Los “valores” burgueses son antivalores

Apelan a las creencias e ideas religiosas y políticas, se inventan iglesias y partidos políticos, por medio de los cuales prometen la solución definitiva a todos los problemas del país.

Opina - Sociedad

2018-03-31

Los “valores” burgueses son antivalores

La opinión pública no oculta su rabia y tristeza por la indignante situación que estamos padeciendo los colombianos debido a la excesiva corrupción, a la inseguridad, principalmente en las calles citadinas, a las altas tasas de homicidios, etc., delincuencia generada y estimulada por la absurda educación recibida en el hogar y complementada a través de todos los aparatos ideologizantes del Estado.

Dichos populares, aparentes chistes del cuentahuesos, son modelos conductuales para quienes los escuchan: “El 11º. mandamiento dice: nunca dé papaya y si le dan, cómasela”, “medio mundo vive del otro medio”, “camarón que se duerme se lo lleva la corriente”, “actúe siempre pensando en que primero soy yo, segundo yo y tercero yo, pues nadie le va a ayudar a salir de sus problemas”, “el funcionario tal robó, pero hizo obras y dejó robar”, “los colombianos somos los más avispados del mundo, los paisas son los más aviones de Colombia y los pastusos, los más ingenuos” y multitud de chistes se fabrican alrededor de estos prejuicios.

Así se popularizaron los “valores” de las castas oligárquicas y de las que siempre nos han manejado como les ha convenido y dado la gana, y cuya filosofía vital se basa en principios como estos: egoísmo, insolidaridad, competencia, ventajismo, engaño, mentira, usura, promesa, robo, guerra, diversión, humillación, venganza, mando, odio, exclusión, etc., en síntesis, el antihumanismo.

Mas como esta visión genera innumerables contradicciones sociales, entonces apelan a las creencias e ideas religiosas y políticas, se inventan iglesias y partidos políticos, por medio de los cuales prometen la solución definitiva a todos los problemas del país.

Las gentes del común, los de abajo, por lo general, se inspiran en otros valores, opuestos a la filosofía de la burguesía: igualdad, solidaridad, justicia, paz, fraternidad, sinceridad, humildad, sencillez, obediencia, resignación, trabajo, fe, etc. Estos que sí son verdaderos valores humanistas son tirados al basurero en los momentos difíciles o de crisis, como el que estamos atravesando.

Los pobres descubren cómo los de arriba atracan el erario, se roban el dinero que es de todo el pueblo, devuelven una partecita, y pagan su delito en su propia casa durante una mínima temporada, y deducen: “Si los ricos obran así, ¿por qué nosotros no? Hemos sido adiestrados para pensar de manera contraria a ellos con el fin de gobernarnos fácilmente, pero este jueguito se acabó”.

Por lo antes expuesto, es que urge cambiar de raíz el Estado por uno donde se unifiquen los valores que sostengan una nueva sociedad: igualitaria, organizada en una auténtica democracia, con límites a la magnitud de la propiedad privada, sin gobernantes provenientes de castas tradicionales privilegiadas, donde los poderes públicos estén dirigidos por funcionarios escogidos por sus méritos personales y no por su origen social, donde se respeten y garanticen los derechos humanos a toda la población, independientemente de su capacidad económica, donde se respete la soberanía nacional, sin convertirnos en apéndices neocoloniales de ningún país.

Donde conservemos en buen estado la naturaleza y el medio ambiente, donde haya trabajo para toda la población económicamente activa, donde el salario mínimo le alcance a una familia de 4 personas para vivir dignamente y nadie devengue más de 10 salarios mínimos, donde las cárceles sean sustituidas por colonias penales y se paguen los delitos con trabajo obligatorio, donde toda persona de más de 65 años pueda disfrutar de una pensión digna, así nunca haya cotizado para ello.

Estos cambios, más muchos otros, deben incorporarse en la Constitución Política de Colombia. Ya casi son las elecciones para elegir Presidente, por lo cual debemos tener presente que buena parte de los actuales no merecen continuar en sus cargos, debido a su podredumbre moral, como tampoco sus hijos, hermanos, cuñados y demás familiares. Allí ocurre lo mismo que en las ramas de la Justicia y el Ejecutivo: campea la corrupción.

Los gravísimos problemas que afligen por ahora al pueblo colombiano son el resultado del modo de producción capitalista, por eso es preciso buscarle a este una alternativa viable, real, por ejemplo, el sistema existente en los países del norte de Europa o el de China o el de Cuba.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Libardo García
Docente Universitario en U. del Tolima, U. de Caldas, U. Tecnológica de Pereira y U. del Quindío. Dirigente de la Asociación de Derechos Humanos Demetrio Prieto.