¡Esos colombianos de quinta…!

Hay colombianos que en vez de convertirse en embajadores de nuestra nación ante el mundo, nos convierten en vergüenza orbital.

Opina - Cultura

2018-06-22

¡Esos colombianos de quinta…!

Cada cuatro años miles de colombianos —de esos juiciosos que saben ahorrar y se proponen metas a mediano plazo— empacan sus maletas y se van a disfrutar el Mundial de Fútbol, en el país que sea sede. Y ahí los vemos: en las redes sociales, en la televisión, felices de acompañar a la Selección y, más importante, de mezclarse con nuevas culturas y conocer el mundo.

Más allá de como juegue Colombia, si pasa o no a otra ronda, estar en un Mundial es un sueño que muchos deseamos cumplir pero que, paradójicamente, algunos que sí los cumplieron, en vez de convertirse en embajadores de nuestra nación ante el mundo, nos convierten en vergüenza orbital.

Después salimos a aquejarnos en reuniones sociales que “nos discriminan por ser colombianos”; “nos ponen todo tipo de trabas”; “nos niegan las visas”; “nos requisan sin piedad”… ¡Pero cómo no con semejantes demostraciones de incultura que, además, celebran orondos a través del Facebook! ¿Será que eso somos? Me resisto a creer que la vergüenza que nos han hecho pasar un puñado de colombianos ante el mundo, sea el reflejo de lo que realmente somos.

Hace unos meses nos conmocionó la suspensión de la Fifa al jugador Edwin Cardona por burlarse en un juego contra Corea de los ojos rasgados de los coreanos, haciendo un feo gesto con su mano, simulando el físico de estos. Si esa actitud fue la de un futbolista profesional… ¿qué les podemos pedir a otros?

El reprochable video que subió Guillermo Morales, en el que con engaños incita a dos japonesas a “autoinsultarse” y que se hizo viral, generó una oleada de indignación sin precedente en el país, a lo que ahora el hombre “muy arrepentido” asegura que “solo fue un chiste entre amigos”. Un “chiste” que mancilla la honra de la mujer, sea cual sea su nacionalidad. Un chiste que seguramente él no querrá que se lo hagan a su hermana, a su mamá o a su hija. Un chiste que arrastra nuestra bandera, pisotea nuestros valores y desdibuja al colombiano de bien.

De la misma forma, millones vimos la celebración de un grupo de aficionados colombianos, ufanándose de su “malicia indígena” porque fueron capaces de violar la ley en Rusia que prohíbe el acceso de licor a los escenarios deportivos. Celebrando su sagacidad, los colombianos muestran en el video cómo camuflan licor en unos binoculares que habían sido modificados para ese fin. La empresa Avianca —que sabe que esto no es malicia indígena sino violación de la ley— despidió en un comunicado a su funcionario quien era “el genio” que ingresó el licor.

Estos hechos nos llevan a reflexionar profundamente sobre los valores. ¿Estamos perdiendo las buenas costumbres? ¿Acaso el hacerse notar sea como sea y tener más likes en tu publicación justifica cualquier acción? ¿Será que en definitiva, el fin justifica los medios para tratar de ser una celebridad?

No puedo dejar de pensar en los padres de familia que demandaron a la rectora del colegio Marymount en Barranquilla porque les aplicó una sanción a sus estudiantes por obtener ilícitamente los resultados del simulacro de las pruebas Icfes. Seguramente muchos de ellos, los padres, también felicitaron a sus hijos por su aguda “malicia indígena”.

La falta de control y corrección en los hogares es la primera causa de la desviación de los valores, la ética y la moral en los jóvenes y adultos colombianos.

Lo que ha pasado en Rusia, es un pequeño botón de lo que somos capaces de hacer al querer posar de “graciosos”, “ingeniosos” y “atrevidos”. Violentar a una mujer en su honra y quebrar la ley en un país extranjero no es gracia, más grave aún, portando en esos actos reprobables la camiseta de Colombia.

Como si estos episodios no fueran suficientes, la vergonzante mujer que se autodenomina “Epa Colombia” (qué desgracia para el país que esta mujer asumiera ese nombre), la misma que alcanzó un momento de fama gracias a un video que se volvió viral por su particular forma de cantar antes del Mundial pasado, también se burla en las redes de los aficionados japoneses y de su acento.

Es más, para terminar de mancillar el orgullo colombiano, montó un video donde se le ve bañándose y restregándose en una fuente a las afueras del Museo de Louvre en París. ¡Trágame tierra! (Véalo al final)

Y no me vengan con el cuento de que la culpa es del Internet, de las redes y de los celulares. La culpa es de los colombianos de quinta que no tienen noción de la vergüenza; de esos que tienen pocos escrúpulos para humillar al otro o una cultura y valores trastocados que les permiten ser el foco de atención sin importarles un comino si están haciendo mal o si lo que hacen, maltrata la imagen del país. Mientras tanto, al resto de los colombianos, ya no nos preocupa tanto si pasamos o no a la otra ronda del Mundial, sino la incertidumbre de no saber si de aquí al final del evento, otros colombianos de quinta harán de las suyas.

( 2 ) Comentarios

  1. Si los paisas (salgan o no salgan al exterior), siguen dejando a Colombia como … a ellos les gusta que los vean … Lo mejor que puede hacer el resto de colombianos decentes, es propiciar que esta gente se convierta en república independiente … Si nos hemos dejado «quitar» pedazos del país que sirven … no se perderá mucho si «Antioquia la más educada» se segrega de Colombia …

  2. por mi seria lo mas acertado, no entiendo como estas persona revovinan.

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Anuar Saad
Periodista, docente universitario, escritor y columnista. Magister en Educación y especialista en Comunicación para el Desarrollo. Autor de los libros sobre periodismo "Narración y periodismo moderno" y "Biblioteca Moderna de Periodismo". Ganador del Concurso Nacional de Cuentos y autor de las novelas juveniles "Xiky y el medalla Mágico" y "Heliodoro y el laberinto secreto". Columnista de Zonacero.com, Diario ADN y Con la Oreja Roja. Director del Programa de Comunicación Social de la Uniautónoma del Caribe.