Los miedos de Uribe

A Uribe Vélez le angustia que ante su partida, cuando muera, sus hijos sean víctimas de los cientos de enemigos que acumuló en sus luchas políticas y económicas.

Opina - Sociedad

2017-11-23

Los miedos de Uribe

Existen similitudes biológicas muy fuertes entre el comportamiento de los animales y el ser humano[1]. En asuntos biológicos como comer y defenderse ante una ofensa, seres humanos y animales suelen compartir reacciones y comportamientos. Es el ordenamiento cultural lo que permite que mujeres y hombres tomen distancia de esas circunstancias biológicas que compartimos con los animales.

Es claro que la agresividad humana  aparece porque hay una tensión muy fuerte entre lo que deseamos y la norma que le pone cortapisas, límites o impide aquello que ansiamos. Igualmente, y a pesar del orden simbólico y a los procesos civilizatorios, la agresividad  humana se origina en las tensiones que genera el compartir con Otros, incluso, con los propios animales, a los que violentamos por un “natural” repudio o por reacciones primarias fruto del miedo o rabia que nos genera su presencia.

La compleja condición humana hace que los riesgos de vivir juntos, tanto para los animales como para los otros seres humanos, sean permanentes. Los procesos civilizatorios en los que nos embarca la sociedad, intentan minimizar esos riesgos de vivir juntos. Pero siempre hay un miedo latente a que Otro, por disímiles motivos, nos violente.

Para el caso de los llamados animales domésticos, hay que decir que las reacciones agresivas de unos, pueden originarse por disputas territoriales, por una hembra en celo o por la alimentación. Reacciones primarias que también se presentan entre los seres humanos, eso sí, matizadas y atravesadas por el ordenamiento cultural que coadyuva a darles un sentido distinto al que el mismo ser humano, a través del lenguaje, le da a las reacciones de los animales. Podemos batirnos por una deseada hembra, y provocamos guerras y conflictos por luchas territoriales asociadas, por su puesto, al poder económico y político que se le reconoce a la posesión de la tierra.

El miedo es un sentimiento que compartimos con los animales, así el ser humano se lo explique así mismo desde su propio ordenamiento simbólico. Y desde el miedo, hombres y animales pueden atacar y reaccionar de manera violenta o con grados de agresividad.

Por ejemplo, los perros pueden sentir miedo de personas y de otros de su misma especie. Y al sentirse en desventaja o retados, pueden atacar. Los miedos humanos, al explicarse desde la cultura, se asumen de manera distinta, así como las reacciones a esas fuentes, personas o hechos que nos generan aprensión, desconfianza y miedo.

Hay perros que por miedo pueden atacar a ese algo que les genera desconfianza y miedo. Igual sucede con los seres humanos, en especial con hombres que por miedo también pueden atacar o predisponerse para responder a la fuente que les origina el temor, el miedo, la desconfianza o la duda. Es posible, eso sí, que hombres y mujeres reaccionen de manera violenta a través del lenguaje o a través de reacciones calificadas como primarias, primitivas o básicas.

A partir de las conexiones planteadas entre el miedo humano y el que pueden llegar a sentir los perros, propongo que se asuma, se explique y se evalúe el comportamiento público de Uribe Vélez, frente a hechos políticos de la realidad colombiana. Así las cosas, lanzo la siguiente tesis: las reacciones violentas (discurso camorrero y la intención clara de dividir, disociar y polarizar a la opinión pública) de este político, en su calidad de presidente y de expresidente, tienen como trasfondo que Uribe Vélez, como cualquier perro u otro animal, tiene miedo. Surge una pregunta: ¿a qué le puede temer un consumado gamonal y rico hacendado como Uribe?

