Estamos matando a nuestros líderes sociales

El Gobierno es capaz de encontrar los responsables de un supuesto atentado internacional contra Iván Duque, pero no es capaz de dar respuesta de quién está matando a los líderes sociales.

- Conflicto

2020-11-15

Estamos matando a nuestros líderes sociales

Columnista:

Alejandro Villanueva 

 

Cuando comenzó esta pandemia los colombianos tenían diferentes hipótesis de lo que iba a suceder con su vida laboral, social, amorosa y ociosa. Muchos, pensaron que era una simple gripa y que se iba a acabar para Semana Santa; otros, que era el castrochavismo evitando el progreso gringo traído a Latinoamérica a través de la explotación de cada recurso natural de la región; y, algunos otros, llegaron a pensar que era una conspiración de las mafias: una forma para que la marihuana y cocaína subieran de precio y así poder quitarle el negocio a los jíbaros; esos que se hacen llamar Policía Nacional. 

Lastimosamente, esto no se fue ni en Semana Santa y posiblemente Uribe se vaya del poder antes que este virus del Planeta. Lo que sí muchos llegamos a pensar, entre esos me incluyo (pobres crédulos mockusianos), fue que como se suponía que todo el mundo llegaría a estar encerrado, la violencia bajaría y que bajo ninguna forma iban a matar a más líderes sociales como el año anterior. ¿Cómo iba a ser eso posible en plena pandemia? Pero sí, está sucediendo… mientras el Gobierno mira para otro lado y se ríe en la cara de los colombianos, de todos; hasta de los uribistas. Pareciera que la administración de Iván Duque y sus financiadores, dedicados al empresariado de alto riesgo, se beneficiaran de estas muertes, allí toca citar al prócer político Álvaro Uribe Vélez de los Ochoa: ¿Uno qué supone?

Si bien los autores de estos crímenes no corresponden a la misma persona, es decir no se trata del mismo actor intelectual y mismo sicario, lo que hace que el victimario no sea sistemático; las víctimas, en efecto, sí tienen patrones que hasta Vicky Dávila podría identificarlos:

  • Reclamantes de tierra 
  • Buscaban participación política
  • Se oponen a economías
  • Defensores del medio ambiente
  • Representantes de comunidades étnicas

El politólogo Ariel Ávila afirma que el 60% de víctimas se ven de una u otra forma vinculados a esos patrones o características; lo que hace que desde el punto de vista de la víctima sí exista una sistematicidad, cosa que el Gobierno se ha negado a aceptar y en consecuencia de la gravedad, a resolver. Se limitan a decir «son problemas de celos» o gente que no vio el anuncio de «con el alcohol no solo se te van las luces, se va todo lo que más quieres». 

 

¿Quién los mata?

 

Culpables hay por todas partes. El Gobierno es capaz de encontrar los responsables de un supuesto atentado internacional contra Iván Duque, pero no es capaz de dar respuesta ante este tema de ¿quién los está matando?, ¿cómo se reconocen estos patrones y características para brindar seguridad y garantía a los líderes sociales? Uno de los nombres más sonados, los influencers del uribismo, es el de quienes se hacen llamar Águilas Negras y se atribuyen miles de amenazas y múltiples asesinatos por todo el país. Pero ¿quiénes son estas personas? Sobre esto, hay una cantidad enorme de hipótesis, la mayoría con evidencia, pero yo quiero rescatar tres.

Las mismas fuerzas armadas.

 

 ¿Será que en vez de negro van de verde?

 

No existe ningún convicto registrado en el INPEC perteneciente a las Águilas Negras, las Fuerzas Armadas no han registrado ninguna baja de las Águilas Negras desde el 2006, y la forma en la que estas operan es muy irreal para que sea una organización ajena al Estado. Ni el mismo cártel de Medellín en su auge podría operar desde el norte hasta el sur del país con tanta facilidad sin ningún golpe significativo a su organización. Lo curioso es que los únicos que tienen la inteligencia para perfilar, seguir, amedrentar y hasta para matar de tal forma como estas Águilas se atribuyen, es el mismo Estado. Puede que al día de hoy esta hipótesis suene fuera de lugar, loco o hasta panfletero; pero es que ya ha pasado.

Se ha probado que el DAS era uno de los mejores amigos de los paramilitares, siendo pieza clave en sus operaciones criminales y hasta en su crecimiento, sin el DAS las AUC hubieran sido un grupo de celadores sociópatas de Álvaro Uribe Vélez. Lo mismo con el Ejército; hace años, Jaime Garzón denunció que esta fuerza del Estado secuestraba gente y se la vendía a la misma guerrilla, al igual que con las armas. El mismo Rodrigo Londoño en múltiples entrevistas lo afirmó, aportando a la conclusión que las Fuerzas Armadas de este país, como las de todo Estado que en vez de vía al desarrollo va en vía al totalitarismo, hacen negocio con el que sea y como sea.

Por lo anterior, no es descabellado que exista la posibilidad de que estas Águilas sean un nuevo frente del Ejército y la Policía Nacional, sin un dios y sin una patria; dedicados a limpiar el patio trasero amenazando y asesinando a todo el que les convenga. Bajo esta lógica, estas amenazas vendrían siendo hechas por funcionarios de las Fuerzas Armadas proestatales que hacen parte de círculos clandestinos del poder, con el fin de mantener esto mismo.

