Lili

Sus brackets verdes le dan un aire de quinceañera. Succiona con delicadeza su dedo anular, pasando su lengua como si dibujara su dedo; esa es Lili.

Narra - Narrativo

2019-06-18

Lili

“Los nórdicos cuentan de la existencia de las Uríes
Unas mujeres tan hermosas
Que ningún hombre podía resistírseles,
Y dicen que bastaba una gota de su saliva
Para endulzar toda el agua del mar”.

 

1. ―Quisiera tener a alguien…que me quiera… que no solo me use―mira el celular―, es que siempre los manes que consigo salen conmigo un tiempo. Luego, al pasar las semanas me entero que están con otras que terminan siendo sus novias. A mí, me dejan como el arrocito en bajo―. Lili habla lento, sentada, mostrando sus largas piernas en la sala de la casa que comparte con sus dos amigas en El Ingenio, me mira coqueta y con voz triste me sigue hablando.

2. —Cuando me enfermo, mamá no me visita, nunca ha estado pendiente de mí —dice, perdida en el celular―. Recuerdo… que a los siete años me iba sola al colegio, quedaba a dos cuadras; y, al salir, la soledad de la calle, la oscuridad, eran mis acompañantes. Cuando la conocí, apenas había terminado el bachillerato, gracias a un novio que se lo terminó pagando―. A sus veintidós años, a Lili solo le importa el dinero, y se ve que lo gasta en zapatos de las marcas más caras, bolsos, vestidos, tratamientos de inyección de biopolímeros.

A pesar de recibir siete millones quincenales, debe tres meses de arriendo en dos sitios diferentes. Uno ubicado en la zona de los Cámbulos. Cuarto piso, que por estar con una inmobiliaria, inició un cobro jurídico y un embargo de su cuenta por seis millones como seguro. El otro, cerca de la embajada de Chile, por más de un millón de pesos.

Su tarjeta de crédito está al tope por más de diez millones de pesos, fondo que gastó comprando de forma impulsiva, arriendo que abandonó el discutir con sus compañeras, quienes le propusieron irse a República Dominicana como acompañante. Solo una de ellas partió, las otras al pasársela en fiestas y festines dejaron de ganar lo suficiente, y retornaron al estudio.

Lili tiene claro que no quiere tener jefes ni horarios. —Si no fuera por la profesión de modelo de webcam, no tendría el sueño de viajar a Francia para ser acompañante—.Frente a la webcam de su computador, Lili tiene el respaldo del Estudio Bedoya, que se hace pasar por una empresa de publicidad.

3. Cuando me la presentaron no tenía ni idea de que era la mujer del ahora extinto canal de Twitter «Zorringeando-ando», un canal creado con el único fin de generar dinero. La belleza de sus rasgos, sus finos y delgados labios, su nariz delgada y simétrica, sus ojos egipcios y su piel canela, sus senos en forma de pera, su figura esbelta y su vientre pronunciado me recuerdan a la pintura de la diosa Ishta, inventora de la danza de los siete velos. Mirarla desnuda tiene el efecto de hacerme creer en la belleza, puede ser tejida en carne.

En el 2014 usaba jeans y una blusa de tiras. Ahora, usa un vestido negro, escotado, zapatos de tacón puntilla de cinco centímetros y correas de cuero, resalta sus labios con carmín, y el maquillaje aclara su tez canela y un tatuaje de una reina de ajedrez encendido en dorado en el antebrazo derecho, todo la hace difícil de olvidar. Más que nada su halo de indiferencia mal aprendida. No parecía el de las reinas, sino el de aquellas niñas que se hacen pasar por una mujer, esperando parecer reales.

4. Hoy me deja ver una de sus sesiones con uno de sus clientes. ―Mejor cierro porque está haciendo frío y tengo gripa ―cerró la ventana, al tiempo que se acostó con su vestido de gala. Actualmente, en Colombia hay cerca de 20.000 modelos de webcam, que en promedio pueden ganar entre 1.000.000 y 1.500.000 al mes. A Lili le va un poco mejor.

Toma su mano izquierda y la pasa por el interior de su muslo derecho, mientras su sexo recién depilado queda expuesto ante la cámara. Sus brackets verdes le dan un aire de quinceañera. Succiona con delicadeza su dedo anular, pasando su lengua como si dibujara su dedo.

Se incorpora, tiene un vibrador de cola rosada dentro de su vagina, este tiene el sentido de hacer creer a los clientes que está conectado por Bluetooth, y ha de pasar una descarga por sus paredes cada vez que ella gane un token.

Se pone de lado enseñando su trasero a la cámara y se nalguea con fuerza. Se abre de piernas y al sonido de las vibraciones gime en un sonido ascendente, fusionando el placer y el dolor. Ensancha su vientre y lo contrae moviendo la cadera de arriba a abajo, de izquierda a derecha, en círculos imaginarios. Contrae sus músculos y los distiende. Cambia de mano para seguir profundizando, cierra sus ojos. Cambia de mano.

