La paz no se puede borrar de tajo, porque sí, porque ajá

No se puede prever el impacto de la noticia en el grupo que hoy hace parte de la vida legal, pero que se encuentran desanimados ante la lentitud del desarrollo del proceso. Ojalá que no sucumban ante este monstruo de la guerra. Nuestra protección y solidaridad puede garantizar en algo el no retorno.

Opina - Sociedad

2019-08-31

La paz no se puede borrar de tajo, porque sí, porque ajá

Autora: Liliana Estupiñán Achury

 

El 29 de agosto de 2019, a dos años y medio de haberse firmado el Acuerdo de Paz entre el Gobierno y el exgrupo guerrillero FARC (24 de noviembre de 2016), con un mesiánico tono de quien era uno de sus líderes más importantes de lo que hoy es las FARC (en su lógica legal), el señor Iván Márquez, también acompañado por varios personajes y conocidos líderes de lo que se consideraba el ala radical de este movimiento político, vestidos de camuflado y con armas, anuncia el inicio de una nueva Marquetalia, según ellos, amparada bajo “el derecho universal de levantarse en armas contra la opresión”.

En otras palabras, un grupo de los que se pensaban en fase de reincorporación, hoy se rearma y pretende fundar una nueva fase de la finalizada guerrilla FARC en Colombia, grupo al que deben agregarse algunos hombres y mujeres que nunca ingresaron en fase de reincorporación, y algunos que sin venir del mundo de la guerrilla, y ligados a las lógicas ilegales en sus territorios, esta noticia les cae como anillo al dedo, lo que los llamará de forma sencilla a sus filas.

En cualquier caso, todavía no es claro el número de hombres y mujeres que tiene y tendría esta Nueva Marquetalia, que puede oscilar entre 1500 o 2500 y las supuestas alianzas que tendrían con otros grupos guerrilleros e ilegales como el ELN.

Estas cifras se deben confrontar con los más de 10.000 hombres y mujeres en fase de reconciliación y reincorporación y más de 11.986 en clave de Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No repetición. Por supuesto, que me quedo con el vaso medio lleno, con el de estas últimas cifras de esperanza, decencia y reconciliación.

No se puede prever el impacto de la noticia en el grupo que hoy hace parte de la vida legal, pero que se encuentran desanimados ante la lentitud del desarrollo del proceso. Ojalá que no sucumban ante este monstruo de la guerra. Nuestra protección y solidaridad puede garantizar en algo el no retorno.

Tampoco se puede inferir el nivel jerárquico y de mando que pueda tener esta cúpula sobre los supuestos reincidentes y su diáspora en toda la geografía nacional. No la tienen fácil, han escogido el peor camino. Tampoco la tiene fácil Colombia, marcada por el sino trágico del sonido de la violencia.

Debo resaltar que la persona que realiza el anuncio, junto con varios de los que lo acompañan en tan preocupante empresa, fueron autores del Acuerdo de paz, trabajaron durante más de cuatro años en el proceso de construcción, y por ser cúpula, varios de ellos se beneficiaron de diversas medidas, entre otras, las de cinco curules otorgadas, hoy al grupo político, tanto en Cámara como en Senado (para las elecciones de 2018 y 2022), para efectos de facilitar la transformación de grupo guerrillero a grupo político. El reto de la expresión: de las armas a la política.

Debo reiterar que varios de estos congresistas son de admirar (los de vocación de paz), han hecho la mejor tarea, a pesar de la estigmatización, le han cumplido al país y a su gente.

Pero vuelvo a la idea inicial, algunos de los que hoy aparecen con armas, gozaban de plenos beneficios, a pesar de no haber sido sancionados, previamente, por los delitos causados. Tema bastante polémico, que respaldamos y seguimos respaldando para efectos de garantizar el proceso y no volver a la guerra. La sanción era obvia y venía, por supuesto, con lógicas transicionales.

La creación de una supuesta nueva Marquetalia, produjo desinformación a nivel internacional y nacional. Los spoiler o cuervos de la paz, ya enterraban el proceso y solicitaban borrar cualquier vestigio de aquel en la Constitución y, por ende, su correspondiente desarrollo legislativo, normativo e institucional, que a trancas y dificultades se ha venido desarrollando.

Como si un proceso de paz, cocinado durante más de cuatro años, protegido y avalado por la Constitución, por las normas, hoy en proceso de institucionalización y de desarrollo, con apoyo nacional e internacional, con miles de personas en proceso de reincorporación, millones de víctimas a la espera y territorios del abandono y de la guerra ávidos de oportunidades y construcción de una nueva historia, se pudiera borrar de tajo, porque sí, porque ajá.

Ante tal resaca política, debemos pensar con cabeza fría y comparada. La mayoría de procesos transicionales y de paz han tenido un grupo minúsculo de reincidentes. Esto no nos puede alegrar, pero explica parte del problema. Irlanda del Norte, por ejemplo, aún padece de estos males.

Tal como lo señala Angelika Rettberg, sobre la disidencia para el caso de Irlanda: “Ese grupo fue responsable, en abril de este año, del asesinato de una periodista. Ha dicho públicamente que no renuncia a la violencia”. Ni hablar de Colombia y algunos reductos del EPL y del M19 que luego pasaron a las filas de otras guerrillas o de otros grupos ilegales. Para el caso colombiano, ojitos les hace el narcotráfico, el negocio de la guerra, la minería, el control de territorios de economía ilegal, la mafia, el poder territorial, el abandono del Estado, etc. ¿Fueron hipócritas en la negociación de la paz?, ¿pensaron que estábamos en el pasado, en que los diferentes procesos de negociación fallidos terminaban con otra silla vacía y el fortalecimiento militar de sus filas? No sé qué pensar.

Lo cierto es que para que no tengamos más hombres en filas de guerrillas, rearme, reincidencia y pertenencia a otros grupos ilegales, se hace necesario avanzar con fuerza en el cumplimiento del Acuerdo y la construcción del Estado en los territorios. Tal como lo dice Kroc Institute:

“En otros contextos también se han vivido situaciones similares y la experiencia nos demuestra que mientras más vigorosa sea la implementación de los acuerdos, menor es el impacto de las disidencias. Por ello, invitamos a la partes a fortalecer la implementación del Acuerdo de Paz”.

Sumemos a esto, el cumplimiento de todos sus puntos, de forma especial, el primero: reforma rural integral y aclarar el tema de sustitución de cultivos ilícitos, mucho por hacer.

A la JEP (Justicia Especial para la Paz), que haga su tarea, sus últimos comunicados dejan en claro que quien delinque después de noviembre de 2016, debe ser expulsado del sistema de justicia transicional. Estos señores serán tratados sin las lógicas transicionales que ellos mismos construyeron con las víctimas y el Estado.

Cierro esta columna diciendo: lógicas transicionales para los hombres y mujeres con vocación de reconciliación, verdad, justicia, reparación y no repetición. Lógicas ordinarias para todos aquellos que regresen a la guerra y traicionen la confianza dada por su gente y la tranquilidad de toda Colombia. Además de la justicia, la historia colocará a estos y a todos los spoiler y saboteadores de la paz, en su justo lugar.

 

 

Foto cortesía de: Semana

 

 

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Liliana Estupiñán Achury
Doctora en Sociología Jurídica e Instituciones Políticas. Académica Derecho Constitucional de la Universidad Libre. Miembro Correspondiente de la Academia Colombiana de Jurisprudencia. Miembro de la Red de Defensores de la Paz.