Mucho por cambiar en el 2018

Necesitamos los ojos bien abiertos para poder elegir a quienes realmente le sirvan al país desde el Parlamento o desde la Presidencia de la República.

Opina - Política

2017-12-27

Mucho por cambiar en el 2018

El año que termina nos deja lecciones que, si nos tomamos el trabajo de analizar, con toda seguridad nos servirán en este 2018 que comienza y que pinta, sin ánimo de ser pesimista o aguafiestas, bastante crítico en varios frentes, sobre todo en materia política, como es costumbre en época electoral.

Y será crítico porque a pesar de que el 2017 nos dejó el mejor regalo desde hace más de 60 años, el proceso de paz con las Farc, ese que ha salvado miles de vidas y ha abierto un poco el camino a la reconciliación, hay quienes aún desean volverlo pedazos, trizas. Las confrontaciones frente al exitoso proceso (sí, fue exitoso con todo y sus errores y sus incumplimientos de parte y parte; de la arrogancia de las Farc y del desdén del Gobierno en aspectos fundamentales como la defensa de líderes sociales, y hasta básicos, como aquellos de las zonas veredales que no entregaron a tiempo), por desgracia, seguirán siendo el pan de cada día.

La polarización, las falsas noticias, los pocos escrúpulos de los políticos, la corrupción en todas las esferas nacionales, el odio, el rencor, la cizaña, las mentiras a granel, las exageraciones en torno al supuesto mal rumbo del país, las inmerecidas e injustas críticas a funcionarios del Gobierno que han hecho las cosas bien, el desangre del erario, la miseria rampante en las mismas zonas deprimidas y olvidadas de siempre, los desayunos y almuerzos miserables que por culpa de los ladrones reciben los niños en algunas escuelas, el olvido de las víctimas del conflicto por parte de un Congreso amañado y electorero, entre muchos otras desgracias que vive Colombia, todos los días, tendrán que abrirnos los ojos.

Los necesitamos bien abiertos para poder elegir a quienes realmente le sirvan al país desde el Parlamento o desde la Presidencia de la República. El colombiano que le apostó al ‘Sí’ en el plebiscito como una esperanza, deberá ratificar ese voto eligiendo a los que abiertamente decidan defender el acuerdo de paz. A quienes, sin aspavientos, le apuesten a su implementación y le garanticen a Colombia que no solo la firma de ese acuerdo es la mejor alternativa para dejar a un lado la guerra sino que, además, las acciones tendientes al cambio en la vida rural y urbana, en lo económico, en lo social, serán las verdaderas reformas que urge una nación que sigue siendo inequitativa, indolente y deplorablemente corrupta. La paz no nace sola, germina cuando se alimentan todos esos aspectos.

Es una pena que las elecciones vayan a girar, otra vez, alrededor de las Farc, pero así será. Lo que no se puede olvidar, a la hora de votar, es que no solo la paz conseguida con esa exguerrilla es lo fundamental para tener un mejor país. Hay aspectos y propuestas que habrá que evaluar, como los de la economía, la educación, la salud, las tecnologías, las relaciones internacionales, la inclusión, el proceso de paz con el ELN, las posturas frente a la justicia, la igualdad, la solidaridad y la verdadera vocación de servicio de los candidatos.

Como van las cosas, el que quiera llegar al Congreso, tendrá que comprometerse, tendrá que hablar claro y no decir una cosa para luego hacer otra, como sucedió con las malhadadas curules para las víctimas que fueron desechadas por esos mismos que dijeron querer la paz y defender a los que sufrieron con el conflicto armado.

En materia presidencial, el que quiera ocupar la primera magistratura tendrá que hacer coaliciones porque solo no podrá a llegar. Pero esas coaliciones tienen que ser coherentes, tienen que tener una base ideológica sólida, como ya lo anoté en mi pasada columna. No es posible que por simples cuestiones burocráticas, unos se arrimen a otros. No se puede confiar ni votar, en honor a la coherencia, por alguien que se junte con el que tenga el más mínimo asomo de destruir lo pactado en La Habana.

Por el contrario, habrá que hacerlo por el que coincida con que algunos cambios, como los que se hicieron con los del ‘No’, así insistan en decir que se robaron el plebiscito, pueden ser necesarios, sin que ello implique desbaratar el espíritu de lo negociado, renegociado, firmado y vuelto a firmar. El Estado quedó comprometido no solo con las Farc, sino con los campesinos, con las víctimas, con los que vivieron la guerra en vivo y en directo y no por televisión, y ese compromiso hay que honrarlo y respetarlo.

