Las firmas de la guerra

Opina - Sociedad

2016-06-14

Las firmas de la guerra

Los argumentos del uribismo en contra del proyecto de acto legislativo para la paz, además de ser demagogos, son cínicos y con desavenencias fundadas en invectivas propias del jerarca mayor.

La Universidad de Uppsala, en Suiza, tiene un programa exclusivamente dedicado al análisis de conversaciones de paz en todo el mundo. El Uppsala Conflict Data Program ha tenido entre sus objetos de análisis, a conflictos y negociaciones en casi todos los continentes desde la década de los 70 y  una de sus más importantes conclusiones es que una negociación de paz debe considerarse como fracasada si en los primeros 5 años posteriores a su firma final las hostilidades entre las partes se reanudan.

Ahora, imagínese usted, querido lector, al procurador Ordóñez siendo presidente de Colombia. Su santidad Ordoñez parece no ser nada consecuente con lo que su religión profesa. Dos de las principales bases del catolicismo son el perdón y la paz, pero muy en contraposición a esos valores, el procurador  realiza  una férrea y dramática crítica a todo lo que tenga que ver con el proceso.

¿Cuál sería el destino de un país que durante más de 4 años se dedicó a hablar de paz, en manos de la administración de un hombre con delirios de Papa que justificó en algún momento el accionar de los paramilitares?

Seguramente su primera acción pública sería quemar el Acuerdo Final, tal como lo hizo con los libros de García Márquez.

Por esa razón principalmente, es necesario que el proceso de paz tome la categoría de Acuerdo Especial y  además porque es absolutamente determinante la inmediata implementación de lo pactado, para no correr el riesgo de que en menos de 5 años las balas vuelvan a tronar y a rebotar en las paredes de los hogares  de los colombianos de manera estridente y fatal.

Por el contrario, hay que asegurar que todo se cumpla y que ambas partes honren sus promesas.

Pero olvida el uribismo y el procurador que el verdadero golpe de estado a Colombia se dio durante los 8 años de administración del expresidente.

Imagen cortesía de: laopinion.com.co

Imagen cortesía de: laopinion.com.co

Si bien hubo cosas que innegablemente hay que reconocer que fueron positivas para el país durante esa casi década, gústele a quien le guste, no se pueden olvidar las violaciones a los Derechos Humanos, las cifras elevadísimas de muertos y desaparecidos, los falsos positivos, la persecución a la oposición, a los periodistas y a la Corte Suprema de Justicia orquestada desde Presidencia y a través del DAS y por supuesto la parapolítica y una elección, reelección, e intento de re re elección con dudosos mecanismos y a través de cuestionadas estrategias legales.

¿Sabe usted, amigo lector, cuántas personas hemos desplazado en Colombia como consecuencia de una guerra que parecía perenne?

6 millones.

Ahora, ¿Sabe usted cuantas personas habitan en Holanda?

6 millones.

Hemos desplazado a un país entero. ¿Acaso no es esa una razón suficiente para estar de acuerdo con el cese de la guerra?

Yo creo que sí.

Uribe y sus peones se han propuesto la tarea de recoger firmas. No me queda claro para qué. Si para exigirle la renuncia al presidente o para demandar ante la Corte Constitucional el acto legislativo para la paz.

Están en todo su derecho de hacerlo, pero los jóvenes  tenemos que demostrarles que somos nosotros los más interesados en construir un país mejor, en donde se pueda discrepar en el argumento y respetar la diferencia sin ser estigmatizado, o en el peor de los casos, acosado por la omnipotencia del Estado.

Somos los jóvenes los que tenemos que abanderar esa idea de hacer posible una Colombia en la que también nosotros podamos participar y decidir y dejar de ser las marionetas desechables una vez depositado el voto.

Por mil razones una Colombia sin guerra es mejor, pero no solo basta con eso. Tenemos que proponernos cambiar la política, dejar de pensar que todo está mal, que no se puede hacer nada para modificarlo y,  por el contrario, luchar contra la corrupción. Tenemos que ser ciudadanos cultos y respetar las cebras y los semáforos y guardar la basura para la caneca.

Evitar el insulto y llamar al diálogo. Evitar el golpe y preferir la discusión. De eso se trata construir un país en paz, no solo es el silencio de las metralletas.

¿Será que lo logramos?

Publicada el: 14 Jun de 2016

( 2 ) Comentarios

  1. El «columnista» debería diferenciar entre un proceso y un acuerdo y también debería dejar de recurrir a argumentos ad hominem, le resta credibilidad a su preparación (sea cual sea que haya tenido) como columnista.

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Santiago Ángel
Amante de la lectura y el café. Apasionado por Dios y por el periodismo que le sirve a la democracia. Libertario.