Toda sociedad construye los valores sobre los cuales desea cimentar su progreso. El grado de tolerancia con el cual permite la sociedad que se vulneren estos valores, mide su fortaleza, coraje y carácter. Son los atentados a estos valores los que permiten discernir los enemigos de las libertades, por ejemplo, y que evidencia, además, las instituciones o los hombres y mujeres que se prestan a la defensa de sus derechos y de sus semejantes.
Ya sea que hablemos de Colombia u otra democracia en construcción, podemos discernir algunos de los actores que componen esta lucha: Los dictadores y los populistas, por un lado, y los demócratas en general por el otro. Sin embargo, existe un espécimen, un animal político que suele usar discursos aparentemente democráticos, pero que esconde intenciones populistas y autoritarias con el fin de hacerse con el poder. Tal puede ser el caso de Álvaro Uribe o de Gustavo Petro.
El primero, usó como telón su propuesta de seguridad para auspiciar grupos paramilitares, constreñir la libertad de prensa y modificar la constitución para perpetuarse en el poder. Petro, por otro lado, ha sabido manipular el legítimo descontento popular con la conducción del Estado, para proponer una guerra santa para la transformación de Colombia.
Como no existe guerra sin enemigos, Petro ha logrado construir un ejército de seguidores en redes sociales que hacen uso de la máxima: «Si no estás con nosotros, estás contra nosotros», lo cual, junto con propuestas absurdas y fiscalmente irresponsables, ha logrado llenar plazas enteras con su discurso populista.
Para quienes nos consideramos demócratas y liberales, en formación como es mi caso, nos sentimos terriblemente incómodos con los extremos anteriormente descritos. Vemos en ellos ideas diferentes, sin duda, pero que comparten los mismos métodos: El autoritarismo, el ataque a las libertades individuales y el populismo.
Al observar las redes sociales, los medios de comunicación masiva y las encuestas, se apodera de nosotros una sensación de tener que escoger entre el menos peor. ¿Qué mejor razón que esta para evitar dejarnos conducir por estas fuentes? Yo sugiero entonces en primera instancia, descartar la propuesta de Vargas Lleras y De la Calle: Fieles representantes de la politiquería y maquinaría tradicional y considerar la propuesta política de Sergio Fajardo, que a pesar de tener algunas falencias, cuando de opinar y proponer con contundencia sobre asuntos vitales del acontecer nacional se trata, ha logrado aprobar varias pruebas a estos meses de contienda electoral.
A pesar de que han intentado enlodarlo, ha logrado salir adelante, no con artimañas discursivas o maromas judiciales, como sus contrincantes, sino con evidencia seria sobre su actuar público. Destaco, por ejemplo, el análisis hecho por Allison Benson, del London School Economics y Andrés Trejos, del University College London, ambos estudiantes de Ph.D donde señalan la propuesta económica de Fajardo como la más conveniente.
Es una buena oportunidad para evitar que el miedo, las encuestas y RCN nos pongan presidente y seamos los ciudadanos corrientes los que asumamos con carácter, fortaleza y coraje la conducción que aspiramos para la Presidencia de la República.
Rechazo cualquier tipo de autoritarismo y populismo, sin importar si es de izquierda o de derecha, por eso voy a votar por Fajardo. Se puede.
Imagen cortesía de Sergio Fajardo.
Es verdad. Yo no sé quien me da más miedo que gane, si pero o duque…o Vargas Lleras :'(
Así es. Las campañas de Uribe y de Petro producen resquemor, pues con cualquiera de los dos que ganara, el país perderá por lejos la oportunidad de avanzar en el progreso y la Paz.
Sería una lástima que este país finalmente no entienda, que tiene en sus manos, con Fajardo, la mejor oportunidad de vencer la Injusticia, el miedo y la violencia..