Decía Daniel Coronell, en su pasada columna del 23 de diciembre, que algunos candidatos presidenciales tendrían que mejorar ciertos aspectos si querían llegar al Palacio de Nariño, y que otros, no tenían la más remota posibilidad. Quizás olvidó Daniel que nadie cambia, mucho menos cuando quiere ocupar el primer puesto de la nación. Lo que hacen, por lo general, es posar de distintos pero realmente lo que sucede es que empeoran. Por eso, también es clave poder identificar quiénes son, de dónde vienen, con quiénes han estado, para poder saber hacia dónde van.

Quizás Coronell olvidó también que muchos que se pensaba que no tenían posibilidades, llegaron a la Presidencia a destruirlo todo, u otros a intentar mejorarlo. Esos, muchas veces no contaban con el respaldo ciudadano, ni marcaban en las encuestas, -con las que hay que ser cuidadosos, pues no pueden ser la directriz para elegir a nadie, ya que claramente inducen, y no faltan las que tienen sus propios intereses y sus propio candidatos- pero en definitiva llegaron.

Hay que estar despiertos, atentos. Hay que ser críticos y no tragar entero. Hay candidatos uribistas disfrazados con las cobijas del centro. Hay candidatos de izquierda que también lucen disfraces y trajes altruistas pero son fanáticos como los de derecha, y hay esos de derecha y ultraderecha, esos rezanderos, mojigatos y cavernícolas, muchos apoyados por iglesias de toda índole, que no usan disfraz pero que ya sabemos quiénes son. ¡Hay hasta candidatos que quieren dizque renegociar la participación política de la Farc! ¡Háganme el favor!

Es perentorio que no nos dejemos engañar. El que es, es y no dejará de serlo. Por eso, quizás sea un buen consejo averiguar las hojas de vida de los candidatos, lo que realmente han hecho o dejaron de hacer, sus alianzas, sus compañías. De dónde vienen, cuál ha sido su trayectoria, qué han hecho por Colombia.

En todo caso, el voto a consciencia, ese que usted deposita con la certeza de que lo está haciendo para contribuir con el país, para que mejore; ese que es producto de un análisis, el que es informado y programado, el de opinión, es el que realmente vale, mejor dicho, el meritorio. Ese voto que no es comprado ni vendido, ese que se mete a la urna con las manos y la consciencia limpia, es el que debe primar en este 2018 que va a nacer.

Ojalá que el nuevo año traiga un país mejor. Uno en donde demos un paso más en la vía de la reconciliación y la paz. Uno en donde quepamos todos y dejemos de agredirnos en las redes sociales, en las familias, en los trabajos. Un país más justo, más equitativo, más tolerante. Uno que dé oportunidades y que deje de premiar a los corruptos, a los arrogantes, a los déspotas. Ojalá que el nuevo año nos traiga a todos, el espíritu del perdón, de la justicia y de la paz.

Por ahora, hay que hacerle caso a Ricardo Silva Romero, cuando en su columna del 15 de diciembre nos pedía conservar la calma. Es lo que toca, así sea, como lo dice, “una falta de respeto pedirles calma a los enajenados, y allá ellos mientras obren dentro de la ley, pero resulta un respiro que siga llegando a esta campaña gente que no crea en apagar los incendios con fuego”.

 

Adenda: Gracias a todos mis lectores, a mis contradictores, a quienes me aplaudieron y a quienes me insultaron por mis columnas de este 2017 que finaliza, en este prestigioso medio periodístico que me ha abierto las puertas desde hace ya casi tres años y al cual le deseo lo mejor para el que viene. Aquí sigo acompañándolos. Que el 2018 sea un año lleno de paz, salud, bienestar, armonía y prosperidad para todos. Sí, para todos, porque ese embuste de todos y todos y de los y las, no me lo aguanto. ¡Feliz Año Nuevo!

( 1 ) Comentario

  1. ReplyFrancisco Javier Vega cogollo

    Excelente reflexión y buenos deseos para este año pero solo nos resta esperar

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Mauricio Galindo Santofimio
Comun. Social-Periodista. Asesor editorial y columnista revista #MásQVer. Docente universitario. Columnista de LaOrejaRoja.