Internet, una distopía automatizada de nuestras vidas

La red me genera sensaciones ambiguas entre la esperanza de lucha por un mejor mundo y la incertidumbre de un futuro trastornado. Temo a una distopía automatizada de nuestras vidas, si no es que ya la estamos viviendo.

Opina - Sociedad

2019-07-25

Internet, una distopía automatizada de nuestras vidas

Autor: Andrés Benoit Lourido

 

Internet son redes de comunicación que atraviesan los océanos de todo el mundo. Pedazos de códigos navegantes en millones de cables tan delgados como un cabello; y ahora, que vivimos en la era insaciable y dependiente por las comunicaciones, servicios y ocio en línea, pareciera que dicho cableado ya fuera parte del reino submarino.

Cada continente, cuenta con tecnología cableada en minihilos de fibra de vidrio llevando datos casi a la velocidad de la luz gracias a la fibra óptica. Generalmente, esas construcciones son enterradas bajo tres metros del lecho marino y cubiertas con un armazón para evitar daños o rompimientos, y para que nosotros obtengamos los datos requeridos al tiempo de un parpadeo.

La gran mayoría de personas, vivimos rutinariamente con la experiencia de Internet, ya sea en wifi con planes de servicios en dispositivos móviles o en nuestro lugar de trabajo y casa con un computador instalado.

Inicialmente internet era únicamente un buscador de información, pero ahora, ha tenido una expansión excesiva e incorporada en gigantes posibilidades de manejo, al punto que se puede decir, que es otro planeta conectado entre sí respecto al nuestro.

Su evolución ha tenido profundos impactos a nivel social, político, económico y cultural. China y Estados Unidos, son los líderes principales en el desarrollo tecnológico, y también Japón, Reino Unido y Alemania. Aunque el país norteamericano, arrasa en la ciencia por cinco de los gigantes en tecnología: Apple, Amazon, Google, (ahora Alphabet Inc.) Facebook y Microsoft.

Las empresas mencionadas, son las mayores proveedoras de contenido en la actualidad, y dueños o arrendadores, de la mitad del todo ancho de banda infraestructurado debajo del mar.

Los reportes son sorprendentes: la organización de las Naciones Unidas comunicó recientemente que, por primera vez en la historia, más de la mitad de la población mundial está en línea. Y los cinco gigantes son principales suministradores de contenido a la gran mayoría de este pedazo de población.

Si queremos cuantificar la influencia de esas empresas, las estadísticas del año pasado, del 2018, publicadas en Visual Capitalist, infirieron los multimillonarios ingresos así: Facebook, por 59 mil millones de dólares; Microsoft por 110 mil millones de dólares; Google, tuvo ingresos por 137 mil millones de dólares; Amazon, por 233 mil millones de dólares; y Apple, por 265 mil millones de dólares.

Los ingresos anuales de Apple podrían suplir los billones carentes en la educación y salud casi imposibles de alcanzar en Colombia.

O, juntando ingresos de Amazon, Google, Apple, Microsoft y Facebook, superarían la riqueza económica del país que los economistas dicen, es el más rico del mundo: Emiratos Árabes.

En el mercado tecnológico y digital existen dos funcionamientos para generar tantos millones. En el caso de Apple, Amazon, y Microsoft, los ingresos son devengados porque somos los clientes. Es decir, estas tres compañías, venden productos y servicios discriminados de la siguiente forma:

El 63% de los ingresos de Apple son por la compra de iPhone; el 14% por los servicios, y lo demás por la compra del Mac, iPad y otros productos. Amazon, reinvierte de forma más agresiva sus ingresos y el 52% de la operación son por ventas online; también han comprado tiendas físicas de supermercados y adueñándose de a poco de una variedad de bienes y servicios en el mundo. Y en el caso de Microsoft, devengan por compras de Windows y Office.

El segundo funcionamiento de cómo las empresas generan ingresos es cuando somos los productos. Por ejemplo Google, vende contenido e información con asociaciones publicitarias de nosotros, quienes usamos sus servicios «gratuitamente», como: Gmail, YouTube. Hacen dinero por publicidad.

Y por último Facebook, con Instagram y WhatsApp, ha mantenido acuerdos para ceder los datos a terceros y crecer económicamente gracias a la publicidad también.

Esto ha vulnerado derechos de protección de información privada en quienes somos usuarios y ha desatado escándalos políticos y legales. Por cada usuario, al año, Facebook produce 35 dólares; este año somos 2.271 millones.

Teniendo en cuenta este panorama muy general sobre lo complejo y multidimensional que resulta Internet y el manejo de la red por sus imperios, ¿estamos expuestos a métodos poco ortodoxos para el rastreo y comercio de nuestra información privada por parte de pocas compañías?

¿Re-significamos el mundo y la vida por los sistemas mercadeados de la tecnología? Sería suficiente con la política y economía vil y corrupta con la que lidiamos…

Evidentemente todo ha cambiado y va muy rápido en esta migración digitalizada. Es una revolución porque van saliendo nuevas formas que modifican cómo nos relacionamos, cómo pensamos y ejercemos nuestras profesiones y estilos de vida.

Es un fenómeno en donde crean Apps y plataformas webs que nos ofertan el transporte, la compra de la ropa, de cualquier producto sin importar el lugar donde esté, del mercado, del pago de servicios públicos y privados, del entretenimiento; todo en absoluto, lo podemos hacer y gestionar desde un aparato electrónico.

Internet brinda, hasta ciertos límites, una mal llamada (y perdónenme el concepto por cuestiones de brecha digital y más) «democratización» de acceso a la información, y creación de contenidos.

Pero, ¿somos libres realmente o los efectos e impactos de Internet junto con su evolución rediseñan y dirigen nuestros sistemas de vidas establecidos por algoritmos?

La red me genera sensaciones ambiguas entre la esperanza de lucha por un mejor mundo y la incertidumbre de un futuro trastornado. Temo a una distopía automatizada de nuestras vidas, si no es que ya la estamos viviendo.

 

 

Foto cortesía de: As

 

 

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Andrés F. Benoit Lourido
Comunicador Social y Periodista. Colaborador de prensa escrita en medios digitales independientes. Trabajo en comunicaciones digitales del periódico El Tiempo. Amante de la cultura y el arte.