Columnista:
Francisco Cavanzo García
Los constantes ataques a la administración pasada respecto a su manejo presupuestal, al parecer, no estaban enfocados en el acto en sí, sino más bien en quién era el que se comía la sabrosa “pega” del erario. El presidente de la República en uso de sus facultades ha decidido nombrar a, su experimentada primera dama, como embajadora en Misión Especial, en donde debe participar en diferentes eventos como el interminable funeral de Isabel II.
Esta misión por supuesto, al contar con una persona tan versada en diplomacia, debe tener un jugoso presupuesto de esa olla aparentemente vacía.
Por medio del Decreto 1893 del 14 de septiembre del 2022 se ha determinado nombrar a la doctora —como se refiere a ella el documento— Verónica del Socorro Alcocer en condición de embajadora en Misión Especial, junto con un presupuesto de más de sesenta millones de pesos para que se realicen visitas en diferentes eventos especiales. Al parecer, la olla no estaba tan raspada o, al menos, lo que queda alcanza para que la primera dama viva sabroso.
Esta asignación presupuestal, ligada a la señora Verónica del Socorro, sigue la misma ruta que otros dos nombramientos recientes, ambos realizados a personas cercanas a la primera dama.
Por un lado, se encuentra la muy necesaria vinculación del coreógrafo Nerú Martínez para que se encargara de manejar —lo que resta del año— el inexistente gimnasio de la casa presidencial, por 28 millones de pesos; y por otro lado, el de Eva Ferrer, íntima amiga de Alcocer y nueva consejera para la Niñez, una consejería que en campaña el presidente prometió eliminar.
Colombia es, sin duda, un país de tradiciones. Evidentemente esto incluye mantener el trato de las arcas de la nación, y las prácticas con tonos de nepotismo. El Gobierno del cambio entró pisando fuerte para que todo su ámbito y esfera social pueda vivir sabroso a través del sudor de los contribuyentes.
