Los muertos: cuando olvidar es hacer que la historia se repita

Nuestra tarea no es solo el recuerdo de los muertos, sino el cambio de actitud ante la violencia que se los llevó, porque no hay ideología política más cruel que la falta de humanidad.

Narra - Sociedad

2018-10-29

Los muertos: cuando olvidar es hacer que la historia se repita

Sentados en sabrá Dios qué lugar del inframundo, lo muertos de este país se sientan a hablar de sus penas. Las culpas, unas propias y otras ajenas, ya no importan tanto. Pero sí traen a sus memorias lo que fue la vida, su existencia y la dicha de un día haber llegado a este planeta.

Se oyen mutuamente con una paciencia infinita, valorando cada palabra, cada gesto. Se han enseñado a reír unos a otros, e increíblemente tiene la facultad de recordar el pasado como si fuera un futuro, lo que les evita sufrir por el presente. Quien los oyera quedaría asombrado por la vitalidad de su muerte y sus deseos de seguir soñando.

Esos muertos no son ajenos, son nuestros, y por ellos la tristeza nos invade. Qué inquebrantable es ese pasado que se levanta ante nosotros, y cuán limitados somos para buscar otras salidas. Insistimos en el sufrimiento, insistimos en la venganza, y odiamos el olvido porque no hemos aprendido a recordar.

Aquí nosotros luchando por su descanso en paz, allá ellos anhelando unas cuantas décadas de felicidad para quienes se han quedado. La muerte, su muerte, les parece más efímera que la vida. Para ellos su vida es un instante que se repite, que se prolonga aunque estén fuera del tiempo y del espacio.

Lo último que dijo el mundo sobre ellos fue que murieron, que fueron masacrados. Todo lo que fue una vida pasó a ser un asesinato. La muerte pretendió arrancarles los sentimientos y golpearles su identidad. Pero fue a nosotros a quienes nos redujo a un silencio casi absoluto y además nos prohibió hablar de ellos como vivos y aptos para soñar.

Pero ellos están allá a lo lejos, y su vida será quizá ahora el cúmulo de todos los presentes. Por eso han adquirido la más sana de las calmas. Pero, ¿la violencia que los apartó de la vida, en dónde está? ¿En qué lugar ha quedado todo ese odio, rencor y sevicia?

 

He aquí nuestro problema capital, la violencia que se llevó a los nuestros se ha quedado con nosotros. Y ahora ellos allá reconocen que no había motivos que justificaran tanto fratricidio y, que peor aún, no existe excusa medianamente racional para continuarlo.

Nuestra tarea no es solo el recuerdo de los muertos, sino el cambio de actitud ante la violencia que se los llevó. Es por ello que no podemos olvidar, porque olvidar es hacer que la historia se repita. Esta guerra, esta violencia entre hermanos, entre gente de un mismo país no puede ser callada, sino que nos urge que todos (así como nuestros muertos la conversan en el inframundo), la reconozcamos como obra de nuestra sociedad.

Podríamos decir que no, que eso fue obra de manos ajenas, que nosotros jamás hemos matado, secuestrado y torturado. Por supuesto que nosotros no, pero todos nuestros muertos sí la sufrieron. Y esos muertos no tienen ideología política o, mejor aún, no la quieren tener. Porque no hay ideología política más cruel que la falta de humanidad.

Foto cortesía de: Semana.

( 2 ) Comentarios

  1. ReplyJorge Hernando Saray Mora

    La voz muda de nuestros muertos amados
    Un coro que nadie aplaude, un teatro vacío y unas fosas llenas, así está nuestro presente objetivo y subjetivo. El jodido putas llenó más de los corazones que debía colmar de odio, cevicia y ambición.
    Tal vez por tanta sangre nativa que se dejó correr por el suelo americano, tal vez por sangrientas luchas de opresores y oprimidos, pregonaron unos la derrota triste y otros más aguerridos el sublime grito victorioso.
    Mientras la mierda sea mierda y halla quien se la coma, las cosas seguirán así, tal vez peor, tal vez menos infames. eso depende de ti, depende de mí, depende de todos.

  2. ReplyJOSE ANGEL BARAJAS

    Excelente artículo, Alejandro. Manifiesta el sentimiénto de aquellos hermanos nuestros que se llevara la violencia y la inhumanidad de algunos seres humanos.
    Debería escribir algo sobre el pueblito. Hay historia para reconstruir y escribir. Es bueno que alguien como usted llegue a un nivel literario como los grandes de la historia. Un abrazo y que DIOS le siga bendiciendo.

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Alejandro González Santafé
Filósofo y escritor.