¿Por qué soy de derechas?

Soy de derecha porque aprendí a odiar, porque no me enseñaron la palabra empatía, porque mi educación fue precaria y sesgada.

Opina - Política

2019-05-07

¿Por qué soy de derechas?

Prefacio:

Después de muchos ires y venires decidí salir del closet político y declararme abiertamente de derecha. Me sedujo la filosofía de José Obdulio, la lógica de María Fernanda, la determinación de Pacho Santos y la berraquera de Carlos Castaño, pero, sobre todo, las clases de historia de Darío Acevedo. Papá, mamá he aquí la razón por la cual ahora soy profundamente de derecha:

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¡Por supuesto que soy de derecha! Soy de derecha como solamente podría serlo, porque soy un bonito ejemplar de exposición, blanco, heterosexual, cristiano, conservador, con herraduras nuevas y de impecable estirpe, tengo mi certificado genético autenticado en una notaría, soy del linaje de los nobles españoles que enhorabuena vinieron a limpiar la pobre sangre y la tez humilde que llevaban las sucias y pegajosas tribus que desde el Yukón hasta la Patagonia infestaban el continente americano.

Es hora de imponer de nuevo los antiguos valores del cristianismo ortodoxo, las buenas costumbres del nacionalsocialismo, restaurar la monarquía, abolir el castrochavismo, regresar al antiguo régimen, matar los herejes, los impíos, los infieles, los bárbaros, los seléucidas, los bizantinos, ¡Los pérfidos judíos que mataron a Cristo! Es hora de guardar las buenas prácticas de manejo de hogar, como reprimir al afeminado, solapar el incesto y reprender a la empleada del servicio. Mis creencias son inamovibles y fundamentadas en la palabra del Dios del Antiguo Testamento. Creo en la inocencia de Torquemada, en la castidad de Rodrigo de Borgia, en la serenidad de Urbano VI, en la humildad de León X y en la honradez de Juan XII. Los sacros patriarcas de la Iglesia. Los que tanta falta hacen en estos momentos de libertinaje y desbordada pasión.

Soy de derecha porque el mundo necesita una regeneración: ¿Qué sería del mundo sin prohombres como Francisco Franco, Benito Mussolini, Pinoshit, Laureano Gómez, Guillermo León Valencia, Monseñor Ordóñez y por supuesto ¡Mi presidente eterno!? Aquel que por fin me permitió volver a la finca, (recuperar mi ganado avícola) aquel que nos libró del terrible rayo homosexualizador, que hizo trizas ese maldito papel endemoniado llamado “los acuerdos de paz” (me persigno tres veces) y que desterró al traidor de Santos a los Estados Unidos, (la tierra del otro traidor) llamado Donald Trump.

¡Ah! Mi doctor varito, el de la mano grande y el corazón amorfo. ¡Ese muchacho bendito que tanto ayudó al progreso nasal y psicotropical de los americanos y del mundo! Aquel que ha dejado tan en alto el nombre de nuestro país. ¡El gran colombiano! ¡El misericordioso, el que todo lo sabe y todo lo puede! Desde un articulito hasta un genocidio.

Es hora de reivindicar nuestras creencias, ¡Por supuesto que la tierra es plana!, que Petro es un espía de la Unión Soviética, que el Papa argentino es un enmermelado y que la academia sueca es una guarida de narcoterroristas, que existe un complot de la izquierda para desprestigiar a nuestros dirigentes políticos y que los indios (los grandes terratenientes de esta patria) no tienen alma y por eso no le entran las balas de nuestro glorioso Ejército anti-restitución y, por supuesto, las del ESMAD tampoco, porque están rezados, consagrados a Changó, el Dios de los negros y de los indios que viven con las uñas llenas de tierra.

Soy de derecha porque aborrezco profundamente el secularismo satánico, el comunismo ateo, la revolución francesa y todos esos modelos despreciables que trajo la ilustración. Marx era marica, El Che mariguanero, Stalin rezaba el padrenuestro al revés, Trosky se acostaba con la lesbiana de Frida Kahlo (quien en realidad era hombre) y tenía las piernas peludas.

Añoro los tiempos del Ku Klux Klan, de la caza de brujas, del trabajo infantil (donde los niños se hacían hombres) donde se forjaba el carácter del macho alfa. ¡Qué viva el modelo WASP[1], el derecho canónico, el concordato, el frente nacional, el derecho a poseer nuestros propios esclavos!, a enseñar la historia como deber ser, (del lado correcto), nada de insurrectos, ni Quintín Lame, ni “Benkos no-sé-qué” ni nada de seres horribles antiestéticos y malcriados ultramontanos.

