La caja boba

El mundo audiovisual requiere esfuerzo y talento, y yo soy un inútil redomado; tengo tantos méritos para hacer televisión como Iván Duque para ser presidente.

Opina - Política

2020-08-30

La caja boba

Columnista:

Óscar Perdomo Gamboa

 

Los literatos ganamos poco dinero. En Colombia la población lectora es muy baja; según la Registraduría Nacional, hay 10 373 080 de personas que nunca en su vida han cogido un libro y cometen errores que pueden durar hasta cuatro años. Mejor voy a hacer televisión, con un buen sueldo que me permita un aguado de pollo diario y un Cuba Libre antes de que lo prohíban.

Lo más fácil es copiar un programa extranjero y hacerle la versión criolla. Por ejemplo, tendría el éxito asegurado con “1000 maneras de morir en Colombia”. Hay material de sobra, pues en este país usted puede morir siendo testigo contra Uribe, líder social, desmovilizado, gestor de paz, campesino al que le quieren quitar las tierras, reclamante de tierras, estudiante, niño reclutado a la fuerza por la guerrilla, soldado reclutado a la fuerza por el Estado, periodista, indígena, afro, mestizo, participante de marchas o paciente de EPS. Lo malo es que sería una serie de nunca acabar, más larga que “Padres e hijos” o la lista de investigaciones contra El Innombrable.

Podría hacer algo como Matarife, que acapara la atención todos los viernes, tanto que las bodegas uribistas se ven a gatas para inventar una cortina de humo o un hashtag contra Petro cada semana para desviar la atención de la serie. Ese es un formato dinámico y acelerado, como el bachillerato de Macías. El alcance de Matarife es tan grande que hasta los mismos uribistas le hacen publicidad con sus demandas fallidas y sus intentos de censura. El problema sería que para poner a todos los corruptos y delincuentes que han manejado este país en una pared tendría que grabar la serie en la Muralla China.

Las narconovelas dan mucho dinero. Miren a Gustavo Bolívar, quien se enriqueció con ese género y ahora tiene dinero para pagar impuestos, a diferencia de tantos políticos del Centro Democrático que no sufragan un centavo en su declaración de renta, seguramente porque sus posesiones son ubérrimas, digo, paupérrimas. Me dan ganas de mandarles $95.000, pero de pronto los empapelan en el Consejo Nacional Electoral. Sin embargo, no quiero imitar a nadie, así que haré mi programa en un formato híbrido: novela y reality. Contaré las historias de delincuentes auténticos como la cuñada y la sobrina de Álvaro Uribe, el primo de José Obdulio Gaviria, el papá de Paola Holguín, el hermano de Marta Lucía Ramírez, etc. La serie se llamará “Tragedias Familiares”, tendrá un cameo del Ñeñe Hernández y será presentada por el embajador Sanclemente, a lo mejor hasta nos presta una de sus fincas como locación.

Hablando de presentadores, quizá esa es una mejor opción. Podría hacer un magazín tonto e ineficaz, sólo se necesita algún mediocre farandulero con ínfulas de guitarrista de rock que diga mentiras tontas, muestre emoticones de colores y tenga invitados que le ayuden con el ridículo, como algún locutor que cante un gol contra un virus, pero no tan estúpido. Ah, perdón, acabo de leer que ya lo hicieron y lo dan todos los días por todos los canales a las seis de la tarde. No es que esté desinformado, sino que, les juro, pensé que era una nueva versión de Los Reencauchados, aunque el libreto es tan infantil que más parece de Los Dumis.

Pero el mundo audiovisual requiere esfuerzo y talento, y yo soy un inútil redomado; tengo tantos méritos para hacer televisión como Iván Duque para ser presidente. Mejor busco otro trabajo donde me paguen millonadas por quedarme sentado haciendo nada, algo como congresista o jugador del Real Madrid, pero más rimbombante. Ya sé: me postularé como Gerente para la Atención Integral de la pandemia del COVID-19.

 

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Óscar Perdomo Gamboa
Profesor universitario y doctor en humanidades. Escritor de novelas como “Allá en la Guajira arriba”, “Hacia la Aurora” y “De cómo perdió sus vidas el gato”; así como los libros sobre caricatura “Afrografías, representaciones gráficas y caricaturescas de los afrocolombianos” y “Mil caricaturas afro en la historia de Colombia”.