¿Le indigna que Timochenko pueda terminar con un puesto en el gobierno?

Opina - Política

2016-08-18

¿Le indigna que Timochenko pueda terminar con un puesto en el gobierno?

¿Le indigna que Timochenko pueda terminar con un puesto en el gobierno? ¿Le asusta el discurso mamerto de los guerrilleros, capaz de despertar resentimientos y seducir a la muchedumbre? ¿No quiere ver a su país “entregado al castrochavismo”?

La solución es muy fácil: ¡no les demos razones para votar por ellos!

Aquellos que se oponen con todas sus fuerzas al surgimiento de una nueva fuerza política- populista, radical, agresiva, “Bolivariana”, similar al movimiento chavista en Venezuela – entienden y le temen (con mucha razón) a lo popular que podría resultar dicho discurso en una tierra de resentimientos como la nuestra (el segundo país más inequitativo del mundo). Sin embargo, ¿está mal que, para variar, haya un político que le recuerde a las personas la falta de oportunidades, la excedida desigualdad y las condiciones miserables en las que vive una gran parte de los colombianos?

La crisis política, económica y social por la que atraviesa el país vecino hoy en día no cayó del cielo, ni fue producto de la mala suerte. Hugo Chávez conquistó por primera vez la presidencia de Venezuela en 1998, tan solo seis años después de haber sido encarcelado tras su fallido intento de tomar el poder por las armas. Para ganar, Chávez recorrió todo el territorio nacional con un discurso revanchista de resentimiento hacia las oligarquías en un contexto de una Venezuela enormemente rica pero excesivamente polarizada e inequitativa, con una historia patria muy parecida a la nuestra en donde el bipartidismo (conocido en Venezuela como el puntofijismo), la deslegitimación de movimientos de izquierda y la implementación de políticas económicas que siempre desfavorecían a los más pobres era la norma.

Esa clase alta, política, tradicional, que vivía en una burbuja, que nunca se preocupó de mirar hacia sus lados y entrarse de la grave situación social y económica de las mayorías fue quien desencadenó la situación tan aterradora que vive Venezuela el día de hoy.

Señor senador Uribe: usted es el máximo responsable de la “amenaza castrochavista” en nuestro país. Las agresivas medidas económicas junto con los actos de violencia, represión y odio que ha implementado a lo largo de su carrera, incluida la Ley 100, el TLC con Estados Unidos, el uso irresponsable de glifosato, el encubrimiento de narcotraficantes en un proceso de paz mal hecho, el asesinato de jóvenes pobres inocentes, y sus más recientes declaraciones en contra de la igualdad de género, son factores que sin duda alguna contribuyen a la inequidad en Colombia, generando rencor y resentimiento en una población que, como en los años noventa en Venezuela, votará por quien prometa cambios a su difícil situación en unas futuras elecciones.

El neoliberalismo es el fertilizante del revanchismo, el resentimiento, y el populismo.

El problema es que si dejamos las riendas del postconflicto en manos de santistas, uribistas o derivados, asegurar la paz y prevenir un futuro triunfo del discurso populista de las FARC será complicado. Con la desmovilización de la guerrilla en territorios antiguamente dominados por las FARC, no solo queda sin Estado más de un tercio del país, pero se le da vía libre a las petroleras, a las empresas de minería, a los terratenientes, ganaderos, entre otros, para expandir esos negocios que tanto perjudican al medio ambiente y que continuamente crean barreras ante los intentos para el mejoramiento de las garantías sociales y económicas de las poblaciones locales: una razón más para robustecer el sentimiento general de resentimiento y votar por la extrema izquierda en un grito desesperado por el cambio.

El postconflicto y la desaparición de la guerrilla de las FARC en la Colombia rural representa una oportunidad única en la historia, en donde el rumbo del país podría tomar dos caminos distintos: el de la continuación y extensión del modelo económico neoliberal o el del verdadero fortalecimiento de la paz a lo largo y ancho de nuestro territorio.

Imagen cortesía de: bbc.com

Imagen cortesía de: bbc.com

La firma del acuerdo con las FARC es solo el principio de nuestra anhelada paz: se nos da la oportunidad de fortalecer nuestra democracia, en donde el individuo tiene el derecho de escuchar todas las posiciones dentro del espectro, de extremo a extremo, y elegir aquella con la que más se sienta mejor representado, este requisito siendo lo más básico. La paz, verdadera y duradera, llegará cuando la mayoría del país pueda vivir por lo menos con las seguridades sociales y económicas mínimas a las que todo ser humano tiene derecho.

La historia lo ha demostrado: lo que se conoce hoy en día como el “Estado Social de Derecho”, modelo formulado primeramente en Alemania y rápidamente adoptado por diversos regímenes alrededor del mundo (Colombia dice haberlo acogido en 1991), fue introducido como una medida para evitar una revolución por parte de la clase obrera.

Si quiere salvar a su país del castrochavismo, asegúrese de no votar por Pastranas, Uribes o Santos, impulsores de la desigualdad en el país.

Si no quiere a Timochenko de presidente, no se oponga a la posibilidad de que se postule como presidente, esta es una solución superficial, facilista, antidemocrática y completamente desviada del verdadero punto. Para evitar luchas de clases violentas, es necesario replantear el modelo económico que nos rige, así como permitir, fomentar y escuchar los reclamos de los movimientos sociales. Es así de sencillo.  

( 3 ) Comentarios

  1. ReplyRafael Enrique Plata Casas

    Corta, bien escrita y sustanciosa… Me parece una muy buena columna…

  2. Hasta sensata su columna

  3. Cris, lee esto … si es que no lo has leido. Aqui tendras mas contexto de la historia de Venezuela y porque esta donde esta que es mucho mas complejo que los 90s … https://medium.com/@victorniebla/a-d%C3%B3nde-se-fue-venezuela-6747f20a9068#.in8s86q1u

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Cristóbal Marín Rojas
24/01/1997 Estudiante de Ciencias Sociales en Sciences Po Paris. Todavía creo en que se puede y se debe luchar por construir una sociedad mejor para todos. Romanticón y cliché al 100% pero, ¿Qué hacemos? Esto es en lo que creo.