Garzón vive, pero no en RCN

La historia y la ficción pueden ser llevadas de la mano con la veracidad y responsabilidad de sus autores e investigadores que avalan este tipo de productos. La realidad es demasiado cruda, demasiado triste e injusta, como para ser llevada a la ficción con esos tintes heroicos y románticos que la literatura, el cine y la televisión requiere.

Sin embargo, esta última no es arte; es negocio. A portas del estreno de la serie “Garzón vive” realizada por RCN o alguna de sus empresas tercerizadas, vemos ejemplarizado un absurdo histórico y una ramplonería cruel con la imagen de una víctima demasiado querida por el pueblo colombiano. En un país que hizo de su televisión su mayor reflejo como sociedad. Donde el peor criminal de la historia de la humanidad se hizo caricatura, se ganó la admiración de grandes y chicos con sus “frases célebres”, se convirtió en meme y con una frase de cajón justificó que se recreara de manera sesgada la sangrienta época del narcotráfico y volviendo a sus protagonistas de asesinos a celebridades. Haciendo que las generaciones presentes y futuras vean a Escobar como un personaje de telenovela y no como el causante de la mayoría de nuestros males. No sólo en Colombia, sino en todo el mundo.

Ahora, el mismo grupo corporativo que maneja los hilos de las empresas que someten regiones plagadas de bandas criminales y paramilitares sobrevivientes, que masacran comunidades y mantienen sus ingenios azucareros libres de impuestos, la misma que ha sido la mayor defensora de políticos corruptos y gobiernos asesinos. La corporación enemiga de la paz, se encarga de llevar a la pantalla la figura del hombre que dio su vida por criticar y visibilizar los mismos males que representa esta nefasta empresa y sus ultraderechistas y corruptos ideales.

Que RCN haga una ficción sobre la vida de Jaime Garzón es comparable a un canal Neo Nazi haciendo una novela basada en el diario de Ana Frank.

Desde que Cesar Gaviria y su ministro de educación eliminaron la historia como cátedra obligatoria en escuelas y colegios de todo el país, se le negó al colombiano promedio a reconocer la importancia de su memoria histórica. Un tema que esta columna ha denunciado en repetidas ocasiones. El miedo que tienen los poderosos de ser observados y juzgados por su pasado y por las consecuencias de sus actos, son el mayor motivador para evitar que los ciudadanos vean hacia atrás con sentido crítico y libres de cualquier influencia.

Es por esto que se pretende agarrar al último y tal vez único estandarte de la paz y la conciencia real que ha tenido el país en décadas, como monigote de novela. Desdibujando su legado y destruyendo el país que soñó. El que muchos aún soñamos. Y no es un secreto que no es el mismo país que quiere Ardila Lulle o RCN. Pasarán los días y el rating dirá si los colombianos les comen cuento a estos hacedores de mentiras.

Mientras tanto nos queda YouTube y las infinitas posibilidades de ver al verdadero Jaime Garzón mutando en la piel del colombiano de a pie, siendo aquel gran artista que denunciaba nuestra tristeza, nuestra impotencia, nuestra indignación y sufrimiento, a punta de sátira y buen humor. Enfrentando a los poderosos cara a cara con argumentos reales en medio de la parodia y dejándolos en evidencia.

La posibilidad de paz y la reparación de víctimas, la posibilidad de dialogar con las FARC, así como la denuncia de los corruptos y su ridiculización ante la sociedad; fueron las cartas con las que Jaime Garzón se arriesgó para hacer de Colombia un país mejor. Por esos esfuerzos que ahora son mal o bien una casi una realidad, fue asesinado a sangre fría en aquella esquina de Corferias. Irónicamente por los personajes de otra novela de RCN. Los tres Caínes (Castaño) que no paraban de decir en el libreto: “hay que matar estudiantes de sociología”. ¿Será que van a poner las dos novelas en el mismo paquete para vender a Netflix?

El tiempo y la conciencia de los colombianos lo dirá. No sé qué pensaba la familia de Jaime al ceder los derechos de la vida del último gran colombiano a este canal de pacotilla y sus creativos y libretistas amañados en ver el país desde la imagen de un protagonista de novela o una Gurisatti. Por ahora no queda más que dejar que pase, y tal vez como lo hicieron con “La Pola” hagan una ficción tan desacertada y cursi que sólo merezca el olvido de los televidentes y nos salga bien librado nuestro querido Jaime de este irrespetuoso y tendencioso producto televisivo.