Permítanme discrepar

Pretenden derrocar a Maduro, como lo hicieron con Noguera en Panamá, mediante una intervención armada con demasiadas consecuencias para Venezuela y para Colombia, por supuesto. 

Opina - Internacionales

2019-02-02

Permítanme discrepar

No me gusta escribir sobre asuntos de los que todo el mundo está hablando al mismo tiempo. Le tengo fobia al “vicentismo” (“para dónde va Vicente, para dónde va la gente”).

Por eso, hasta ahora, me he resistido a escribir sobre Venezuela, pese a sentir profundo afecto por el hermano país y encontrarme conmovido ante los azarosos vientos bélicos que corren en su contra los días presentes.

Pero estamos notando unos fenómenos bastante particulares.  

Sea lo primero recordar que el candidato Donald Trump perdió las elecciones en los Estados Unidos, pues su votación fue inferior a la obtenida por la candidata Hilary Clinton; sin embargo, gracias al extraño y convencional sistema electoral norteamericano, el abusivo magnate es hoy el Presidente de la República.

Y esto lo señalo debido a que últimamente la subversión de la realidad es tal, que no queda muy claro qué es lo que se entiende por democracia. Veamos:

El presidente Nicolás Maduro fue elegido, por primera vez hace algo más de 5 años, en abril de 2013, en un proceso electoral que contó con supervisión extranjera y participación de un sector de la oposición de su país.

Al concluir su periodo presidencial volvió a presentarse y ganó de nuevo la presidencia frente a una parte de la oposición, no toda, porque la egolatría y el exclusivismo de esta le impidieron proclamar un candidato único. No obstante, los candidatos disidentes alcanzaron una votación significativa.

En esa ocasión, hábilmente, el sector opositor que no quiso participar en las elecciones, se negó también a conformar los mecanismos de supervisión del proceso electoral para así poder después sostener que había sido espurio y amañado. Es decir: no miro para poder descalificar después lo que no quise ver. Interesante táctica.

El presidente Nicolás Maduro, a diferencia de Donald Trump que perdió las elecciones, fue elegido en un proceso electoral por una cantidad de votos importante, pero no aplastante, aunque sí mayoritario.

Y como tal asumió su nuevo mandato, de conformidad con los lineamientos de la Constitución y la Ley de su país. Pero, paradójicamente, ahora fue declarado, de buenas a primeras, usurpador.

En cambio, un señor elegido como un representante más dentro de una corporación colegiada, en unas elecciones dirigidas por el mismo cuerpo electoral que organizó las del Presidente de la República; y al cual nadie, en un certamen de elecciones presidenciales, le ha conferido título, ni mandato alguno es, literalmente, puesto como primer magistrado por una potencia extranjera y “reconocido” como Presidente de la República de Venezuela por los Estados Unidos, la potencia que lo exaltó a su insólito cargo.

No hablo del reconocimiento que hicieron de él, los gobiernos de América Latina, porque se trata de regímenes borregos, incapaces de tomar decisiones independientes con criterio nacional y latinoamericano. Los presidentes de estos Estados, incluyendo el payaso colombiano, son simples sátrapas abyectos del imperio, sin ningún honor, ni dignidad nacional.

Sin embargo, me parece bueno recordar que desde el año de 2013 y, tal vez antes, Venezuela ha sido objeto de una clara persecución norteamericana.

Los precios del petróleo, su principal producto de exportación, han sido objeto de toda clase de manipulaciones por la primera potencia económica del planeta, buscando generar inestabilidad.

De esa inestabilidad hemos sido víctimas incluso los colombianos quienes vimos cómo nuestros planes de desarrollo, proyectados con base en unos precios crecidos del crudo, se vinieron a pique cuando el precio internacional llegó a los treinta dólares el barril.

Por otro lado, es probable que el presidente Maduro se haya equivocado en algunas de sus políticas y resulta evidente que el país hermano se encuentra en una situación económica penosa.

Pero no cabe duda de que las maniobras diplomáticas, los bloqueos, las manipulaciones internacionales han contribuido, junto con los errores internos, las políticas equivocadas y las malas asesorías a generar esas dificultades.

Y frente a esta crisis, el presidente Maduro tiene en sus manos el mecanismo democrático por excelencia: la citación a la plebe, el plebiscito, que ya ha sido usado en el pasado y que constituye un excelente instrumento de consulta popular.

De suerte que, sin querer inmiscuirnos en los asuntos internos ajenos, pienso que el presidente Maduro podría llamar en su respaldo al pueblo para que se pronuncie si desea que él siga al frente del poder o no.

Es claro que el pueblo venezolano no es tonto. Por el contrario, es un bravo pueblo aguerrido que destronó tiranías como las de Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez. Ellos saben y conocen cuál es y dónde está su destino.

Ellos están en capacidad de resolver sus problemas por sí solos.

Pero ahora los Estados Unidos andan liderando en contra del querido país hermano una santa cruzada, como todas las que ellos, imbuidos de ese hipócrita y falaz espíritu puritano que los caracteriza, han encabezado en el pasado. El olor del petróleo venezolano los tiene locos.

