Palabras que matan

De nada sirve la paz si la guerra se acomoda y muta, si en vez de la confrontación abierta nos convertimos en blancos móviles de una soslayada guerra civil.

Opina - Sociedad

2018-06-24

Palabras que matan

«La guerra es la continuación de la política por otros medios».
Carl Von Clausewitz

“La política es la continuación de la guerra por otros medios”, afirmaba Foucault en respuesta al famoso aforismo de Clausewitz. Esta sentencia se ha comprobado en diversos escenarios y no en pocas ocasiones. Lo que al menos se espera de la política es que los salvajes guerreros medievales lleguen al ejercicio de esta convertidos en actores políticos y no en actores armados. Que escondan los colmillos y esgriman sus argumentos, pero este deber ser de la praxis política es un tanto idealista, lejos de una realidad innegable: Colombia es un país fragmentado; en pie de lucha, guerrerista, altamente misógino y segregacionista.

El más reciente y bochornoso embrollo político sucedió en el Congreso de la República. Cuando un senador de cuyo nombre no quiero acordarme sacó el gamín que lleva dentro e insultó (con el micrófono apagado) a otro asambleísta de oposición. Alfredo Ramos Junior Vs Claudia López. Y no voy a negar que Claudia López tiene un timbre de voz bastante irritante, pero eso no significa que el congresista antioqueño no pueda comportarse como un ser humano decente ni que la doctora Claudia esté mintiendo. Más que el timbre de voz, lo que irrita de la senadora es que dice la verdad y, eso mas que irritar, duele.

Este no es un acontecimiento nuevo, es más bien una máscara que se devela, es un discurso habitual que se evidencia con fiereza en redes sociales, en las conversaciones de barrio, en reuniones familiares; en un país donde no hay contradictores, sino enemigos, es difícil mantener la prudencia, sobre todo cuando los individuos llamados a comportarse no lo hacen. Si bien, “el mejor maestro es el ejemplo”, el faro moral que guía nuestra sociedad hace rato genera una densa sombra: el país del sueño americano se ha tornado en una pesadilla fascista y el mismo camino espera a nuestra débil democracia. Cada vez son menos los líderes políticos y religiosos en los cuales puede depositarse algo de confianza.

Hace unos días leí un artículo sobre la posverdad, un neologismo tan atractivo como incómodo para la ciencia política y la comunicación social, pero que encierra (valga la redundancia) una verdad lapidaria; el discurso del miedo y del odio son el método por el cual somos presas fáciles de desinformación y, por ende, de dominación. El discurso político es el más peligroso de los discursos, puesto que mueve masas, la prédica política encriptada o explícita señala y pone precio a la cabeza de la oposición. Una acusación fácilmente se convierte en una autoría intelectual, sin rostro, sin responsables. El miedo sigue imperando hasta que acalla las voces diversas y divergentes. Hasta que solo queda el silencio.

De nada sirve la paz si la guerra se acomoda y muta, si en vez de la confrontación abierta nos convertimos en blancos móviles de una soslayada guerra civil. El viernes 23 de junio la profesora de primaria, Evelia Francisca, fue asesinada en Maicao, Guajira, era miembro de la Colombia Humana de Gustavo Petro. Su delito fue creer en un país posible. Hace unos días las AGC (Autodefensas Gaitanistas) y luego el llamado «bloque norte» de las Águilas Negras se habían despachado en términos desobligantes en varios comunicados, amenazando a los miembros de campaña de Petro y, en efecto, el 26 de mayo asesinaron a Gabriel Muñoz Muñoz, testigo electoral en Argentina, Huila. Si el Gobierno saliente desestimó los asesinatos de lideres sociales y reclamantes de tierras, este nuevo Gobierno muy seguramente los va a justificar y a legitimar bajo cualquier pretexto. Estamos desamparados frente a los bárbaros y el panorama se ve bastante turbio.

Esta ya no es la paz de Santos, esta es la guerra de Duque. Bienvenidos al show que apenas comienza.

 

 

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Jorge Diego Mejía
Coordinador de la Tertulia Literaria Universidad de Antioquia. Normalista Superior, Normal Superior de Envigado. Politólogo Universidad de Antioquia. Columnista de Al-poniente (2017-2018) Colaborador de la Agencia de Comunicación de los Pueblos Colombia-Informa (2018)