Después del triunfo del No, de la separación de Angelina Jolie y Brad Pitt, del Nobel de paz para una paz que todavía tambalea y el Nobel de literatura para el músico Bob Dylan, la ONU nos regala otra impensable noticia al nombrar embajadora honoraria por el empoderamiento de las mujeres y las niñas, a la Mujer Maravilla. Sí, así como se lee. Las 3.650 millones de mujeres que habitamos el planeta en condición de desigualdad seremos representadas por una mujer que no existe. Divino.
La ONU aseguró que el nombramiento obedecía a la capacidad de esta mujer para “poner de relieve lo que podemos lograr en conjunto si están facultadas las mujeres y las niñas”, ignorando el relieve que ya tienen otro par de virtudes de la Mujer Maravilla y que desde hace rato dificultan la lucha por la igualdad de género.
Me refiero a los superpoderes más visibles de la heroína, tales como el superpelo que jamás se despeina, los supersenos, la supercintura, las superpiernas y las supernalgas, es decir, la supersexualización y la superirrealidad. Poderes a los que mujeres de carne y hueso solo pueden acceder a través de rutinas de belleza superesclavizantes y supercostosas, que, para colmo de males, solo dan acceso a cierta igualdad hacia personas como Kim Kardashian y sus hermanas, quienes si bien no son de otro planeta como la Mujer Maravilla, sí viven fuera de este mundo.
La supersexualización es un arma de doble filo que aunque reivindica nuestro derecho a vestirnos, pensarnos y representarnos como nos dé la gana, también alienta la idea de que nuestro valor radica en la cosificación, en transformarnos en objetos de consumo sexual, masas de carne sin personalidad ni alma que al menor descuido pueden ser sexualmente atacadas. No en vano según aseguró el “portal de noticias” TMZ, que el temor más grande de Kim Kardashian al ser robada en París, era el de ser violada, situación por la que no tendría que preocuparse la Mujer Maravilla, dado que con un par de vueltas y latigazos mandaría al carajo al violador.
Es divino también pensar que las armas más famosas de esta mujer son unas joyas y un látigo. De las espadas que le entregaron los dioses para defenderse es poco lo que sabemos. Ni hablar del avión invisible, cuya gracia es extraña, pues sin ver al avión, igual la vemos a ella. En fin.
Al verse atacada por la realidad, Kim llamó a sus guardaespaldas hombres y más tarde a los policías que también son hombres. Pese a todas sus supervoluptuosidades o, quizás debido a ellas, todo el tiempo se supo en situación de desigualdad.
Ofende que la ONU argumente su decisión explicando que la Mujer Maravilla se convirtió en ícono feminista en los sententas; por ser la única heroína (creada por un hombre) en medio de un nutrido grupo de superhéroes hombres (creados por otros hombres), no sólo porque desde entonces han pasado más de treinta años en los que mujeres reales se han convertido en íconos feministas (la pintora Frida Kahlo, la periodista Gloria Steinem, la guionista y directora Lena Dunham, entre otras), sino porque además basta una simple googleada para localizar los nombres de todas las que se destacan por ser las únicas entre un nutrido grupo de hombres, como las 47 que hasta el 2014 habían ganado algún premio Nobel en medio de los 817 laureados.
Para nadie es un secreto que los espacios de mando y relevancia siguen siendo eminentemente masculinos a nivel mundial y, sin embargo, la ONU decidió escarbar en el gremio de los superhéroes.
Se entiende que la cultura pop ayuda a viralizar y posicionar contenidos e imágenes, pero solo el hecho de que el próximo año salga en cartelera una nueva película sobre la Mujer Maravilla explica de manera lamentable que la elegida no haya sido un ser humano.
Publicado el: 3 Nov de 2016