Todos hemos visto a un presidente maniatado, ignorante de la realidad, con un poder real en entredicho, cuyo interés principal ha sido el de quedar bien con su jefe político y con sus electores.
Esa bola de nieve de fake news se les creció tanto que los puso en jaque a sí mismos, y develó, no solo que la democracia occidental por excelencia es una fachada, sino que Trump puede hacer lo que se le dé la gana.
¡Que este año sea mucho mejor con las marcas que dejó el que se va! ¡Que cada quien encuentre su propia forma de gritar, así no sea escuchado!
Ni siquiera los detiene lo más básico de una nación: la comida sobre la mesa para los niños. Es un juego perverso, y es una vergüenza.
La gran tragedia es no ver la tragedia real: la de que miles de colombianos que hoy luchan contra el clima y la mala planificación para tener un día más de vida.
Adriana Villegas Botero, periodista y escritora manizaleña, publicó una columna hace dos semanas en La Patria denunciando los cantos violentos de soldados del Batallón Ayacucho de Manizales.
Hay un afán de querer olvidar el presente porque interpretarlo es entender la existencia del ahora, aunque entenderlo sea ubicarse, sin el temor de los puristas de centro que son capaces de ‘fajar’ todo discurso a su conveniencia.
El presidente no parece hacer la política al revés por ceguera: más bien pareciera estar asesorado por Ceballos, quien funge como un alto comisionado para la guerra.
Con el uribismo hemos visto exacerbarse esa lógica de la guerra que evita aceptar la propia responsabilidad en el conflicto armado.
La paz es poner la propia carne. Alistarse al frente de las filas. Sentir la vida ajena. ¿Quién dijo que ese relato es fácil y suave? Es estremecedor, porque la paz es verdad que demuele muros blindados.
Se supone que usted es el detective, pero como parece no renunciar, somos nosotros los que se lo tenemos que decir: ¡renuncie!
La Policía ha sido partícipe del conflicto armado por el adoctrinamiento de sus miembros, la politización de sus intereses y la independencia e impunidad de sus acciones.