El maltrato animal debería englobar todas las formas de abuso y dolor que se le puede causar a un animal. Así es considerado en varios países como Suiza, allí por maltrato animal, puedes pasar hasta 3 años en prisión.
Creíamos que Colombia estaba tomando un buen rumbo para defender a los animales. Los movimientos ecologistas estaban tomando fuerza con las protestas que se realizaban en la Plaza de Toros La Macarena. Además, muchos congresistas comenzaban a manifestarse a favor de aquellos que no tienen voz para defenderse.
Pero el miércoles 27 de marzo del presente año, volvió a revivirse la llaga que venía drenando y esperando una respuesta por parte de la Corte actual. Los defensores de los animales esperaban que por fin la Corte Constitucional acatara la idea de que las corridas de toros y peleas de gallos no son patrimonio.
Estos actos siguen siendo un total abuso y maltrato en contra de seres que no se pueden defender por sí solos. Como era de esperarse, nuestro conservador gobierno dijo sí al maltrato. Según ellos, no se pueden romper las tradiciones culturales.
La Ley 1774 de 2016, enuncia aquellas condenas a las que podrían ser sometidas las personas que ocasionen daños a estos seres. La controversia radica en que el artículo excluye las corridas de toros y peleas de gallos por ser “tradición cultural”. Analicemos el artículo 1 de la ley mencionada anteriormente:
Artículo 1°. Objeto. Los animales como seres sintientes no son cosas, recibirán especial protección contra el sufrimiento y el dolor, en especial, el causado directa o indirectamente por los humanos, por lo cual en la presente ley se tipifican como punibles algunas conductas relacionadas con el maltrato a los animales, y se establece un procedimiento sancionatorio de carácter policivo y judicial.
Un colombiano defensor de los derechos animales puede leer este artículo y llegar hasta a sentir que hay un cambio de pensamiento en nuestra sociedad. Puede llegar a sentir que por fin estamos tomando consciencia de que estos seres realmente sienten. Todo eso se cae al suelo cuando la ley refuerza en la idea de que las corridas de toros y peleas de gallos “no son consideradas como maltrato animal”.
Desde que se prepondere la entretención por encima de la vida, ninguna ley será suficiente para proteger a los animales.
La Corte al parecer, se siente en la potestad de decidir qué animales pueden ser maltratados y qué personas están autorizadas para hacerlo. ¿Todo esto solo por tradición? ¿Seguimos en la era prehistórica? ¿Continuamos creyéndonos dueños de la vida de todo aquello que reposa en la tierra?
Quiero ir más al fondo del asunto. La ley asegura que una de las condiciones es que el Estado no puede invertir los recursos públicos en la construcción de plazas para las corridas. Es una garantía sin validez: en primer lugar, plazas hay varias. Segundo, las peleas de gallos no necesitan demasiado espacio para que se realicen, puesto que el control de estas es casi nulo.
La Corte Constitucional está encantada dictando leyes que “conserven nuestra cultura”, ¿realmente lo hacen con esa intención? No podemos olvidar que estamos en el país de las cortinillas de humo. Estas celebraciones se ponen a disposición del público porque es lo que entretiene a un sin número de fanáticos que al sentarse en las tribunas olvidan por completo lo que está ocurriendo en su patria.
Olvidan los niños que mueren de hambre en la Guajira. Olvidan a las madres que pierden a sus hijos porque se convirtieron en falsos positivos o porque los enviaron a pelear una guerra ajena.
Hay muchas entretenciones. Tenemos reinados, fútbol, conciertos… Pero la Corte también quiso jugar con la vida de los animales. Seguimos siendo un pueblo burdo que no le basta con ver correr sangre por la violencia que sufrimos día a días, sino que quiere continuar acabando hasta con aquellos que no tiene voz.
Foto cortesía de: El Mundo