Justamente Uribe tiene miedo porque sabe que no estará para defender a sus crianzas (sus hijos), una vez se muera. Y esa circunstancia, natural por demás, lo angustia, de allí que intente mantener su vigencia política y perpetuar su poder político, manteniéndose activo y combativo en la vida pública. Lo hace no solo por su enfermiza relación con el poder, sino porque está convencido de que hasta el último día de su vida, debe tener “aceitadas” y controladas las redes de poder, legal e ilegal, con las cuales pueda proteger los bienes y la vida de sus hijos. Al fin y al cabo, su particular forma de asumir y respetar el ordenamiento cultural, lo hace proclive a dudar de los Otros, así sean cercanos y exhiban altos niveles de lealtad e incluso, de sumisión.

Siguiendo la misma lógica de poderosos hacendados, gamonales, mafiosos y narcotraficantes, a Uribe Vélez le angustia que ante su partida, cuando muera, sus hijos sean víctimas de los cientos de enemigos que acumuló en sus luchas políticas y económicas. Y son muchos: empezando por los líderes paramilitares que extraditó a los Estados Unidos, hecho que podría desatar acciones vindicativas de aquellos y de sus familiares, contra los hijos de quien claramente se benefició en su campaña de 2002, de la presión política y electoral que ejercieron en varias zonas del país los paramilitares extraditados.

Por parte de las Farc y el ELN, o de los familiares de los guerrilleros asesinados  en la feroz ofensiva militar que Uribe lideró y desató en contra de dichas agrupaciones al margen de la ley, durante la ejecución de su política de seguridad democrática.

Igualmente, sus “enemigos y detractores políticos” pueden atentar de muchas maneras contra la vida y los negocios de los hijos de Uribe, asunto que muy seguramente el expresidente y hoy senador, tenga presente, a pesar de que su mesianismo y su relación enfermiza con el poder, pueden en algún momento llevarlo a despreocuparse por la suerte de sus dos muchachos.

Así las cosas, mientras Uribe se mantenga alejado más tiempo del poder político, sus miedos por morir y dejar inermes a sus hijos podrán aumentar considerablemente. Quizás sus tensiones internas estén soportadas en que a pesar de sentirse el Elegido, siente profunda desazón al caer en cuenta de que su vida es finita. Pobre de aquel que ostentó tanto poder, al saber que contra la muerte no puede hacer nada y que ya en esa condición, sus enemigos estarán prestos a atacar a su más preciado tesoro: sus hijos.

Muchos creen que le teme a que, de pronto, sea procesado por la CPI. En particular, no creo que eso pase, justamente, porque su calidad de ex presidente, en Colombia, es suficiente para evitar la llegada de la justicia, así sea esta internacional y subsidiaria.

 

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[1] Gracias al discurso antropocéntrico, creemos que los animales en general son “inferiores” y por esa vía, desconocemos su inteligencia y su capacidad de relacionarse afectivamente entre ellos y con los seres humanos.

( 3 ) Comentarios

  1. Uribe se esta quedando solo, sin Arias, sin Ordonez, sin paracos, solo le queda el odio como mal ejemplo al pais, pero le llegara el dia. la paz no tiene discusion pero su discurso lo que ha hecho es dividir al pais, los que dicen no, no tienen idea de lo que v votar, todos hemos sufrido a guerra hasta de los fasos positivos que el pais no se merece. A hora no saben que haran si gana el no, los uribistas se austan con el cuero del tigre muerto, esas son las maldadades que deja el odio sin razon por perder a su aliado Santos.

  2. A la sociedad colombiana le ha hecho falta una aproximación psiquiátrica de la personalidad de Uribe, para que los colombianos entiendan el alcance de sus actuaciones y la dimensión del poder del que se ha apropiado. Aquí se habla del miedo que siente,; falta el miedo que inspira.

  3. El escritor… asume posición de psicoanalista..considero que dicha conclusión sólo puede ser producto de los mecanismos del psicoanálisis.. es periodista o psicoanalista??

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Germán Ayala Osorio
Docente Universitario. Comunicador Social y Politólogo. Doctor en Regiones Sostenibles de la Universidad Autónoma de Occidente.