¿Por qué le duele tanto a José Félix Lafaurie el día sin carne?

Opina - Política

2020-11-18

¿Por qué le duele tanto a José Félix Lafaurie el día sin carne?

Columnista:

Daniel León Hernández

 

Es más que evidente que al presidente ejecutivo de FEDEGAN no les sirve a sus intereses ver que en un ámbito institucional se comience a gestar medidas para disminuir el consumo de cualquier tipo de carne. A la agremiación, por obvias razones, se le afectará el bolsillo y por supuesto ese es el lugar en donde más les duele. Pero uno se preguntaría, dadas las recientes discusiones del día sin carne en Bogotá, hasta qué punto es acertado y razonable lo que este señor pone sobre la mesa a la hora de debatir, o si simplemente es un mero guion para sacar de “cabales” a cualquiera.

Para ponerse en contexto, el día sin carne en Bogotá hace parte una serie de medidas concretas que desde el concejo se quieren adaptar para responder a la emergencia ambiental por la que la ciudad viene pasando desde hace un buen tiempo. Por definición, la medida considera que la pedagogía de la disminución del consumo de carne, aunque sea un día a la semana, terminará por ser beneficiosa en la reducción de gases de efecto invernadero. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), por ejemplo, el sector ganadero produce un 18 % más de CO2 que el sector transporte. Este es uno, de seguramente muchos otros argumentos que sustentaría que el cambio de hábitos alimenticios puede ser positivo en términos ambientales. Por supuesto, sabemos que la medida es educativa: no pasa de ser una simple pedagogía de la sugerencia. A nadie le van a quitar la carne del plato los lunes a ritmo de fusil. En lo absoluto. Se podría pensar que es una cuestión lógica y prudente, pero en economía y política lo lógico parece pasar a un segundo plano cuando se tiene poder en el bolsillo.

En un espacio de debate que se abrió en Semana a propósito de esta propuesta en particular, la concejala de la alianza verde, Andrea Padilla, tuvo la oportunidad de debatir con el señor Lafaurie. En medio de las tres intervenciones de Lafaurie uno podría hacer una extracción de sus ideas: el día sin carne encarna una restricción de libertades, el carnicero del pueblo se ve afectado y, el que parece ser su argumento estrella, «la pandemia dejó ver que la producción de carne no tiene nada que ver con el cambio climático». Por su parte, Padilla, procuraba aclarar la razón central de la propuesta: de nuevo, una cuestión pedagógica.

La cuestión aquí es que para Lafaurie cualquier cosa que le huela a progresismo la sataniza. Sus argumentos sustentados en estudios propios de su agremiación no alcanzan mínimamente a complementar la excesiva estigmatización con la que se mueve: que mi hija fue vegana y se enfermó, que a los ambientalistas les preocupa más una cucaracha que la vida de un niño, que la proteína solo viene de la carne. Y así, desbordado en ideas de maqueta, de ese espíritu fundamentalista que baña su discurso político, pide que concejales animalistas —si pudiera escribir el tono con lo que lo dice lo haría—, se sienten con él a discutir los elementos de su propuesta de ganadería sustentable, mientras en Twitter se harta de llamarlos mamertos, izquierdosos, cocaleros y estúpidos.

 

Lo cierto es que al final del debate, Andrea Padilla, harta de las faltas de respeto y la nula moderación, terminó llamando hijo de puta al señor Lafaurie. Yo creo que a él le pasó un fresquito por el cuello: ese es su cometido. Estigmatizar, estigmatizar y estigmatizar hasta sacar de casillas al otro. Es su trabajo. Cualquier académico como Andrea, que estudios le sobran, le desgastará esa costumbre de antaño de mi querida patria. De hombres gallardos que defienden sus ideas con prejuicios. Por mi parte, aunque no lo aplaudo, prefiero el madrazo directo de Andrea a la ambigüedad de Lafaurie.

Por último, creo que la tarea se está realizando de manera correcta. Tiene que llegar el día en que se acaben estas figuras teatrales, que no soportan nada que no se parezca a ellos. Cambiar costumbres no implica la muerte. Hagan el ejercicio. Este señor es la imagen de muchas personas que entienden el mundo igual, es una figura de país que está mandada a recoger. «Comedidamente» lo digo, no dejemos que los que tienen el poder en el bolsillo sigan diciendo qué debemos hacer. Llevan trabajando arduamente por años en este país, pero la pobreza no cambia.  
 
Bien por Andrea y los periodistas que ahora último escapan de Semana. Hay que seguir quitándole poder al poder.

Fuente:

“Proyecto de emergencia climática para Bogotá es aprobado por el Concejo”. https://bogota.gov.co/mi-ciudad/ambiente/concejo-de-bogota-declara-emergencia-climatica-en-bogota

 

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Daniel León Hernández