Pretenden derrocar a Maduro, como lo hicieron con Noguera en Panamá, mediante una intervención armada.

El sujeto que habita la Casa Blanca, cuenta con diversas clases de apoyo: de un lado la que le facilitan los idiotas útiles de la comunidad europea, que contribuyen cada día más a cavar la tumba del liderazgo europeo mundial, al ponerse en forma desvergonzada, al servicio de los intereses de la potencia americana.

Por otro lado, han constituido una como cabeza de playa con el nombre de un monigote apellidado Guaidó. Una especie de albacea en quién depositar todos los apoyos, tanto de los europeos como de los inanes mentales que lideran los Estados latinoamericanos genuflexos al imperio.

Y cuenta, claro está, con la actuación estelar de la marionetica colombiana, presta a abrir prostitutamente la sagrada tierra colombiana para que la hoyen los bárbaros soldados del imperio, diestros en violaciones sexuales a las niñas colombianas.

Con ese panorama, lo único que puede esperarse es un escenario de guerra, de sangre y destrucción.

Pero no nos engañemos, la sangre y la destrucción no estarán solo en el país hermano. Nuestro territorio y nuestra gente también se verán afectados. Nuestros hijos, nuestras mujeres, nuestros bienes, nuestras ciudades, serán presas de la tragedia bélica.

Porque las bombas, los proyectiles, los misiles, la hartera mano de la guerra no escoge, ni diferencia. Cuando Marte haga presencia en este punto del continente, no va a escoger entre amigos, ni enemigos, sino que habrá de barrer con todos.

¿Es eso lo que queremos, amigo lector, para nuestros pueblos?

Y entonces ¿qué hacer? Es necesaria una acción patriótica latinoamericana en contra de la guerra y en contra del imperio.

Es necesaria la movilización ciudadana, en todas partes. En todos los escenarios.

Hay que rechazar la guerra, hay que rechazar la intervención gringa, hay que notificar al presiente Mario de que el pueblo colombiano no está dispuesto a ser cómplice de la matanza de nuestros hermanos venezolanos para que los magnates petroleros gringos vean engordar más sus billeteras.

Solo queda el recurso de la calle y que el grito “Manos fuera de Venezuela” sea el lema de identidad latinoamericana en contra de la intervención extranjera.

 

( 5 ) Comentarios

  1. ReplyGloria Elena Vallejo Arboleda

    Excelente portal, eso es lo que necesitamos quien nos le presente la realidad con argumentos.
    Felicitaciones,

  2. ReplyÁlvaro Gandía Pajes

    En ésta opinión, dejando de lado la postura política, que sea errada o correcta, no deja de ser una opinión y merece respeto, si deja plasmada una falta de coherencia histórica, además de una muy evidente falta de gramática, sintaxis y ortografía. Si lo ha escrito una persona carente del recurso cultural y académico, se entenderá como tal; caso contrario, sería inevitable, que se lo hiciera ver. Un saludo cordial

  3. de casualidad me encontre un texto acerca de unos iluminados gringos, racistas y fanaticos, que revivieron el nombre de Yahveh, se iniciaron como el ejercito del señor con la mision de oponerse a la inminente llegada del anticristo. La metodologia ya conocida el genocidio, pues el anticristo,segun las revelaciones, naceria entre los mestizos.
    trump, no es ajeno a esta crencia, los asesores son consumados lectores biblicos, y para completar el titere colombiano aparecio leyendo un pasaje de la biblia, Isaias para ser mas preciso en elcual invocaba al señorde olos ejercitos para que lo cuidara. Bolsonaro con el pretexto del la tragedia minera, hizo que desembarcaran en el Brasil tropas israelies. Los sotanudos venezolanos, consideran que el titere guaido es una revelacion.
    El Anticristo esta anunciado que naceria en una cuna de barbaros, que desconocen el orden de Dios, que tienen otros idolos, que hacen pactos con el diablo, que seducen a los pueblos con comida y guerra. que sacaran a los reyes ungidos por elaltisimo para sentar en esos tronos a personajes sin linaje.
    esta escrito en las revelaciones, que el pueblo de dios esta obligado a defender el orden establecido y a esa guerra santa la llaman Armagedon. Esta guerra es para acabar con olos ateoscomunistas, los delHezbola,que segun Maria Fernanda Cabal viven en una comunidad terrorista con los delELN colombiano. Los justos de colombia estan tronando desde sus comodas sillas para acabar con estos proletos que quieren usurpar sus tronos a los hombres de dios.

  4. Esta es le postura correcta en el escenario que nos ha impuesto el Gobierno de USA 1 sus lacayos, los ejemplos de Libia, Irak, Afganistán Siria, Somalia, etc. donde destruyeron su capacidad de autogobierno y sumidos a una crisis permanente, el pueblo venezolano tiene el derecho a darse su propio gobierno y no aceptar titeres le medio pelo.

  5. ReplyEduardo Sáenz Rovner

    El subpresidente Duque pidió la sede de la Tercera Guerra Mundial para Colombia…

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Armando López Upegui
Historiador, Abogado, Docente universitario y Maestro en Ciencia política.