Ser homosexual era delito en Colombia hasta 1980, solo hasta 1990 dejó de ser catalogado como enfermedad mental por parte de la OMS; en el país, los avances en cuanto a derechos de la comunidad LGBTI se han conseguido a punta de demandas en las Cortes y no por legislación de Congreso como debería ser; es decir, hemos tenido que ser a la fuerza, hemos tenido que existir a partir de la reivindicación, hemos tenido que sobrevivir a partir del reclamo.
Ahora bien, a medida que nos hemos hecho visibles con el paso de los años y, de que se ha generado un movimiento no solo de orgullo y reconocimiento de la dignidad que nos asiste como seres humanos que aman y sienten como cualquier heterosexual, no es menos cierto que gracias a esa cultura patriarcal y heteronormada en la comunidad LGBTI+ no todas las letras valen lo mismo, tienen los mismos derechos o son igualmente visibles. Así es, como hombres gais caemos en los mismos estereotipos, en los mismos clichés y en los mismos prejuicios que tanto le criticamos a la sociedad.
He escuchado a más de un amigo decir, es que a mí no se me nota (tanto) y los pobrecillos no son conscientes de que se anulan a sí mismos negando su expresión de género, que claro, sumado a su orientación sexual, los hace más proclives a ser discriminados. Yo mismo, he escuchado de gente que me conoce, el famoso “es que a ti no se te nota nada” y muy adentro una voz en mi cabeza que me sonríe y dice “que bien que no se me note”. Eso está mal, ya cuando pensamos “que no se nos note” significa que estamos siendo permeados por esa heteronorma, esa regla social impuesta desde la cultura y el machismo que considera inferior e indeseable lo femenino sobre el patrón dominante masculino, que no se note la pluma, que no se note nada por fuera del canon del macho alfa dominante.
Durante mucho tiempo fui hincha (para hablar en tiempos de Mundial) de esa visión machista de lo femenino. Lo no masculino estaba por fuera de “lo normal”. Siendo un hombre gay he aprendido con los años que la discriminación no tiene orientación sexual y que siempre tratamos de atrincherarnos en la zona donde nos sentimos más cómodos, menos “anormales” o más afines a lo que se esperaría del resto de personas “normales”.
Con los años he aprendido también que hay que dejar de etiquetarnos, eso es inseguridad, hay que conocer al otro para reconocernos en ese otro y con esa empatía abrir la mente y el corazón para entender y sentir que el amor tiene muchas expresiones, ninguna más o menos correcta que la otra, que las personas pueden expresar lo que son y lo que sienten de múltiples y diversas formas y que eso está bien, hace parte de la hermosa complejidad del ser humano.
Sí amigos, después de 36 años de la primera marcha que se realizó en Bogotá, por allá en 1982, participaré activamente y, por primera vez, este primero de julio, en la marcha LGBT de la capital del país, porque he entendido que es la diferencia lo que nos puede unir, porque estoy convencido de que una vez pasada la barrera de la autoaceptación es necesario seguir avanzando hacia la aceptación y el respeto del otro sin prejuicio y sin juicios de valor.
Finalmente, porque con la nueva administración que pretende gobernar este país, vamos a vivir los próximos cuatro años en un gobierno de derechas, siento la imperiosa necesidad de declarar de la manera más fuerte posible, que no le permitiré a nadie arrebatar mis derechos ni mucho menos los de otras personas, así que nos vemos en la marcha.
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Imagen tomada de OrgulloLGBT.co – Blogger
Comparto el proceso de integración social en mi país y elresto del mundo. Así que, a marchar se ha dicho. Lo del próximo gobierno, no es de derecha sino de centro derecha, respetuoso de derechos, se darán cuenta que les irá súper bien por ser un hombre de mente abierta. No es cierto que la comunidad Lgbti es propia de los de izquierda, hay de todos los credos políticos, no se dejen explotar por la falsa iquierda trasnochadau