Problemas colombianos

Los problemas sociopolíticos siempre han perseguido a una Colombia que desde su Independencia se ha mantenido fragmentada y en medio de la violencia.

Opina - Sociedad

2019-06-10

Problemas colombianos

Desde su independencia de la corona española, Colombia no ha podido desarrollar el potencial que se adjudica a sí misma. La violencia ha sido la mayor constante en la vida de los colombianos y en los últimos 200 años no ha cesado, ya sea por guerras bipartidistas, el conflicto armado, el narcotráfico o la delincuencia común.

A esto súmese la crisis de la salud, la poca credibilidad del sistema político y las constantes luchas por la tierra. Todo esto se combina para posicionar a Colombia en la vergonzosa posición de ser el segundo país más desigual de América Latina y el séptimo del mundo, según el Banco Mundial. Si de resumir los problemas colombianos se trata, los tres siguientes clasificarían:

1. Sistema judicial/político mediocre

En Colombia, muy a pesar de autodenominarse una democracia, el poder siempre se ha concentrado en las manos de los más ricos, usualmente pertenecientes a las mismas familias de altos estratos y estatus social. Esto ha conllevado a querer conservar el status quo que permite la diferencia entre las clases sociales y sus privilegios.

Ha sido importante en la historia de Colombia porque no ha permitido que el poder llegue a manos del pobre, sino que este último deba conformarse con lo que le ofrezcan.

Esta forma de oligarquía ha favorecido el clientelismo y la corrupción, escondida detrás de políticos de renombre, cuyas familias llevan años gobernando sin supervisión alguna.

El miedo a perder el statu quo, ha llevado al sistema político colombiano a verse envuelto en colaboraciones con otros grupos armados de derecha como los paramilitares, en pro de acabar con cualquiera que manejara un discurso de oposición y en contra del establecimiento.

Además, los escándalos de corrupción le han hecho perder toda su credibilidad. Y no es algo nuevo, el fraude de las elecciones de 1970 ya demostraba hasta qué punto está dispuesto el sistema político a combinar fuerzas para no permitir que otros lleguen al poder.

Asimismo, otros escándalos como el proceso 8.000 o los más recientes carteles del sida, de la toga -entre otros-, la captura del fiscal anticorrupción Luis Gustavo Moreno, Musa Besaile, las acciones del ex fiscal Néstor Humberto Martínez, los dineros de Odebrecht en las campañas presidenciales, han terminado de demostrar lo débil y deplorable del sistema político colombiano.

A su vez, Colombia cuenta con un sistema judicial mediocre incapaz de procesar debidamente al que lo merezca. La relevancia e influencia de esto es grande pues ha permitido que casos inverosímiles sigan sucediendo, al no haber condenas o investigaciones ejemplares.

Casos como el de Luis Carlos Galán, Jaime Garzón, Jaime Pardo Leal, entre otros que no han sido esclarecidos, demuestran lo deficiente del sistema judicial colombiano.

Así como su imposibilidad de responsabilizar con el peso de la ley a quien lo merezca, dejando en total impunidad personas como el ex presidente Ernesto Samper por el proceso 8.000 o a Álvaro Uribe por las ya probadas chuzadas del DAS, los falsos positivos o las masacres del Aro y La Granja, por las que se le investiga, más los otros 28 procesos que enfrenta en la Corte Suprema.

No solo en el aspecto político el sistema es deficiente, pues tampoco ofrece condenas ejemplares que intenten acabar con el fatídico número de muertes, violaciones y demás aberraciones que día a día llenan el morbo de los periódicos amarillistas.

El tratamiento al criminal es demasiado ligero, ya sea este un político renombrado o una persona del común. El sistema judicial es insuficiente y permite que diariamente se sigan perpetrando tragedias en el suelo colombiano.

 

2. Modelo Neoliberal

El neoliberalismo por definición busca la repartición hacia arriba. En Colombia particularmente ha sido problemático, al ser un país agro donde la importancia de la tierra es crucial.

Quizás la lucha más importante y duradera a lo largo de la historia colombiana ha sido propiamente la tierra y su distribución. Motivo de disputas, de consignas guerrilleras y de cientos de muertes de líderes sociales o indígenas empecinados en defender lo que consideran como suyo.

En el modelo neoliberal la tierra es privatizada para rentabilizarla en medio de un paradigma capitalista, beneficiando a los grandes propietarios. En Colombia esta redistribución deja al campesinado sin sustento, sin tierra qué trabajar.

Asimismo prioriza la industria y el capital; en el caso colombiano ha dejado a los campesinos relegados y sin la posibilidad de poder competir contra las grandes empresas.

Esta situación ha repercutido incluso en el inicio de los cultivos de coca, que gracias al nulo incentivo del estado, convenía más que cultivar cualquier otra cosa.

