Papaya Verde

Mientras Mockus en su primera investigación siente el rigor de la ley, por el congreso se pasean regodeantes e ilesos quienes han llegado a sus curules con elecciones probadamente viciadas de nulidad.

Opina - Política

2019-04-16

Papaya Verde

Todo un cisma político acabamos de vivir en esta última semana por cuenta del Consejo de Estado, entidad judicial que, mediante senda sentencia, ha decidido anular la elección del senador Antanas Mockus y despojarlo de su curul e investidura del congreso.

Desde todas las orillas del pensamiento político han surgido opiniones al respecto; por la de la ultraderecha, por ejemplo, se han relamido y saboreado su victoria, pues es innegable que el acto representa un duro golpe para sus contradictores.

Entre tanto desde la izquierda y los “alternativos” del centro, (que son por naturaleza la corriente política del derrotado), han salido a halarse los cabellos y rasgarse las vestiduras cuestionando el hecho. Para ellos, y tal vez para la gran mayoría del país, por obvias razones, no sólo es desconcertante sino indignante sentir ese tufillo de injusticia que deja la decisión de la corte, máxime cuando se observa que mientras Mockus en su primera investigación siente el rigor de la ley, por el congreso se pasean regodeantes e ilesos quienes han llegado a sus curules con elecciones probadamente viciadas de nulidad.

No obstante, en mi humilde opinión trataré de ampliar en este texto lo que ya expresé a través de mi cuenta de Twitter, y que 140 caracteres no me permiten decir con mayor extensión lo que pienso respecto de lo que acaba de ocurrir con el hoy exsenador Antanas Mockus.

Todo lo acontecido con relación a la decisión tomada por el Consejo de Estado frente a la inhabilidad que tenía el señor Mockus para presentarse a elecciones, salir victorioso con la segunda votación más alta del país, posesionarse y después perder su cargo; nos dice claramente que, en materia política, desde hace mucho tiempo hemos venido perdiendo el año. Dicho de otro modo, tales eventos hablan muy mal de nuestra clase política y dirigente.

Preguntémonos entonces: ¿qué es lo que pasa a este nivel? Pero no respondamos apresuradamente, hagamos una pausa en el camino, reflexionemos hacia dónde vamos como sociedad, qué nos espera si vamos a continuar permitiendo tener lo que tenemos hoy en día.

Por la derecha, una caterva de corruptos criminales que nos vienen gobernando desde hace más de 200 años y que han cometido los más execrables delitos en el nombre de Dios y la democracia para sostenerse en el poder.

Por la izquierda y por el centro, aquellos que desde la firma de los acuerdos de paz con el otrora grupo guerrillero M19, se han erigido como fenómenos alternativos, capaces de derrotar a los primeros, que han alcanzado inclusive a ilusionar a un pueblo ingenuo,  ansioso de que en el país haya un cambio en la manera de hacer política y tal vez algún día se pueda ver la luz al final del túnel, para que felizmente seamos una patria renacida en los pilares de la equidad, la justicia, el bienestar y las oportunidades para todos.

Como en el monólogo de Segismundo, Pedro Calderón de la Barca nos enseña que “la vida es un sueño y los sueños, sueños son”. Ahora para eso están los alternativos y la izquierda, para mostrarnos el significado de esta parábola. Por supuesto, los hechos son tozudos.

Primero, el señor Gustavo Petro nos ilusiona con asestar un soberbio golpe a la corrupción promoviendo sendo debate sobre el caso Odebrecht, que nos hizo sentir pisadas de animal grande y nos ilusionó con la caída de un supuesto delincuente de marca mayor: el señor Fiscal General de la Nación, don Humberto Martínez Neira.

Pero no, después todo se vino al piso porque, muy astutamente, los corruptos le pusieron agua al azúcar de la victoria y la diluyeron por cuenta del papayazo que dio Petro en el episodio de la bolsa de dinero para su campaña.

Ahora vienen los verdes, equipo de hombres y mujeres probos, decentes, pilos, estudiosos, más preparados que un yogur; con pregrados, posgrados, magister, doctorados, PHD, MBA, ilusionan a sus ingenios electores con un verdadero paquete, el señor Fajardo, quien como buen matemático se encargó de ser factor común divisor de la única oportunidad de triunfo electoral.

Para colmo de males, y como novedad, sigue el papayazo del intelectualísimo señor Mockus, quien aparentemente no sabía de su supuesta inhabilidad y a quien definitivamente le falló su súper equipo de asesores. Ahora bien, queda la duda sobre si el primero y los segundos no sabían y no detectaron lo de la inhabilidad, o lo sabían y se hicieron los pendejos para pasar de agache.

Si fue lo primero, significa que él, su equipo y su partido efectivamente están muy verdes para gobernar. Si es lo segundo, envía un pésimo mensaje al país y en especial a su electorado que los ve con buenos ojos y, lo menos que espera, es que el partido verde y Antanas Mockus les pida perdón: so pena de asumir su costo político a partir de la contienda electoral que se avecina.

Por otro lado, es importante observar los efectos colaterales que esto trae. Lo primero es que, pretender que Mockus es el dios dentro de su colectividad y era él y definitivamente él, quien tenía que ir al senado aun estando inhabilitado, le quitó la posibilidad a otro candidato de su partido, que sin inhabilidades hubiese podido mantener su curul y hacer muy bien su trabajo de oposición. Lo segundo, es que esta derrota significa la victoria para sus contradictores; tomarán posesión de la silla de quienes pendejamente se la dejaron quitar. 

De aprendizaje queda que los mandamientos de la ley de Dios no son 10 sino 12, los diez primeros ya los conocen y los dos últimos son:

Mandamiento 11: No dar papaya

Mandamiento 12: papaya partida, papaya comida.

La izquierda con Petro y los alternativos con Fajardo y Mockus han violado el número 11, la ultraderecha asesina y criminal que no pierde oportunidades como hienas hambrientas y sedientas de sangre y poder se aprovechan del 12, les importa un comino que la papaya esté verde. Igual, la diarrea y el vómito que les produzca la arrojarán sobre su pueblo sin contemplación y se limpiarán el jopo con el dinero que obtienen de la corrupción.

 

Foto cortesía de: El Tiempo

( 1 ) Comentario

  1. Los errores se pagan bien caro, cuando el contrario está en asechanzas.
    Camarón que se duerme, se lo lleva la carriente. Bendiciones

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Diego Luis Amaya
Ingeniero de Sistemas, no me siento ni a la izquierda ni a la derecha, amo mi país y estoy convencido que el poder de la palabra es mayor que el de las armas.