¿Matar líderes sociales es la nueva forma de ser coronel o capitán?

¿Por qué el Estado?  Porque, coincidencialmente, las Águilas Negras tienen una agenda afín con la corrupción, los clanes políticos, las Fuerzas Armadas y con el mismo uribismo. Cuando amenazan a alguien de pura suerte están amedrentando a un «enemigo» de esta clase política tradicional y a sus socios.  No hay ni un solo uribista o persona que sea idónea bajo los valores del exprocurador Alejandro Ordoñez que haya sido amenazada por este grupo. ¿Uno qué supone?

Grupos insurgentes.

 

¿Son un grupo organizado o los típicos sicarios?

 

Otra teoría es que no son un grupo organizado como tal, una simple fachada de la extrema derecha o de delincuentes para ocultar su identidad y paradero. Según la Policía, las Águilas Negras no son una organización registrada, no les podemos pedir certificado de la Cámara de Comercio, NIT, parafiscales, contrato laboral de sicarios o de prestación de servicios a parapolíticos. En esta hipótesis el Estado no tiene ni la menor idea de qué sucede con esto fuera de que las Águilas Negras como organización criminal organizada sí existió, pero hace años. Para el establecimiento, ahora son simples sicarios que se esconden tras este pseudónimo como un autor en los años 20, una forma estética de firmar sus crímenes.

Contratistas, gente «de bien».

Se dice que cuando uno presiona a un animal salvaje hasta el punto de la desesperación, este por la misma emoción comete actos que en su estado natural no cometería. Con esta lógica, podemos plantear ¿qué le sucede a un contratista cuando un líder social lo expone al punto de llegar a perder un contrato millonario o enfrentar un tiempo en prisión?  Yo creo que este tipo de personas pueden llegar a transformarse en lo que conocemos como Águilas Negras. Estos contratistas, empresarios, que fácilmente uno se los puede encontrar en el Club Campestre de la región, en cines o comprando Louis Vuitton en el Andino; pueden caer en la desesperación por no ser expuestos hasta el punto de sacar a relucir su sociopatía. Casos donde estas Águilas amenazan a líderes que van en contra de los intereses de un contratista, empresario, consorcio, o funcionario público corrupto hay por montones; me referiré a uno que sucedió hace pocos días en Ocaña y que ilustra esta lógica a la perfección.

Jorge Solano Vega líder social de Ocaña fue asesinado brutalmente dentro de su casa luego de hacer denuncias contra Jairo Pinzón, gerente suspendido del hospital del municipio. Jorge grabó un video seis meses antes de que lo asesinaran; este responsabilizaba a Jairo por cualquier cosa que le sucediera; la pregunta que entra aquí es ¿qué hicieron las autoridades?

Jorge tenía esquema de seguridad; esa protección máxima que el Estado dice darle a los líderes sociales, y aun así, cuando avisó y dio un posible responsable; ¿qué hizo la justicia? y, en este caso, ¿qué va a hacer?, ¿van a dejar a Jairo Pinzón—un funcionario corrupto, y un posible asesino—, libre? ¿Por qué? ¿Será que Jairo le respondió a alguien más? A este se le investiga por contratación millonaria, pero las preguntas quedan en el aire. Otras más: ¿con quién o con quiénes repartió el botín?, ¿es una de las Águilas que vuelan? No tengo dudas y tengo conclusiones basadas en puras coincidencias. Me atrevo a decir que sí tiene que ver. La coincidencia en este mundo no existe. No puede ser coincidencia que se metan hombres armados a la casa de una persona, que preciso sostuvo denuncias en contra de un presunto corrupto al cual está exponiendo a la luz pública.

La sociedad misma.

Casos como estos hay muchos, y puede que las tres teorías anteriores de las Águilas Negras sean ciertas. Ejemplo: Un contratista corrupto que se ve acorralado llama a su político de confianza para que avise a la nueva unidad clandestina de las Fuerzas Armadas para que le dé los datos de la víctima y así llamar a sus simples sicarios.

Sin embargo, hay otro responsable indirecto… la ciudadanía que se encargó de normalizar la muerte. Frases como «pa qué se lo busca» o «ese no debía ser un santo», abundan. Yo creo que si a mi me llegan a matar, solo por tener el cabello largo, van a decir: «era un guerrillero», «un marihuanero» o «no era un santo».

Justificar esa violencia descarada y no indignarse crea un nuevo partícipe en esta máquina de muerte, la sociedad misma. Defender a estos líderes también es responsabilidad de la sociedad civil. ¿Quién los va a defender? ¿El Estado? Si este mismo solo ha admitido el 16 % de solicitudes de protección, y a los que se las acepta, solo les da un chaleco antibalas o un aparato para que oprima justo cuando lo van a matar. Es como cuando uno marca la salida de cualquier trabajo, pero en este caso, se marca la salida de la vida. Al dejar solos a estos líderes, al no involucrarse, al no sentir absolutamente nada por una lucha que no le compete a todos, se está siendo de alguna manera parte de estas Águilas Negras. Porque a gente como Jorge Solano también la mató la indiferencia.

( 1 ) Comentario

  1. Que basura de columna, no tiene coherencia al escribir, le recomiendo que se haga un curso de escritura en el SENA

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Alejandro Villanueva
Directioner en constante despecho...por Colombia, wannabe director, productor y periodista.