Sube sus piernas en un arco que se mece, invitando a creer al espectador que se halla encima de ella, una experiencia en primera persona. No puedo evitar excitarme. Y ella se toma, se abre, grita: —oh, bebé, yeah—.

Han pasado 11 minutos y el espectáculo se torna repetitivo. Falto de poesía, la simple cadencia de la fantasía, el bovarismo. El acto, mecánico: después de un rato me aburro. Abre los ojos y pone los labios en forma de pato. Llega un zumbido y vienen los gemidos. Pavlov se sentiría orgulloso. Lili mira la cámara y se interrumpe la transmisión: ha entrado en privado.

5. Cuando sale con sus amigos, fácilmente pasa por una jovencita rica; sin embargo, tan solo hace unos días tuvo que empeñar su computador para pagar el arriendo. Aunque en sus mejores meses puede ganar hasta catorce millones, con suerte llega a fin de mes porque gasta en grandes restaurantes como el Marriot, el Hotel Granada Real, Bourbon, la Cantina La 15; salidas que no son cada ocho días, sino toda la semana; conciertos, donde paga por palco; jeans de 900.000 mil pesos; zapatos de 480.000, todos de marca.

6. Hace varios años, antes de la webcam, la vi trabajar en una tienda de mascotas. Llevé a mi perra Hanna para que le dieran un baño y Lili la recibió con dulzura, a pesar de que sufría de una terrible dermatitis empeorada por el jabón.

Ella hacía su trabajo con amor, aunque al final del día, los dedos de sus manos se despellejaran. Me mira riéndose con sus brackets azules, mientras se toma del estómago y se alegra con las propinas que recibe. Se ríe cuando recuerda algunas anécdotas. Una vez me contactó para que me hiciera pasar por su acudiente porque el profesor de filosofía la reprobó.

7. Lili era tan solo una chica sin busto, esbelta y de cintura pequeña. De voz aguda y una sonrisa que reflejaba la poca atención odontológica, pero que quizás sería una gran belleza en Japón por sus colmillos.

Una noche, me pidió cien mil pesos, deseaba comprar un juguete sexual. Al principio le dio un poco de pena, luego se animó a contarme. Intentó convencerme, me dijo que conocía otras chicas que ganaban bien, que era la solución a sus problemas. Me lo agradeció con abrazo de un profundo sentimiento, y un beso suave en mejilla.

8. Dos meses después, regresó al edificio, a eso de las diez. Dijo que le había ido bien. Que le habían dado un pequeño cuarto con disfraces y juguetes sexuales. Había tenido que hablar con hombres que sufrían por el crecimiento que le habían dado algunas hormonas a su cuerpo.

Al pasar un mes, comenzó su carrera profesional y sacó una tarjeta de crédito. La uniformaron con un leggins y una blusa negra, también usaba valetas y tenía que ir maquillada. Una vez el jefe la regañó por no entrar arreglada ni a la hora.

9. Una noche, llegó tirando la puerta. Con lágrimas, volteando los ojos a quien pasara a su lado. Descubrió que sus fotos inundaban toda la red, y aunque le aseguraron que tendría un nombre ficticio y un filtro que bloqueara su país de origen, era normal que los usuarios tomaran sus fotos o que emplearan su imagen como propaganda de sitios web.

Le aterraba lo que pasaría si su familia se enterase. Aparecía en fotos y videos. En uno, sonreía, fingiendo ser una colegiala. En otro, era youtuber. Si bien trabajaba por ganar en dólares, no quería más publicidad de la que ya tenía.

10. Un día publicó en su cuenta de Facebook una foto suya, acostada de lado, mirando al lente, con ropa de encaje negra y una mano sobre su ombligo. No le vio nada de malo. El inconsciente es ese otro que habla desde el lado opuesto.

Su craso error, pedirle a su tío más joven que le arreglara el celular, sin saber que este era un impertinente y vería aquella publicación, enterándose de su nombre artístico.

Una noche buena y llena de promesas, invitaba a Lili a reunirse de nuevo con su madre, un encuentro auspiciado por la visita de su abuela. Pero no eran más que promesas. En medio de su felicidad, su tío más joven confesó que conocía la verdadera identidad de Lili y que él la visitaba en su página azul eléctrico. Ese triste comentario, inundado de luces y explosiones de fuegos artificiales, apenas halló eco entre tanto silencio.

El 28 de agosto de 2018, me llama desde Cartagena, pagó sus gastos en un hotel de lujo, le dijo a todos que iba a viajar. Se toma fotos sola en la playa, en el hotel, a las comidas. Lili es todo un misterio.

 

 

Fotografía cortesía: Modelos Web Cam Bogotá

 

 

( 1 ) Comentario

  1. Bueno Juan Manuel, es un relato con tintes de crónica. Un lenguaje muy preciso muy descriptivo. Me gusta la velocidad de contar la historia.

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Juan Manuel Hernández Aguilar
Profesor de lenguaje en el magisterio. Lic. en literatura y profesional en filosofía, con maestría en filosofía de la Universidad del Valle.