me quedo con el dinero porque fue culpa de la otra persona. Si un anciano no ha podido cruzar la calle, no tengo tiempo para detenerme y ayudarle. Si a alguien se le cayeron sus cosas, debe ser una trampa delincuencial y que las recoja solo.

Hacemos parte de la Sociedad Indiferente. Ciudadanía impasible a lo ajeno. Gente ajena a la gente. Miradas perdidas entre ojos sin nombre. Choques de cuerpos inertes y externos. Olores y sonidos sin dueño. Se nos perdió toda la sensibilidad, el contenido, el relleno. Se escuchan voces vacilantes en las calles, con no deseos, con no ritmo, con no propiedad.

El sinsentido se ha convertido en un sentido en nuestro tiempo. Y la tembladera marca presencia de cual en cual. Como hojitas de árbol, temblamos por todo, nos mueven falsas ventiscas, si es que nos movemos. El barullo del transporte público nos aterra: tantos cuerpos, y ninguno se mira, ninguno se habla, ninguno vocifera: cual cementerio colmado, pero vacío.

Está bien hincar los ojos en una pantallita. Estirar los labios por inercia de vez en vez. Estar en lo suyo y no expresar nada hacia afuera. Permiso, Gracias, Con mucho gusto, son zonas inexploradas y extrañas que ni los valientes se aventuran a pronunciar. La realidad es bien vista en segundo plano. Cuando menos lo creemos, somos nosotros quienes arrojamos la basura y golpeamos a otro. Rompemos las tuberías y abandonamos niños. Incumplimos la ley, pero pagamos para que no se nos haga daño.

De pronto alzamos la vista, los ojos. Los párpados siempre cerrados, creyendo tenerlos abiertos, se levantan en serio, y vemos al otro. Pero es un competidor, igual a nosotros. Es entonces cuando no es suficiente que esté lejos, que no invada mis terrenos, que no bifurque mis lares. Ya no importa que la basura caiga en mi calle o en la de otra persona. Ya no importa si es un perro, un gato, y si es mío o de un vecino.

Haga lo que haga el otro, se enmarcará siempre dentro de la competencia en la que la Sociedad Indiferente estará renegada a cargar perpetuamente. Ya no vasta con que no pellizque mi espacio. Ahora hay que acabar con él. Tengo que ser mejor, necesito tener más, sonar más duro, ser más fuerte, comprar más, vestir mejor, sentirme más arriba.

En esta Sociedad la indiferencia se quiebra para hacer del otro un rival. Y es una realidad mundial indiscutible, pero en nosotros, ha penetrado visceralmente hasta convertirse en cultura.

Me pregunto cómo puede ser posible, mientras voy en el trasporte público, con mi mirada hincada en una pantalla, y con las realidades afuera: esquinas que lloran bolsas llenas de basura a borbotones, prados incapaces de succionar miles de colillas de cigarrillo, andenes tendidos cual camas para dormir noches hambrientas y solitarias, animales hurgando aquellas basuras represadas y confundidas entre chécheres y viejos utensilios de hogar… Es el día a día de la sociedad que vamos forjando a cada paso. Ciudadanía de pe$o$. Esta es la Sociedad Indiferente.

( 2 ) Comentarios

  1. Si es cierto PERO HAY QUE HACER ALGO.

  2. Un buen discurso, un buen observador, casi un sociólogo psicólogo de masas, de esos que le arreglan el día a uno, ahora vamos a ir por la calle observando lo que este nos dijo y vamos a decir,ole si, es cierto, vea pues, pero eso es lo que produce el capitalismo, tuve la oportunidad de ir a Cuba y eso es otro mundo, allá lo social, el amor a lo público se lleva en la sangre, el amor a la patria en los genes, la solidaridad es fuente de inspiración, que malo ese socialismo cubano que no tiene niños en la calle, ni arapientos pidiendo limosna en las calles, todos tienen salud, es más, vamos a comprar medicamentos a cuba por lo buenos que son, solo cuando la humanidad sea socialista estas cosas van a cambiar, tenemos un gran compromiso con las futuras generaciones, ahí vamos creando conciencia, hace 25 años eramos 400 mil, ahora somos ocho millones, sin contar los muertos, nuestros muertos…

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Hernán Muriel Pérez
Comunicador social - Periodista, Redactor-Editor, Fundador de Cofradía para el cambio - Copec