El tipo de redistribución de la tierra que propone el neoliberalismo ha sido respaldado y asegurado con violencia por parte del paramilitarismo.

En Colombia el 52 % de la tierra le pertenece solamente al 1,5 % de la población. Cifras que reflejan el problema de concentración de tierras en el país, esto sin mencionar los miles de desplazados a los que les arrebataron sus propiedades en el contexto del conflicto armado. Agregado a esto, según datos del Dane, el 64% de los hogares rurales no tienen acceso a la tierra.

En las elecciones presidenciales pasadas, el candidato de la Colombia Humana, Gustavo Petro, propuso que el Estado comprara las tierras pertenecientes a Incauca con el objetivo de distribuirlas entre los campesinos. El expresidente Uribe no tardó en comentar vía twitter que “se le salían los colmillos expropiadores de Chávez así quiera esconderlos”.

 

3. Sistema educativo

En la actualidad la educación superior pública es de mala calidad. Incluso la educación media lo es. No puede ser posible que un país que intente avanzar solo tenga educación de calidad privada para aquellos que puedan pagarla.

Así como también es irrisorio que los colegios del Estado en vez de ser ejemplo están en muchos casos en condiciones deplorables.

No solo eso, sino que además de no ser equitativa, la educación en Colombia no llega a todos. En muchos pueblos y veredas, los estudiantes se apilan de hasta 3 grados por salón de clase y para un solo profesor. Debería ser la prioridad número uno el formar jóvenes críticos, que algún día dirigirán al país.

Muchos finalizan el colegio y no encuentran manera de seguir, las universidades públicas ofrecen cupos limitados y el presupuesto para las mismas cada vez es más bajo, incluso la Universidad Nacional, orgullo colombiano, se está cayendo a pedazos.

¿Qué le queda entonces a un joven de estrato 0 que desea continuar con la educación superior? Si la educación media de colegios públicos es tan pobre que los estudiantes de los mismos difícilmente podrían competir por un cupo universitario con un joven estrato 4 que ha estudiado toda su vida en un colegio privado.

La educación en Colombia es clasista y discriminatoria, y al mismo tiempo permite la perduración del statu quo. De que el pobre siempre sea pobre y el rico siempre sea rico; no se les facilita el acceso a la educación de calidad a los bajos estratos pero para cualquier trabajo de paga decente se solicita un pregrado.

Es un círculo cruel que no permite el avance de la sociedad, un juego que le conviene al sistema político corrupto para mantener la ignorancia de los que deberían ser sus veedores.

Primeramente la educación no debería ser un privilegio, sino un derecho. Podría al menos empezarse por aumentar el presupuesto para la educación, asegurarse de que los cupos dirigidos a desplazados, indígenas y estratos más bajos de las universidades públicas si sean tomados por los mismos. Concluir programas como Icetex o el nuevo Generación E, cuya diferencia con Ser Pilo Paga aún no es clara.

Quizás incluso, dejar de tomar al examen ICFES como una referencia para entrar a la universidad, puesto que la competencia es injusta y los puntajes de un joven de Miraflores en el Guaviare a uno del norte de Bogotá difícilmente serán iguales.

En cuanto a la educación media, hay que incentivar y tomar en cuenta a los profesores. Ellos hacen parte de la cadena de la educación y si se quieren jóvenes formados, deben haber personas capaces y motivadas en frente.

 

 

Foto cortesía de: Semana Rural

 

 

( 2 ) Comentarios

  1. ReplyAngel David Acosta Ortega

    Excelente apreciación, radiografia y reseña de nuestra problematica social Colombiana. Como cidadano de bien considero interesante que las juventudes vean con preocupación nuestros problemas y flajelos que nos impide avanzar hacia una sociedad justa culta y competitiva. Este artículo que acabo de leer como lo confirma algunos de sus apartes es sin duda una muestra de mi convicción y consigna de que es a travez de la educacion que nos permite evaluarnos y preguntar por lo que nos pertenece, lo que nos arrebataron o lo que nunca nos ofrecieron. Felicitaciones al exponente y redactor de este artículo bastante disciente. Muchas gracias.

  2. Excelente artículo en el que se muestra una vez más lo que todos sabemos, ya no confiamos en el sistema judicial pues no es objetivo en las condenas que impone «a veces y a algunos». El «peso» de la ley pasa de largo cual pluma llevada por el viento de la corrupción; en cuanto a la educación si, que triste que el pueblo no esté al mismo nivel de otros países donde la inversión para este derecho es muy superior y se evidencia en los resultados que logran. y la tierra ni que decir….

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Silvia Contreras Rodelo
Cartagenera. Estudiante de Comunicación social en la Pontificia Universidad Javeriana con énfasis en periodismo (político).