Lo humano y lo No humano: una dualidad engañosa

Todo lo que no sea humano puede ser susceptible de dominación, domesticación, transformación o en el peor de los casos, de anulación ecológica.

Opina - Sociedad

2018-10-28

Lo humano y lo No humano: una dualidad engañosa

Ahora que se conocen y se divulgan las evidencias científicas, a las que se suman los llamados que vienen haciendo de tiempo atrás comunidades ancestrales en torno a los efectos negativos que sobre el ecosistema llamado Tierra viene dejando la presencia incontrastable del ser humano, emergen enfoques y perspectivas de análisis para comprender y criticar las acciones humanas en este largo proceso civilizatorio que ha liderado como especie dominante.

Entonces, de la mirada antropocentrista pasamos a la del ecocentrismo y el biocentrismo, en aras de descentrar, por lo menos en la discusión, el poder transformador de la especie que hoy tiene al planeta viviendo y por qué no, padeciendo, la etapa del Antropoceno.

Aparece también el ecofeminismo y otras perspectivas que tienen el objetivo claro de poner en la balanza de la ética-estética, lo que como especie hemos hecho con “nuestra casa común” y con la vida de ecosistemas y sus complejas conexiones y relaciones.

El ejercicio, a manera de un urgente “autojuicio civilizatorio” que se debe hacer, cae en las trampas del lenguaje y en los dualismos muy propios del discurso de la Modernidad europea. Por ejemplo, cuando hablamos de Lo humano y Lo No humano, esa dualidad no solo resulta engañosa, sino inconveniente en la medida en que insiste en presentar al ser humano, al Hombre en su sentido antropológico, por fuera de ese escenario complejo ecológicamente hablando, al que llamamos Naturaleza.

Una parte de esa dicotomía, Lo No humano, como expresión, en sí misma es una negación de esos otros o de eso otro que no es humano, o que no obedece a esa condición o naturaleza de lo humano. Desde esa lógica, todo lo que no sea humano puede ser susceptible de dominación, domesticación, transformación o, en el peor de los casos, de anulación ecológica.

Con todo el poder denominador y representacional del lenguaje, cuando se habla de Lo No humano, de inmediato emerge la racionalidad tecno-científica con la que no solo se justifica la toma de distancia del ser humano de ese otro mundo que en realidad solo existe en la construcción lingüística, pero que ontológicamente permitiría pensarse como parte de esa unidad ecosistémica en la que la supremacía del ser humano no representaría un riesgo para ese complejo ecosistema llamada Tierra.

 

Aceptar, finalmente, que el ser humano es una especie más, una más, sin ninguna condición especial sobre la que al final fue posible que se posara en lo más alto de la cadena trófica: la razón, el poder de la razón y el desarrollo científico.

Además, al hablar de Lo No humano, se auto confirma como especie dominante y se consolida la idea de que el ser humano es la especie dominante, lo que lleva, en un doble camino, a desconocer la fragilidad de los ecosistemas y a esconder la propia del ser humano.

Desconocer la fragilidad de los ecosistemas y la propia de la especie humana es fruto de un orden simbólico y cultural que se consolidó sobre la base de un enorme equívoco, o quizás un “pecado original”, fruto de la arrogancia que acompaña los procesos civilizatorios: haber asumido la vida humana por fuera del mundo natural.

No pretendo desconocer el valor ético-estético y político de las perspectivas o enfoques arriba señalados. Por el contrario, reconozco en cada uno aportes valiosos a las discusiones a las que hoy asistimos alrededor de la crisis civilizatoria y ontológica de la que habla Enrique Leff. En el Manifiesto por la Vida se lee lo siguiente:

“La crisis ambiental es una crisis de civilización. Es la crisis de un modelo económico, tecnológico y cultural que ha depredado a la naturaleza y negado a las culturas alternas. El modelo civilizatorio dominante degrada el ambiente, subvalora la diversidad cultural y desconoce al Otro (al indígena, al pobre, a la mujer, al negro, al Sur) mientras privilegia un modo de producción y un estilo de vida insustentables que se han vuelto hegemónicos en el proceso de globalización”.

Para avanzar en las discusiones ético-estéticas de la compleja coyuntura ambiental en la que nos instaló el cambio climático, propongo poner en crisis los espíritus con los que se nos presentan las dualidades, con todo y la dificultad que ello representa en términos lingüísticos y cognitivos.

Insistir en Lo humano vs. Lo No humano es reinstalar el orden simbólico y cultural dominante (el desarrollo económico y sus expresiones, el extractivismo, la especialización agrícola, ganadería extensiva y la ciudad como máxima conquista civilizatoria) y, por ese camino, continuar insistiendo en el alejamiento artificioso en el que cayó el ser humano, al instalarse por fuera de los ecosistemas, de la Naturaleza.

El camino posible está dado en la necesidad de repensar al ser humano y reestablecer las conexiones que en otrora, comunidades y pueblos ancestrales establecieron con la Naturaleza, bajo la idea clara de que hacían parte, como “unos más” de un entorno natural complejo.

Y ese camino será posible siempre y cuando, como dice Vandana Shiva, reconozcamos derechos a la Naturaleza y en esa medida, limitemos los que como especie nos hemos otorgado o arrogado a través del derecho y la fuerza impositiva y violenta con la que nos posamos sobre y por encima de la Naturaleza.

Termino esta columna con apartes de una disertación de la líder hindú:

“La seguridad vendrá de nuestro respeto a la naturaleza y emergerá de la naturaleza en la medida en que encontremos formas colectivas de auto- sostenimiento… Necesitamos otro sistema, y ese otro sistema es la Democracia por la Tierra, ese otro sistema es el reconocimiento de que somos solo una más entre otras especies, que tenemos el deber de proteger a las demás pero, tal como todas las especies sobre la tierra que tiene el derecho de desarrollarse y proveerse del alimento que les da la tierra”.1


 

  1. Shiva, V. (2011). Democracia de la Tierra y los Derechos de la Naturaleza. págs. 169-170.

Foto cortesía de: RTVE.

( 1 ) Comentario

  1. ReplyBernardo echeverry c.

    Magnífico, claro, convincente, lógico, justo, sensato y paradójicamente, casi obvio; pero lamentablemente ignorado, y peor aún, rechazado. Y así vamos, izque muy humanos..

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Germán Ayala Osorio
Docente Universitario. Comunicador Social y Politólogo. Doctor en Regiones Sostenibles de la Universidad Autónoma de Occidente.