La guerrilla se tomó el país y no nos dimos cuenta, hay que cerrar esos centros de adoctrinamiento de terroristas llamados universidades públicas. Hay que refundar la patria, (con buenos muchachos claro está), y duélale a quién le duela.

Soy de derecha, porque defiendo la vida del feto y la pena de muerte para el adolescente infractor, la violación correctiva y la masacre con criterio social, la limpieza étnica, ¡qué feos son los indigentes comiendo basura!, ¿no les enseñaron buenos modales? Si al menos leyeran un libro de emprendimiento, por favor, viven en una ciudad “clúster” e “innovadora”, donde se respira la Cultura Metro, (el que se enferma es porque quiere) sería fenomenal que tuvieran visión de futuro, que tuvieran mentalidad ganadora como la que tuvieron en su momento Fernando Londoño o José Felix.

Pero no, los mamertos lo quieren todo regalado. ¡Hasta la bazuca! Enhorabuena llegó el Código de Policía, a estirpar todos esos malandros del parque del Periodista, de San Antonio, del parque Bolívar, la Fuerza Pública ejerciendo su absoluta potestad de atropellar al desvalido, de maltratar a los pobres (como diría ese otro gamín llamado Baudelaire). La institicionalidad del Estado haciéndose presente de la mejor manera posible; con el garrote; ¡Báculo y espada!

Soy de derecha porque odio las mujeres, aborrezco al campesino, al pobre, al desvalido, me causa terror la diferencia, lo que no conozco, lo que me deja en evidencia, lo que me pone en falta.

Soy de derecha porque me carcome el egoísmo, porque olvidé mi niñez, porque aprendí a ver con los ojos metalizados por el dinero, porque la indiferencia me heló el alma, porque los miedos de comunicación hicieron metástasis en mi hipófisis.

Soy de derecha porque aprendí a odiar, porque no me enseñaron la palabra empatía, porque mi educación fue precaria y sesgada. Porque primero conocí Nueva York que el Centro de Medellín. Soy de derecha porque tengo una carencia inmensa de afecto. Soy de derecha porque no tengo corazón y escasamente cerebro.

[1] White Anglo-Saxon Protestant

 

 

( 8 ) Comentarios

  1. Excelente prosa pero no necesariamente la derecha se identifica con todos esos caracteres expuestos por usted. Entre otras cosas apreciaciones como esas son las que hacen irreconciliable a la humanidad. Soy de izquierda pero no vitupero de los de derecha porque conforme a esa tendencia, lo que rechazo de ellos lo evito en mi actuar. Fácil es predicar desde el sillón mullido que se ocupa en el estado del que se despotrica. De todas formas felicitaciones por su excelente redacción y composición.

  2. ReplyJosé Antonio Ovalle

    Excelente! Muy fino.

  3. Wow súper interesante y súper elegante para decir las cosas. Excelente.

  4. Creo que vale la pena ser de derechas…Por lo menos aprenderíamos la magia de ser genocidas sin disparar un arma…..y ser artífices de la extinción definitiva de la basura humana. Qué espectáculo maravilloso ver quemar libros, pero si sirven de hoguera para quemar herejes. Es una melodía el traqueteo de los fusiles aniquilando campesinos, los falsos guerrilleros cuya muerte enaltece nuestro glorioso ejército.
    no nos perdamos éstas y otras maravillas….

  5. Mal artículo, no tuve la necesidad de q me enseñaran, solo con ver y analizar lo q ha sucedido durante mi vida me ratifico de derecha.

  6. ReplyLuis Alfonso Ossa

    Gracias por permitirnos al fin conocer EL IDEARIO sobre el que se levanta ese milagro politico autodenominado Centro Democratico

    • El amor es el unico antídoto para la guerra y reconocer que nos educaron para la relacion de poder, considero el escrito pertinente para reflexionar y trasformar esas practicas de competencia, odio que mantie la guerra entre quienes nada tienen que ver

  7. ReplyPedro Pablo Restrepo.

    Es un valioso artículo que desenmascara la ideología de la ultraderecha en Colombia. Robar y despojar no son asimilables para ellos, por eso incluyeron la palabra asesinar dentro de ese lenguaje «cristiano» que tanto le gusta al innombrable

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Jorge Diego Mejía
Coordinador de la Tertulia Literaria Universidad de Antioquia. Normalista Superior, Normal Superior de Envigado. Politólogo Universidad de Antioquia. Columnista de Al-poniente (2017-2018) Colaborador de la Agencia de Comunicación de los Pueblos Colombia-Informa (2018)