#Renuncioalaviolencia No más desproporciones

La fuerza en determinados casos debe usarse para someter al otro, para debilitarlo, no para asesinarlo.

Opina - Sociedad

2018-01-10

#Renuncioalaviolencia No más desproporciones

Puede ser que la extrema izquierda suela ser desproporcionada en sus ataques, ya conocemos el terror que sembraron en la población civil; pero para el caso que nos ocupa, no circulan llamados de ese lado ideológico, en favor de la eliminación de la normatividad jurídica colombiana, del concepto de «uso proporcional de la fuerza», llamado que sí hacen muchos voceros de la extrema derecha.

El principio de la proporcionalidad de la fuerza tiene su origen en Alemania, donde fue desarrollado por la jurisprudencia constitucional de ese país, para luego extenderse a Europa, al sistema americano de derechos humanos y a diversos países de América Latina, Colombia entre ellos.

El principio de la proporcionalidad se aplica para conflictos armados entre países, así como en conflictos internos, sin mucho éxito.  El gobierno colombiano bombardeó a las FARC en un ataque que resultó bastante desproporcionado, si se tiene en la cuenta el armamento que se le conocía a ese grupo subversivo; y si revisamos la historia, bastante desproporcionado fue el ataque norteamericano sobre Hiroshima y Nagasaki en territorio japonés, pero no así el de los japoneses sobre Pearl Harbor, porque se trató de una base naval que fue sorprendida con los «pantalones abajo», y sí tenía como defenderse de ese ataque aéreo… no es necesario ser estratega militar para deducirlo.

Los gobiernos de varios países poseen armas químicas para usar contra otras naciones, cuyos habitantes, cuya sociedad civil, no tendrá cómo defenderse de tales ataques, eso sería bastante desproporcional.  En el derecho penal y especialmente en la aplicación de otro principio universal como es el de la legítima defensa, tiene su aplicación la teoría del uso proporcional de la fuerza, toda vez que resulta inaceptable a la luz del derecho, que una persona insulte a otra, o la agreda a golpes, y la víctima de este ataque inicial, desenfunde un arma y la descargue sobre su oponente.

El arma debería ser utilizada para intimidar al desarmado y persuadirle a una retirada, no para descargarla innecesariamente… si no logra persuadir al atacante, podría incluso disparar a un pie para detenerlo, pero no a la cabeza. Tampoco es legítima defensa cuando habiendo terminado el peligro, una de las partes se retira para armarse de un cuchillo, un fusil o una granada y regresa para causar la muerte del adversario, cruzando así la frontera que separa la legítima defensa, de la venganza.

Intentar desconocer la importancia y «necesariedad» del principio de la proporcionalidad de la fuerza, entendiendo además que fuerza no es sinónimo de violencia, como han pretendido establecer en Colombia, especialmente cuando de la represión de protestas sociales se trata, es una propuesta que solo puede surgir en mentes amantes de la dictadura, de gobiernos tiránicos y de facto, que incluso legislan para legalizar delitos de lesa humanidad, que cometidos por uniformados de ejército y policía, quedan revestidos de impunidad absoluta.

#QuePuedanDisparar es lo que hizo la fuerza pública en la masacre de las bananeras; #QuePuedanDisparar es lo que sucedió en el Palacio de Justicia cuando un militar aseguró que de esa manera defendía «la democracia maestro», y #QuePuedanDisparar es lo que hacen los grupos paramilitares en los que se ampara la institucionalidad cuando no puede, pero quiere disparar.

Un sector de la sociedad que debería estar proscribiendo todo tipo de violencia, busca ahora eliminar el seguro que evita disparar de manera indiscriminada como al parecer sucedió en Tumaco.

Las imágenes de unos indígenas armados de machete mancillando la honra de unos militares armados de fusiles, que no pudieron disparar contra esos «indios», estimula el famoso «hashtag», sin detenerse a pensar por un instante siquiera, y preguntarse cosas como por ejemplo, ¿Por qué el militar le permitió avanzar tanto al oponente, al punto de permitirle poner el machete en su garganta? ¿Artes marciales? ¿No conocen nuestro militares estrategias de combate cuerpo a cuerpo que permitan detener al atacante sin necesidad de acabar con su vida? Tanto guerrilleros como indígenas son hijos también de esta patria y por tanto compatriotas de los uniformados. ¿Podrían haber disparado contra el pie o el brazo que blandía el machete, como mecanismo de persuasión?

La fuerza en determinados casos debe usarse para someter al otro, para debilitarlo, no para asesinarlo. ¿Cómo podemos llamar al exterminio y la aniquilación con el mensaje #QuePuedanDisparar?

Los mensajes que deberían ser virales en las redes sociales, son aquellos que llamen al respeto por la vida, por los derechos de las personas, por el agua, por el territorio. Lo que a voz en coro una nación civilizada debería reclamar es el derecho a vivir en paz, con empresarios fuertes que puedan pagar salarios dignos y estimular el consumo de elementos de primera necesidad, pero también del derecho a la recreación, a las vacaciones en familia… lo que deberíamos reclamar a voz en coro es #ExigimosVidaDignaNoMasacre.

La Nación Colombiana debería exigir detener los avances de la fuerza pública contra ciudadanos que defienden árboles, humedales, acceso a la salud, al trabajo, a servicios públicos dignos como el de transporte de pasajeros, sin violentar a la gente como hicieron en España, para evitar que la ciudadanía Cataluña ejerciera su derecho a votar.  Sobre los problemas, las decisiones de fondo deben ser tomadas en los tribunales, las urnas, la ley, pero sobre las situaciones de facto, sobre la legítima protesta social, el uso de la fuerza por parte de la institucionalidad, no puede ser sinónimo de violencia y mucho menos de muerte.

Para finalizar y a propósito de las violencias contra las mujeres, si una mujer agrede a un hombre, lo cela y lo asfixia, éste hombre, generalmente con más fuerza y cuerpo que la mujer, siempre podrá retirarse, sujetarla para evitar sus golpes, evitar el conflicto, acudir a la ley, pero no devolver la trompada, el puño o la patada, esa no es una pelea justa ni proporcional. Por favor, no más instigación a la violencia, #RenuncioALaViolencia.

 

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Alicia Sarmiento
Periodista, abogada de la Universidad Santiago de Cali y libre pensadora.