El problema de las barras bravas y el desorden de las fechas que conforman la Liga Águila en Colombia han demostrado que la Dimayor vive en fuera de lugar por la falta de organización y de garantías para un buen desarrollo del balompié nacional.
Llevamos años sin ver un torneo local que no se vea interrumpido por las obligaciones de los clubes a nivel internacional. Claro, está bien que se organice un tiempo prudente para que los equipos que nos representan a nivel internacional puedan preparar sus partidos y así obtener buenos resultados en el campo de juego, no obstante, esa pequeña ayuda afecta el funcionamiento del campeonato local dado que los equipos rivales terminan teniendo un panorama nebuloso, pues varios terminan con 2 o 3 partidos aplazados y al final se ven obligados a cumplir dichas jornadas en días que, parecieran, son elegidos al azar por la Dimayor y sus dirigentes.
No creo que en Europa tomen medidas fuera de lo normal para que los equipos cumplan con todo su calendario sin tener que aplazar sus partidos a nivel local. ¿Cuál es entonces la excusa de la Dimayor y de los equipos para no jugar con lo que se pacta al inicio de temporada?
El tema de las barras bravas, que si bien es un problema sociocultural y no propiamente institucional, si ha demostrado que en seguridad y comunicación entre clubes, gobierno y Dimayor hay un gran vacío por sanar. Y para no irnos tan lejos, y por esta medida es que se escribe esta columna, vamos a hablar de las decisiones de la Dimayor por los incidentes entre vándalos vestidos con las camisetas del Deportivo Cali y del América de Cali el pasado miércoles 24 de mayo antes y después del clásico por Copa Postobón.
Antes del encuentro hubo una balacera entre los diversos maleantes que estaban alrededor del estadio y la Policía. Luego del encuentro los hinchas del América burlaron la zona que tenían para disfrutar del partido y se acercaron violentamente a los sectores de oriental donde se encontraba la hinchada local: la del Deportivo Cali. Debido a estas acciones varios hinchas invadieron la cancha y allí se presentaron algunos enfrentamientos entre los dos bandos y la policía que intentaba controlar la situación.
En la tarde del jueves 25 de mayo, la Dimayor presentó un comunicado donde informa a la opinión pública que las dos escuadras de la capital del Valle fueron sancionadas por 2 partidos de Liga y 3 de Copa a puerta cerrada. A eso se suma la cancelación de los medios para transmitir y difundir información de los partidos DECISIVOS de la última fecha de la Liga Águila que tenía a Cali enfrentando a Millonarios y a Bucaramanga enfrentando al América.
Antes de lanzar las preguntas hay que anotar que en días pasados el presidente de la Dimayor, Jorge Perdomo, estuvo en el espacio de Fox Sports Radio Colombia, en donde se le preguntó por el tema de seguridad y Barras Bravas y éste hizo alusión al manejo que le dio Inglaterra al caso Hooligans luego de varias tragedias en Heysel en 1985 y en Hillsborough en 1989. De esa terrible experiencia en Inglaterra se supone que Colombia ha querido utilizar varios de los métodos que dejó la Ley Tatcher para erradicar la violencia en el fútbol. Entre esas están: las cámaras de vigilancia y reconocimiento en los estadios; la carnetización de los integrantes de las barras populares; el incremento de pie de fuerza en los estadios para controlar los desmanes; la cancelación total de las entradas para los vándalos y asesinos vestidos de hinchas, entre otras medidas.
De lo anterior no hay ni la sombra. Ni Jessurum, ni Perdomo ni ningún funcionario de la Dimayor se ha puesto la 10 para sacar adelante esos proyectos que buscan mejorar la convivencia en los estadios y en cualquier escenario donde se pueda hablar de fútbol.
Debido a lo anterior ahora sí me pregunto: ¿Están midiendo con el mismo rasero a las hinchadas que violan la ley en los estadios? ¿2, 3 o 4 fechas solucionan la intolerancia por la diversidad de colores y gustos hacia los equipos? ¿En verdad los hinchas y periodistas tienen que pagar los platos y remeras rotas por la violencia a mano armada de personas que olvidan que en el deporte es importante la existencia de la contraparte?
Sus medidas no son soluciones, Dimayor. Sus medidas se quedan cortas y olvidan que el problema de violencia entre barras es un problema social y cultural. El asunto no es problema del periodismo (aún cuando a veces su lenguaje incita a la violencia), el problema no es de los que se ganan la plata cubriendo un partido de fútbol. Puede que afecten el bolsillo de los equipos con sus decisiones, pero con eso no solucionan ni promueven un cambio en la mentalidad de aquellos que matan por un color de una camiseta. No todo se arregla quitando plata.
Trabajen por la sociedad, por los jóvenes que trabajan para pagar una boleta, por las familias que no volvieron al ver la inseguridad en los estadios. Trabajen para su gente porque el fútbol no es nada sin las hinchadas, y menos el fútbol latinoamericano que está empapado de batucadas y carnaval alrededor de los 22 jugadores que buscan darnos una alegría un domingo en la noche. Menos demagogia, menos medidas inmediatas y más interés por la construcción de la sociedad y la implementación de campañas en seguridad y pedagogía para aceptar la diferencia.
Dimayor, en verdad, no más, no afecten más el trabajo de quienes informan todo lo que ocurre dentro del campo de juego y no afecten a aquellos hinchas que queremos ver a nuestros equipos dentro y fuera de la cancha cuando no los podemos ver. No más de lo mismo. No más “Dimayoradas”.