Las procesiones con olor a sangre

Es esa falta de apropiación estatal lo que hace que grupos armados tomen el dominio de los territorios.

Opina - Conflicto

2019-03-27

Las procesiones con olor a sangre

El universo del conflicto armado es algo que envuelve muchos temas, es decir, se puede analizar desde diferentes enfoques como el factor social, económico y político. Siempre que hablamos de conflicto armado nos referimos a lo mismo: asesinatos, balas, desplazados, huérfanos, masacres, guerrilleros, paramilitares, entre otras cosas.

Sin embargo, una palabra que me ha llamado la atención es la deidad que se camufla detrás de los grandes asesinos. Es paradójico lo que acabo de expresar, pero es una realidad. Un ejemplo muy claro es Fidel Castro; algunas personas lo ven como un dictador, un asesino; en cambio, otros lo veneran como a un dios porque le dio la libertad al pueblo cubano.

Enfocándonos más en nuestro país, María Jimena Duzán dice algo muy particular sobre Gonzalo Rodríguez Gacha en su libro Crónicas que matan:

“Cuando murió, los desconsolados pobladores de Pacho lo lloraron tres días y tres noches. ‘Él fue muy bueno con nosotros. Nos ayudaba cada vez que teníamos un problema. Hizo más por nosotros que cualquier político de esta región. ¿Ahora, quién nos va a amparar?’, dijo una mujer, con cara compungida, en una entrevista presentada en la televisión”.

Pero, ¿por qué sucede esto? Me atrevo a decir, en el caso de El mexicano, que se debe al contexto donde están las personas. Es decir, el pueblo donde nació este narcotraficante se llama Pacho, queda ubicado en el departamento de Cundinamarca y, como otros pequeños pueblos del país, hace falta inversión social por parte del Estado.

Es esa falta de apropiación estatal lo que hace que grupos armados tomen el dominio de los territorios. Digo lo anterior para hacer referencia a que son los narcotraficantes los que actúan en las comunidades construyendo escuelas y placas deportivas, reparando puentes y ayudando a la gente necesitada.

Otro caso es el de los paramilitares en la Guajira, así lo dice María Teresa Ronderos en su libro Guerras recicladas:

“Ahí Vicente Castaño le dijo a Jorge 40 que cómo era posible que ya habiendo grupos de autodefensa no había una obra social para esos indígenas, entonces comenzó a construir los jagüeyes…”.

En efecto, las personas que se benefician de estos proyectos “de buena fe” expresan respeto y admiración por los jefes que les ayudan a mejorar la calidad de vida de sus comunidades. Es por esto que, en casos muy particulares, hasta construyen templos en honor a esas personas, compran o fabrican camisetas, estampillas, fotografías, cuadros y demás objetos que les sirven como amuletos de la “buena suerte”.

Finalmente, es triste ver cómo estas comunidades veneran a delincuentes y asesinos porque les dieron una casa, un mercado o plata en efectivo.

Por otro lado, también los entiendo porque fueron los asesinos los que les dieron la mano en momentos difíciles. La culpa la tiene el Estado por no reportarse en esos lugares donde los matones van a ser los protagonistas de las procesiones divinas durante mucho tiempo.

 

( 1 ) Comentario

  1. La purita verdad de la idiosincrasia en esos sectores del pais, y de la sociología Colombiana creada por él estado corrupto ancestral, y que gobiernan para su estirpe generacional, SAQUEADORES, Asesinos del pueblo!!..
    Es el única culpable de todo!!..

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Héctor Andrés
Soy estudiante de Comunicación Social- Periodismo de la Universidad Pontificia Bolivariana. Me interesan temas sobre la violencia, filosofía, política, sociología y crítica social. Soy un empedernido por la lectura y estoy de acuerdo con la frase de Gabo: "El periodismo es el mejor oficio del mundo".